'Escultura expandida', o cuando la creatividad se impuso a las convenciones
Exposiciones
El CAAC explora la "elasticidad" con la que esta expresión artística se ha reinventado.
Maestras como Louise Bourgeois o Soledad Sevilla dialogan con las nuevas generaciones.
La norteamericana Rosalind Krauss (Washington, 1941), una de las referencias fundamentales de la crítica de arte, registró en su ensayo La escultura en el campo expandido, publicado en 1979, su asombro ante el hecho de que "cosas bastante sorprendentes" fueran catalogadas como esculturas, una disciplina que, en su opinión, había sido "amasada, extendida y retorcida en una demostración extraordinaria de elasticidad". Esas observaciones inspiran Escultura expandida, la nueva muestra del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, una celebración de las reinvenciones que ha vivido este ámbito a través de un estimulante diálogo entre creadores consagrados –Louise Bourgeois, Pepe Espaliú, Soledad Sevilla o Cristina Iglesias– y jóvenes artistas que han abrazado la escultura como el medio desde el que expresar sus inquietudes, o entre piezas emblemáticas de su colección –la imponente Celda (Arco de histeria) de Bourgois– con adquisiciones recientes que se gestionaron dentro de las ayudas al arte contemporáneo que la Junta convocó durante la pandemia.
La exposición, que se inauguró el pasado jueves y podrá visitarse hasta mayo del año próximo, apuesta como viene siendo habitual en el CAAC por la paridad: de los 26 artistas reunidos más de la mitad, 14, son mujeres. "No lo hacemos por obligación, sino por convencimiento", afirmó Mar Sánchez Estrella, secretaria general de Innovación Cultural y Museos de la Junta, que quiso resaltar este detalle "en una cita dedicada a la escultura, asociada con frecuencia a la masculinidad". El director del centro, Juan Antonio Álvarez Reyes, comisario de la cita junto con Yolanda Torrubia, señaló que la muestra "habría sido muy distinta" sin los cerca de 500.000 euros que se dedicaron a compra de obra el pasado año, y explicó que la idea era adentrar al visitante en un "recorrido en el que pasará por diferentes estadios, de la abstracción geométrica del principio a la figuración, por temas como la idea de dispositivo, lo orgánico, la identidad o la cultura popular".
Ese itinerario se abre con La resistencia del ello / Azul como una naranja, un impresionante tablero azul que sustenta un bastidor de hierro que Julia Fuentesal (Huelva, 1986) y Pablo M. Arenillas (Cádiz, 1989), Fuentesal y Arenillas, concibieron inicialmente para "romper la horizontalidad" y ocupar las dos plantas de la galería Luis Adelantado, que organizó una muestra sobre su trabajo. Basándose en unos versos de Paul Éluard –"La tierra es azul como una naranja. / No es ningún error las palabras no mienten"–, los artistas reflexionan sobre la forma en que definimos el mundo. "Veníamos de Londres", cuentan, "y nos preguntábamos por el lenguaje, debido a que en inglés existen vocablos que definen cosas que en español no se dan. Queríamos tratar eso y hacerlo recordando esos juegos de infancia en los que te quedas sin palabras y recurres al dibujo".
Éluard no es el único poeta invocado en las dependencias del Monasterio de la Cartuja: muy cerca de la pieza de Fuentesal y Arenillas, Julia Llerena (Sevilla, 1985) traduce dos sonetos de Antonio Gamoneda a un soporte inesperado: unos cables de acero en el que objetos encontrados recrean el verbo del Premio Cervantes. En una sala en la que conversa con obras de Adolfo Schlosser y Aurèlia Muñoz, Soledad Sevilla rinde homenaje a García Lorca y su Romancero Gitano en Con una vara de mimbre, una sofisticada y bellísima instalación –donada al CAAC– compuesta por 3.600 varas de mimbre que hace pensar en una afirmación que Álvarez Reyes hacía en la apertura de la exposición: "El montaje no ha sido fácil. La escultura, y más si es expandida, tiene sus complicaciones".
Entre los maestros a los que recuerda el conjunto están los citados Aurèlia Muñoz y Adolfo Schlosser. De la primera, uno de los grandes nombres del arte textil, fallecida en 2011 y reivindicada en los últimos años por el MOMA de Nueva York o el MNAC de Barcelona, se recupera una obra de 1972 que pertenecía al Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla. Del segundo, austriaco afincado en España, se expone Espiral, una escultura hecha con una hoja de palmera y una muestra de la influencia que la naturaleza –la sierra de Madrid en concreto– tuvo en el universo de este creador.
El CAAC exhibe orgulloso en estos días una de sus obras maestras, Arch of Hysteria, de Louise Bourgeois, una alegoría de la vulnerabilidad humana –pocos artistas como la francoamericana han retratado con tanta contundencialos fantasmas personales– con un cuerpo en tensión en cuyo lecho se lee un mensaje repetido: Je t’aime. Si las Celdas fueron un hito en la producción artística de Bourgeois, lo mismo se puede decir de Carrying en la carrera de Pepe Espaliú, presente en la misma sala. Esa escultura de hierro asociada a la célebre y emocionante performance que el cordobés hizo para reclamar una mayor sensibilidad frente al sida se completa con dibujos suyos en los que se percibe, como en Bourgeois, el tormento de un alma que tal vez se calme en el ejercicio de la creación.
Escultura expandida suscita emociones y pensamientos diversos, acorde con el ensanchamiento que la disciplina ha vivido en los cauces más inesperados. Desde la investigación del sonido y el movimiento que hace el cordobés Daniel Palacios o el sugerente Silabario que componen Alegría & Piñero hasta el sobrio lirismo con el que Jacobo Castellanos y Pablo Capitán recurren al acervo religioso o a la tradición agrícola; del interés en la idea de dispositivo que comparten Andreas Fogarasi o Reinhard Mucha, de quien se expone Bantin, una obra que puede verse en el CAAC gracias a la galerista Oliva Arauna, a la reinterpretación colorista y concienciada –los personajes de la jet set colombiana son reemplazados aquí por la población afrodescendiente– que Nuria Carrasco propone de la revista Caras. Cuando el recorrido se cierra con la frondosidad de la obra de Cristina Iglesias o la espectacularidad del colectivo rusoChto Delat, el visitante no puede sino suscribir esas afirmaciones de Rosalind Krauss: escultura y sorpresa bien podrían entenderse como sinónimos.
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