Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
La segunda gran exposición del IV Centenario en abrir sus puertas, tras la del ciclo de Capuchinos en el Bellas Artes, es una invitación a la sensualidad y la belleza a través de 62 obras excepcionales. Murillo y su estela en Sevilla, que acaba de inaugurar en Santa Clara el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, con la asistencia de numerosas personalidades de la cultura y el arte, entre ellas el director del Museo del Prado (Miguel Falomir) y el presidente de Patrimonio Nacional (Alfredo Pérez de Armiñán), es una muestra transversal que combina pintura, escultura, fotografía, grabado y dibujo para plantear una historia de la imagen sagrada.
La muestra, de la que es comisario el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares Benito Navarrete, se distribuye en cinco secciones que ocupan las dos plantas -los antiguos dormitorios de verano e invierno del cenobio- de un remozado Espacio Santa Clara y propone un viaje en el tiempo, desde el siglo XVII al XIX, para mostrar la importancia de las imágenes visuales creadas por el maestro sevillano y su vigencia intemporal. Para ello, cuenta con préstamos de las más importantes pinacotecas internacionales. Junto a tesoros del Prado (como Los niños de la concha) y de las colecciones reales, destacan también las obras procedentes del Louvre (Virgen del Rosario), el Palazzo Pitti (Virgen con el Niño) y el Thyssen Bornemisza (La Virgen y el Niño con santa Rosa de Viterbo). Además, Navarrete ha logrado sumar las aportaciones de importantes coleccionistas privados, algunos tan célebres como Pérez Simón o como Alicia Koplowitz junto a otros que han preferido mantener con celo su anonimato, como es el caso de los propietarios del icono de la exposición, La Virgen de la Faja, en cuya cartela sólo trasciende la procedencia suiza de esta obra de Murillo que regresa a Sevilla por primera vez en siglo y medio tras haber formado parte de la colección de los Montpensier en el Palacio de San Telmo.
600.000 euros del presupuesto municipal -de la partida de 1,5 millones destinada a poner en marcha el Año Murillo y al Congreso Internacional del 19 al 22 de marzo de 2018- han hecho posible lo que la directora general del ICAS, Isabel Ojeda, y el concejal delegado de Cultura, Antonio Muñoz, calificaron como un acontecimiento cultural. "Habrá que echar la mirada muy atrás para recordar una muestra de esta talla", aseveró Muñoz.
La muestra nace a partir de la rica colección del Ayuntamiento de Sevilla, documentada por Navarrete en su anterior etapa como director de Patrimonio, y de ahí proceden varias de las obras, entre las que destaca la nueva atribución a Murillo del retrato del Venerable Padre Fernando Contreras a cargo del comisario, que se tenía por copia del siglo XVII. Para la ocasión se han restaurado 14 obras, algunas de ellas del Bellas Artes de Sevilla y de Patrimonio Nacional.
Sin duda, como recordó el concejal de Cultura, esta cita se dispone a batir récords en una ciudad que cada día que pasa crece como destino turístico y que aún tiene que sumar al Año Murillo el potente reclamo de la muestra La mirada de la santidad que este viernes, festividad de la Inmaculada, inaugurará la Catedral.
Murillo y su estela en Sevilla podrá visitarse desde este miércoles hasta el 8 de abril de 2018, de lunes a domingo de 10:00 a 20:00 y con entrada gratuita los lunes de 15:00 a 20:00. Será de acceso libre para todas las personas nacidas en Sevilla o empadronadas en la ciudad. Un teléfono de información y un correo electrónico (674 793 333 / prensa.murillo@sevilla.org) permitirán consultar las distintas modalidades de visitas de un proyecto que cuenta con guías didácticas para menores y cuadernos de lectura en braille. Al final del recorrido, una tienda a la que se accede desde el recoleto claustro ofrece a los visitantes algunos recuerdos de la experiencia y también el flamante catálogo, en el que participan con sus ensayos expertos de la talla de Vicente Lleó y Fernando Quiles.
Murillo y su estela en Sevilla se abre con una cita de Didi-Huberman y es una exposición de tesis que ilustra los hallazgos científicos sobre el poder de la imagen que Benito Navarrete ha recogido en su libro publicado por Cátedra Murillo y las metáforas de la imagen, todo un salto adelante en los estudios sobre el pintor.
Tras cruzar el umbral, el visitante accede al primer ámbito de la muestra, La imagen religiosa y las devociones, donde sorprende la poderosa reunión de Inmaculadas, entre ellas la de Aranjuez procedente del Prado pintada por Murillo y la de Cornelis Schut que presta la colección Granados. Las diferentes versiones que Murillo realizó de Santa Rosa de Lima, entre ellas la original y la copia que custodia en Madrid el Museo Lázaro Galdiano, se muestran muy cerca del ya citado retrato del Venerable Contreras y de La Beata Dorotea de la Catedral de Santa María. Ambas imágenes, severas pero de una oscura y elegante belleza, fueron encargos al pintor para lograr -en vano- la santidad de los retratados durante sus respectivos procesos de canonización.
La presencia de numerosos religiosos este martes, desde miembros del Cabildo catedralicio a representantes de las órdenes para las que pintó Murillo, como los carmelitas, confirman la vigencia de su mensaje cristiano cuatro siglos después. Antes de admirar la fortuna gráfica de los modelos de Murillo en obras sobre papel de la Biblioteca Nacional, la muestra alcanza su punto culminante con el diálogo entre la Virgen con el Niño esculpida en barro por La Roldana para el convento de San José con las obras maestras del Louvre, el Pitti y el Thyssen.
Murillo puso de moda una forma de retratar la sociedad que reúne, ya en la planta alta, la imagen de Murillo pintada por Alonso Miguel de Tovar que cede el Prado o el Retrato de caballero que de este mismo pintor atesora en Estados Unidos la Rhode Island School of Design. Destaca por su belleza el Retrato de la condesa de Ávalos pintado por Cornelis Schut que prestan Alicia Koplowitz y Grupo Omega. A continuación, la extraordinaria convivencia de obras como La Virgen de la Faja (la original y la copia de Alonso Miguel de Tovar que presta el Museo de Cádiz), los Niños de la Concha del Prado y los Tres niños jugando con sus mascotas de Tovar en la colección Koplowitz marcaría otro punto álgido de la muestra, que concluye con la sección Murillo después de Murillo, donde podemos ver la huella del pintor en el siglo XIX a través de seguidores como Esquivel y Gutiérrez de la Vega. Como coda, asistimos a la pujanza del mito del artista en lienzos tan sugerentes como el que pintó John Phillip y donde se recrea a un juvenil Murillo vendiendo una de sus obras en la calle Feria, ante la iglesia de Montesión, precedido por bodegones de frutas y verduras que emulan su fortuna en la pintura de género.
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