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"Este año, porque la cultura tiene algo de terapia, decidimos apostar por el humor"

Gonzalo Andino. Director de Circada

La nueva edición de la cita trae a artistas como Capitán Maravilla o Joan Catalá.

Andino lamenta que "no tenemos la mirada educada para apreciar el circo como fenómeno cultural"

Gonzalo Andino, el pasado viernes en el Espacio Santa Clara. / Juan Carlos Vázquez

Tras algunas actuaciones previas en la provincia, Circada arranca este martes en la capital su decimotercera edición, una convocatoria heroica que mantiene casi intacta la oferta que se había diseñado para junio, cuando el festival iba a celebrarse inicialmente. Ahora, hasta el 2 de noviembre, este escaparate del mejor circo contemporáneo, una propuesta en la que tienen cabida la audacia, la poesía y la diversión, reivindica en estas complicadas fechas el humor, "la necesidad de la risa para la sanación del espíritu y la fortaleza mental". Hoy, los organizadores recomendaban a los espectadores que por las lluvias que se esperan esta semana estuviesen atentos cada mañana a sus redes sociales, por si el tiempo obligaba a algún cambio de ubicación. Antes, el pasado viernes, su director, Gonzalo Andino, detalló a este periódico las claves de Circada 2020.

–Dedican esta edición al Mes de Danza, que este año no se celebra. El gesto es, además del homenaje a una cita imprescindible en la ciudad, una llamada de atención sobre las dificultades que afrontan los festivales y las iniciativas culturales...

–Sí. María [González, la responsable del Mes de Danza] no está cansada del proyecto, sino de que sea tan complicado sacarlo adelante. Los promotores culturales, sobre todo los que trabajamos con la Administración pública, vivimos en el autoengaño de que las cosas se arreglarán, y todos los años, por una cosa o por otra, resulta más difícil hacer un festival u organizar algo. En la cultura se trabaja desde la precariedad, pero también con unos lenguajes tan distintos a la Administración que llega un momento en el que te preguntas si esto merece la pena. Era eso lo que queríamos reivindicar: cómo es posible que un encuentro como el Mes de Danza, con veintitantas ediciones, un público consolidados, premios que reconocen su trayectoria, cuelgue de un hilo.

–En esta ocasión, como medida para controlar el aforo, el público deberá comprar las entradas –a precios muy reducidos, dos y cuatro euros– para acceder a los espectáculos al aire libre.

–No veíamos la opción de poner invitaciones, porque eso tiene el peligro de que alguien reserve muchas que luego no utilice y se queden espacios vacíos y gente que estaba interesada sin poder acceder. Decidimos poner precios populares, que no supusieran una barrera, pero que sí garantizaran la asistencia. Esas entradas nos aseguran además la trazabilidad, un sistema fiable frente al covid. Nos hace mucha ilusión que el patio de la Escuela de Arte Dramático sea uno de los espacios junto con las setas y los jardines del Valle. Todos los años rastreamos la ciudad en busca de lugares especiales, sobre todo por el programa de los barrios, pero este año necesitábamos además sitios que tuvieran puerta, que se pudieran acotar fácilmente, porque no contemplábamos soluciones como lo de vallar la Alameda... Y dar con Arte Dramático ha sido una suerte. Ojalá que nuestra programación ayude a que algún estudiante que no se haya planteado el circo como posibilidad abra su mente.

Un momento de la presentación de Circada, con el cartel de Alfonso Barragán. / Juan Carlos Vázquez

–Circada despliega cada convocatoria una oferta muy ecléctica. De esta edición, ¿qué destacaría?

–Hay una propuesta que me parece interesantísima, que en otra edición se habría programado en complicidad con el Mes de Danza, y es Pelat, de Joan Catalá, un artista muy reconocido que ha estrenado un montón de veces en el Mercat de les Flors, por ejemplo. Aquí se basta con un palo de, no sé, tres o cuatro metros, para construir un espectáculo que lleva siete años de gira y que por fin viene a Sevilla [estará el 23 y 24 en las Setas]. Y otra visita que nos emociona es la de Capitán Maravillas [este martes en Bellavista; el 22 y 23 en las Setas], que era una deuda pendiente en la historia de Circada. Él es de Marbella, pero hemos tardado 13 años en traer a uno de los artistas de referencia, en parte porque pasa ahora mucho tiempo en Japón.

–Y a la hora de diseñar la oferta han dado prioridad al humor, para aportar algo de luz a un tiempo tan oscuro...

–A veces se olvida que el clown forma parte del circo y los payasos, con razón, nos tiran de las orejas. Pero, sobre todo, centramos la programación en el humor porque creemos en el poder terapéutico de la cultura, creemos que hay un vínculo entre la salud mental y la física... Pensamos que ésta debía ser la contribución de Circada en un momento así. El payaso no es sólo un cómico, es un artista que también puede llevar la poesía a territorios que desconocemos, sacarnos de la realidad a través de las emociones.

"A veces se nos olvida que el 'clown' es también parte del circo, y los payasos nos tiran de las orejas"

–La gala Sevilla, Increíble Pero Circo Vol.2 reunirá por segundo año consecutivo a lo mejor del circo sevillano, un sector que ha vivido una evolución increíble.

–En el año 2008, cuando empezamos, habría sido imposible hacer una gala con artistas sevillanos, porque no habría habido suficientes y porque no habrían tenido, ni de lejos, el nivel de ahora. Hace diez años era inconcebible hacer dos galas con artistas locales, poner la mano en el fuego por la enorme calidad que tendrán sus actuaciones... Hoy estamos ante un panorama muy interesante.

–Usted ha puesto alguna vez como ejemplo del escaso interés que despierta el circo en los medios que a Greta García Jonsson, bailarina con Las Hermanas Gestring y artista de circo con Lanördika, sólo la entrevisten por temas de danza.

–Es significativo del reconocimiento social que le falta al circo, sí. En Andalucía, por ejemplo, no existe ni un solo periodista especializado en la materia, y en la Administración pública tampoco hay ningún experto en el tema. No te voy a engañar, eso incluso nos ha venido bien, porque nosotros cubrimos un vacío. Pero el caso de Greta es llamativo. A mí me encantan las Hermanas Gestring, el suyo es un currazo, pero tienen, no sé, diez bolos al año, y Lanördika, en el primer año, hicieron más de cien bolos. ¡Y eso no lo sabe nadie! Nadie vincula a Greta con esto. ¿Cómo es posible? Básicamente, porque no tenemos la mirada educada para contemplar el circo como un fenómeno cultural.

Más información en festivalcircada.com

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