Ocho años dentro de ETA

La infiltrada | Crítica

Luis Tosar y Carolina Yuste en una imagen del filme.
Luis Tosar y Carolina Yuste en una imagen del filme.

La ficha

*** 'La infiltrada'. Policiaco, España, 2024, 113 min. Dirección: Arantxa Echevarría. Guion: A. Etxevarría y Amelia Mora. Fotografía: Javier y Daniel Salmones. Música: Fernando Velázquez. Intérpretes: Carolina Yuste, Luis Tosar, Víctor Clavijo, Nausicaa Bonnin, Íñigo Gastesi, Diego Anido, Pepe Ocio, Pedro Casablanc. 

Basada en hechos y personajes reales, La infiltrada aspira a reconstruir desde la ficción el periplo de la agente de la Policía Nacional Aránzazu Berrade como infiltrada en el seno de la banda terrorista ETA en el periodo comprendido entre 1990 y 1997, fecha del primer desmantelamiento del comando ‘Donosti’ que tuvo al infame ‘Txapote’ como uno de sus principales activos criminales.

Un periplo personal convertido en un thriller policiaco que pasa bastante rápido por los preámbulos, motivaciones y primeros años de la infiltración para ir al meollo de la operación cuando, una vez establecida como parte del mundo abertzale, la agente que encarna con intensidad Carolina Yuste toma contacto con un par de etarras (Gestesi y Anido, en el límite del estereotipo) que planean retomar la actividad terrorista tras un periodo de tregua.

El guion que firma Amelia Mora junto a la directora Arantxa Echevarría, que prolonga aquí su idilio industrial tras rodar consecutivamente La familia perfecta, Chinas y Políticamente incorrectos, deja fuera buena parte del contexto político y social y se articula en torno a la doble relación íntima que la infiltrada mantiene con el comando y con su superior policial (Luis Tosar), único vínculo con su identidad real y su vida pasada, en una escalada de vigilancia y tensión que juega las bazas del suspense en ocasiones a costa de cierto efectismo forzado.

La infiltrada se vuelca así más en la mecánica superficial de sus claves de género (véase a tal efecto el perfil del grupo policial que controla la operación) que en la profundización en el retrato de su protagonista, tal vez demasiado simplificada en su condición de agente libre y mujer fuerte capaz de asumir una decisión y un rol que el guion no termina de solidificar y matizar en aras de la espectacularización de los hechos.   

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