José de la Tomasa: “Es triste que en los Grammy no haya representación de los cantaores de Sevilla”

Flamenco

El cantaor, leyenda viva de lo jondo, celebra este viernes en la Suma Flamenca de Madrid los 50 años de una carrera comprometida y cabal

El cantaor José de la Tomasa.
El cantaor José de la Tomasa. / Martín Guerrero

Sevilla/José de la Tomasa prefiere lo de cantaor a lo de artista. Quizás porque de su pasado como tapicero le queda grabada esa idea del oficio artesano, la consciencia de que más importante que la foto del catálogo es la firmeza con la que se clava cada chincheta.

Con ese compromiso hacia su propio linaje, hacia el flamenco que abandera y hacia el público “que me ha permitido ser quien soy y dar a mis hijos una vida digna”, apunta al otro lado del teléfono, lleva 50 años pisando las tablas de los escenarios de todo el mundo convirtiéndose en la voz por excelencia del cante grande sevillano y un maestro indiscutible para la afición.

En plenitud de facultades y con las ansias por aprender y disfrutar intactas, el hijo de Pies de Plomo, que empezó como telonero de Triana y escucha lo mismo a Chocolate que Wilson Pickett, llega este viernes 20 junto a su hijo Gabriel de la Tomasa al Teatro la Abadía de Madrid dentro de la Suma Flamenca para defender un arte cuyo mercado, “cada vez más raro”, lo expulsa por mayor.

-¿Qué debería dar la maestría en el flamenco?

-Debe dar responsabilidad porque cada minuto que pasa en el cante se cuajan los conocimientos, la persona se registra mucho más (no los bolsillos, sino los cantes, bromea)… Y en ese camino se descubren cosas muy bellas. Es un proceso maravilloso.

-¿El aprendizaje no acaba nunca entonces?

-Para nada, el cante es un vino viejo. Manejas mejor los conocimientos que cuando eres más joven porque tienes que usar la voz con más sentido. Vas buscando otros tonos, otros recursos y otras posibilidades. La sabiduría es algo precioso, en cada tiempo de tu vida tu cuerpo te pide buscar la fórmula para que todo salga bien y siga vigente.

-¿Cree que la palabra maestro se ha devaluado?

-Lo que creo es que es una equivocación decirle maestro a una persona porque tenga equis años. Hay cantaores mayores que cantan cuatro palos y de ahí no salen. Maestro es la persona que realiza una labor buscando toda la tipología de cantes, que tiene un abanico amplio de cantes y conocimientos sobre ellos, que investiga y profundiza.

"Es una equivocación decirle maestro a una persona porque tenga equis años. Hay cantaores mayores que cantan cuatro palos y de ahí no salen. La maestría exige estudio, investigación, profundizar"

-Usted lleva a gala la herencia de un linaje que transmite a sus herederos, ¿cuál diría que es la enseñanza más importante?

-Trato de transmitir la herencia musical y vivencial. Siempre he defendido la bandera de mi gente, como me decía mi madre, no te salgas de ahí Joselito. Me enorgullece que con mi hijo Gabriel y mi nieto Manuel esto no se pierda y al mismo tiempo haberles transmitido el respeto por la profesión y por el público.

-La seguiriya es el himno nacional de su casa, ¿a qué suena y a qué huele ese cante?

-Huele a Manuel Torre, a mi abuelo Pepe Torre, a mi padre Pies de Plomo, a mi madre Tomasa, a mis tías… si los escucháramos a todos se percibe ese hilo que nos une. Es una cultura familiar de cante, como pasa con Los Culata de Triana o Los Caganchos… Ahí hay unas vivencias, de cuando se come y cuando no se come. Un sello.

-Entre los aficionados cuesta entender que usted no abandere todos los carteles, ¿dan los escenarios la espalda a los mayores?

