Mario Vaquerizo actuará en Icónica Sevilla Fest: “Ser políticamente correcto es un coñazo”
Mario Vaquerizo | CANTANTE
Dice que la fama le vino "dada" al casarse con Alaska, pero su arrolladora personalidad le da entidad propia, y el 1 de julio, cuando actúe con las Nancys Rubias en el Icónica Sevilla Fest, lo demostrará
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A Mario Vaquerizo (Madrid, 1974) se le puede calificar de muchas cosas, lo que no se puede decir de él es que pase indiferente ni deje de cumplir las expectativas de quien le conoce. Su talante y su forma de expresarse, física y verbalmente, hacen referencia a la "poliédrica" personalidad de este transgresor cantante, escritor, actor, periodista y showman orgulloso de ser como es, nada "sectario" ni "prejuicioso", y que no cambia "ni delante y ni detrás de una cámara". Una seguridad en sí mismo que transmitirá junto a las Nancys Rubias, su “ecléctico” grupo, en la Plaza de España de Sevilla el próximo 1 de julio, cuando participará de un cartel único que completan ese día Fangoria y Ana Torroja en el Icónica Sevilla Fest.
–Noche histórica la del 1 de julio. ¿Qué se siente formando parte de un cartel tan memorable?
–Es increíble compartir escenario con Ana Torroja, que nunca lo habíamos hecho, y te está hablando el mayor fan de Ana. Y, después, telonear para dar paso a Fangoria está guay, y sobre todo en uno de los festivales que se está consolidando como el Icónica Sevilla Fest, y en un marco tan incomparable como la Plaza de España. Todos los proyectos son bonitos, todas las ciudades son chulas, pero este cómo que te apetece más. Estamos deseando coger la nancyfurgo para darlo todo allí. Nos gusta mucho Sevilla y encima es un lujo formar parte de este cartel, porque están los mejores tanto a nivel nacional como internacional. Nos sentimos muy reconocidos.
–¿Cómo piensa meterse a Sevilla de nuevo en el bolsillo?
–A mí Sevilla es la que me tiene en el bolsillo. Yo soy una persona muy normal. Soy simpática, buena gente y, sobre todo, como me gusta lo que hago, me gusta transmitir lo que me hace sentir bien. Estar con mi grupo allí me da energía y subidón. Es un halago pensar que me meto a Sevilla en el bolsillo, es algo muy difícil. Yo siempre que he estado allí me encuentro a gusto. Sobre todo disfruto cuando voy a hacer teatro, porque no es como en los conciertos, que apenas te dejan disfrutar de la ciudad. Sin embargo, cuando estuve con Alaska, con Bibiana Fernández o Marisol en el teatro, como te vas a vivir allí unos cinco días, te permite disfrutarla, vivirla de día,... Eso hace que Mario Vaquerizo y Sevilla hablen el mismo idioma.
–El pop es su santo y seña, desde su perspectiva, ¿cómo ha evolucionado la música en estos años?
–Nosotros en particular hemos evolucionado poco. La propuesta de Nancys Rubias no deja de ser una propuesta muy clásica de grupo de pop rock, con influencias que van desde David Bowie a Kiss, pasando por Rafaella Carrá o Boney M. Hemos sido muy eclécticos, hemos evolucionado más como artistas que como propuesta musical. La línea editorial de las Nancys Rubias es tener una actitud lúdica como grupo, es decir, que no solo nos dedicábamos a la música. En un primer momento no vivíamos de esto, invertíamos los dineros extras que conseguíamos de otros trabajos. ¿Y qué ha pasado después de casi veinte años? Que se ha convertido en un medio de vida. Sin embargo, no hemos querido dejar esos trabajos porque nos gustan, así que nos hemos convertido en un grupo muy atípico. Somos unas marcianas en el panorama de la música en España. No hay un grupo como Nancys Rubias en España. Habrá gente a la que le guste y a la que no, pero nos gusta a nosotros. No formamos parte de la industria, la industria tampoco nos toma muy en serio, sin embargo el público sí porque no paramos de actuar. En 19 años de carrera solo paramos uno, y este año vamos a hacer más de 40 conciertos, viniendo de hacer otros 40 el año pasado. Algo tendrá el agua cuando la bendicen... Nosotros lo estamos pasando bien, seguimos con la misma actitud y con la misma propuesta musical.
–Ahora sois Orquesta Nancy...
–Lo hemos decidido así porque queremos hacer un homenaje a todas esas grandes orquestas que van por todas las ciudades y los pueblos en las fiestas patronales, donde se dedican a cantar canciones de otras personas y eso es lo que hace que los conciertos sean un éxito, porque cantan canciones que conoce todo el mundo. Nosotros cantamos también canciones que nos han marcado, como Dinarama, Paulina Rubio, etc. porque tenemos la mente muy abierta y no somos nada dogmáticos, nos gusta todo tipo de música. En Sevilla vamos a cantar, por ejemplo, temas de Baccara o de los Dandes. Uno se lo pasa bien cantando y además actúas para un público mayoritario, no solo para los fans.
–¿Por qué dice que la industria no les toma muy en serio?
