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Un español cabreado

Crítica de Teatro

José María Rondón

08 de mayo 2018 - 02:42

La ficha

'España ingobernable' Festival de Artes Escénicas de Sevilla (Fest). Intérpretes:Alberto San Juan y Fernando Egozcue (guitarra). Lugar: Centro TNT Atalaya. Fecha: Domingo, 6 de mayo. Aforo: Lleno.

Hace tiempo que en Alberto San Juan está el instinto de la escena y del idioma como un desacuerdo. Viene a pedir que discutamos. Que no demos por hecho lo que nos dicen que es. Pues eso puede ser el teatro: jamás creer lo que nos viene dado. Algo así como un espacio de proximidad en el que decir de otro modo las cosas que tienen que ser dichas. Una fórmula para incorporar lo otro, lo insólito, lo que se perdió o lo que nos quitaron. Juguemos a pensar. Juguemos a dudar. Sentemos la rebelión en las rodillas.

Porque su España ingobernable no es otra cosa que una multitudinaria orquesta de la disidencia. Simple, directa, sin artificios. Cómplice con el público, también. Un ejercicio de siglos que alcanza hasta nuestros días, cuando la calle no supera un test de estrés entre los pensionistas, los currantes tiritando y los indignados por combustión. Una forma de entusiasmo que se detiene a contar dónde está alojado lo incómodo, lo inflamable en nuestro pasado.

Desde ese frente conspirador, el relato está lleno de abundantes episodios históricos, pero no abruman al espectador porque se ofrecen, por lo general, envueltos a buen ritmo entre poemas. Abundan así los versos de Lorca, Miguel Hernández, Juan José Domenchina, Gloria Fuertes, Ángel González y Juan Buffil, a quien le toca alumbrar con precisión cuál es el estado actual de la tropa: "Actuar como invitados a una fiesta / sin haber sido invitados / y sin que haya una fiesta".

Otras veces se llenan de gravedad al dar lectura de fragmentos de discursos de los generales Mola, Queipo y Franco, que vienen a dar el contrapunto siniestro, ridículo también si no hubieran despachado tanto terror. Eso sí, hay alivio en el humor o en la emoción en las canciones de Concha Piquer (Se dice, casi un manifiesto feminista en 1935), Joan Manuel Serrat (Paraules d'amor) y Albert Pla (Majestad), todas acompañadas por la guitarra precisa de Fernando Egozcue. En fin, lo que sale de ahí es una conspiración de ideas con las que se podría dar candela al presente.

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