-Cuando un cantaor llega a cierta edad no les importa si estás bien de voz o no, te apartan de los escenarios y ya está. Si yo fuera de Norteamérica y viera a Louis Armstrong con 90 años lo querría en mi festival. Y a Aretha Franklin, James Brown, Otis Redding… porque allí se reconoce la maestría y la experiencia. No se entiende que vayas a cantar y pongas al público de pie y, sin embargo, cueste tanto que te contraten. Ésa es la realidad.

-¿Tienen el flamenco y Sevilla una deuda con José de la Tomasa?

-Me acuerdo de Machado con aquello de que Sevilla engorda a sus hijos y luego les corta la cabeza. El día 20, por ejemplo, me dan un homenaje en Madrid, sin embargo, ves aquí lo de los Grammy y que no hay ninguna representación de los cantaores de Sevilla, cuando quedamos Aurora Vargas y yo. Esto sí me da tristeza porque he llevado el nombre de mi ciudad y de mi Alameda por todo el mundo. Más sevillanía no se puede tener.

-En realidad, lleva toda la vida manteniéndose inalterable a las modas y al mercado, ¿para ser un cantaor jondo no queda otra que ser indie?

-Pues mira, es verdad que me han dado los premios más prestigiosos, como la Medalla de Sevilla, que me concedieron el año pasado. El problema es que eso no significa que te llamen. Procuro ir donde me apetece y he aprendido a aceptar las cosas como vienen pero sí te digo que aquí estoy. Con mis conocimientos y una voz que me sigue respondiendo.

"A las últimas bienales no he ido porque me pedían un proyecto escénico y mi proyecto se llama enea. Mi silla de enea y mis tocaores son mi escena"

-Preocupa en cualquier caso que cada vez haya menos recitales incluso en las peñas o en los festivales flamencos, ¿qué le pasa al cante?

-Hombre, a las últimas bienales no he ido porque me pedían un proyecto escénico y mi proyecto se llama enea. Mi silla de enea y mis tocaores son mi escena. Perdonen señores pero eso es lo que hago. No me pidan que meta lo que me piden, ni un folleto grande… Lo respeto pero no lo entiendo.

-Lo cierto es que artistas como Israel Fernández llenan el Maestranza con esas propuestas más escénicas…

-Lo que veo ahora en general es a una generación muy loca, que va muy deprisa, queriendo hacer cosas, pero todo eso es falta de conocimiento. Te digo una cosa. Aquí a la gente le encantan las pizzas y las hamburguesas pero cuando se come una berza con pringá se vuelven locos. Pues esto pasa con el cante grande. Lo bueno siempre gusta. Si soy capaz de transmitir con mi cante a un señor de Japón o a uno de Rusia cómo no le va a llegar a alguien de aquí. Los tiempos están raros, menos mal que a mí siempre me queda mi cante. Hoy mismo he estado escuchando a Curro Mairena… ésa es mi merienda. En vez de los dos donuts pongo mis cantecitos y me apego a esa forma de cantar.

-¿Se pierde alguna vez el nudo en el estómago?

-El nudo es la cajita de música que llevamos dentro y siempre tienes el reparo porque esto es un instrumento que va regido con el alma y hay veces que va bien y hay veces que no. Temes por el instrumento, que es algo celestial. Pero ese pellizquito también es el que te ayuda y cuando haces el primer cante se va y llega la magia.

-¿Qué le da el cante?

-Siempre digo que el cante es mi psiquiatra. Cuando subo a un escenario me registro cómo estoy y cómo soy. Ahí me desahogo, tengo los tubos de escape para echar fuera los problemas. Siempre con la cara de mis hijos en mi mente, que es lo que me da fuerza.

-¿Qué sueños le quedan por cumplir?

-Ahora voy a grabar mi disco El Corral del Moro donde me traslado a mi infancia, donde nací y viví con mis hermanos. Pero además tengo un nuevo poemario, El lenguaje del cante, donde recojo lo que voy escuchando a la calle. La verdad es que me encantaría poder presentar los dos proyectos juntos.

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