–Porque nosotros reconocimos en todo momento que no sabíamos tocar instrumentos. Pero yo sí canto, grabo mis discos y lo que vamos es con las bases grabadas a los conciertos, pero con los coros y las voces en directo. Hemos producido mucho revulsivo, porque consideramos que para ser dueño de un grupo no tienes que saber tocar un instrumento. Yo podría aprender a tocar la guitarra pero no me apetece, y no por no tocarla soy menos dueño de mi grupo o menos artista. Hemos sido muy sinceros al reconocerlo, porque otros van así y no lo reconocen, y están en su derecho. De hecho, nosotros, por esa sinceridad, no sonamos en radio, pero ya la finalidad no está en la radio, porque no paramos de actuar.
–¿Un artista nace, no se hace?
–Justo. Es cierto que con el tiempo te vas profesionalizando, pero la esencia está ahí. Y en Nancys Rubias es pasarlo bien. Muchos grupos se quejan de pasarlo mal, de que no les contratan para grabar un disco y no sé qué esperan a grabarlos ellos. Nosotros no somos nada quejicas ni nada lastimeros. Si la industria no nos toma en serio, con sinceridad, nos da igual. El que nos toma en serio es el público, que al fin y al cabo es el que manda, y los promotores de los festivales, que nos contratan.
–Arrastrar y convivir con legiones de fans conlleva mucha responsabilidad, ¿no?
–Lo que te produce es alegría. Cuando voy por la calle noto mucho el cariño de la gente, y al que yo no le guste le agradezco su buena educación, porque jamás me han mostrado un lado negativo. Está la responsabilidad de la profesionalidad, de hacerte una foto si se puede. La fama no es mala. A mí me vino dada, además, desde que me casé con Alaska, pero sí tengo la responsabilidad de gestionarlo como creo que es mejor. No tengo filtros, me muestro como soy, y eso la gente lo valora. Soy un tío normal con el que se sienten reflejados. Me gusta ser simpático, no borde. Cuando me pongo borde, porque me obligan a ello, después me arrepiento.
–Pasar indiferente para usted es imposible, ¿es esto un plus o puede llegar a ser un lastre?
–No lo veo como un lastre. Me gusta la gente única, y no es que yo lo sea, pero sí es cierto que por no ser prejuicioso o sectario, o de mostrarme tal y como soy, riéndome de mí mismo, se me puede ver como un loco, pero lo que soy es muy poliédrico. También hay otra parte de mí que es muy germánica. Me gusta mucho mi trabajo y soy muy escrupuloso con mis cosas. Si tener personalidad significa no dejar indiferente a nadie, bendita personalidad.
–Su personalidad y su trabajo no tienen lecturas separadas, van en pack...
–Mi vida pública y mi vida privada es la misma. Soy igual de insoportable y de pesado en la televisión que con unos amigos en una reunión. A veces me preguntan cuánto de mí es personaje y cuánto hay de verdad, en mi caso es lo que hay delante y detrás de una cámara. A lo mejor es porque me siento muy seguro de cómo soy y esa seguridad te hace que te muestres tal y como eres. A mí me ha salvado la vida. Si despiertas una sonrisa, siempre es agradable.
–¿Esa es la fórmula para conquistar dentro y fuera del escenario?
–Claro que sí. Yo es que estoy muy orgulloso de ser como soy y muy agradecido a mis padres de que me engendraran y me hicieran no ser dogmático, ni sectario, de ser vital, buena gente y de querer siempre para los demás lo que quieres para ti.
–Ha tocado todos los palos profesionales, ¿con cuál se siente más cómodo?
–Me encuentro bien en todos. El de showman, cantante, comentarista, periodista y representante, de escritor, de actor de teatro... en todo lo que hago. Lo que no me gusta, no lo hago. Me siento muy afortunado porque he conseguido que mis aficiones se conviertan en mi forma de vida, y eso es un lujo y un privilegio. No paro de trabajar de lunes a domingo, pero no tengo la sensación de estar trabajando, aunque te pagan y además tienes una responsabilidad. También he tenido suerte de que hay cosas que me han venido dadas. Jamás pensé ser actor de teatro o escritor, lo que tenía claro era ser periodista –y por eso estudié la carrera en la Complutense– y lo de ser nancy rubia. Lo demás han sido propuestas, y con respeto, prudencia y mucho trabajo, al final ves el resultado y te gusta. A lo mejor he tenido la suerte o la capacidad para gestionarlo bien, pero lo he hecho.
–La salud le ha jugado malas pasadas durante algún tiempo, ¿ha afectado a su talante?
–Solo cuando estaba con el dolor. Sufría mucho porque no tenía ganas de ver a nadie. El dolor de la artrosis degenerativa me minaba y me daba mucha frustración. Tuve que suspender navidades y cenas, y eso me rebelaba pero no pude combatir el dolor durante dos meses. Pero vamos, que no me ha pasado a mí solo. La salud es lo más importante.
–¿La irrupción de las plataformas y las redes sociales viene grande a los comunicadores?
–No viene grande, no deja de ser un avance, lo que ocurre es que no sabemos gestionar los avances. Está muy bien que existan, pero no nos olvidemos de que existen de antes otras no redes sociales que fueron muy importantes y que habrá quien quiera utilizarlas y quien no. Pero lo que no se tienen es que sentir excluidos los que no quieran usar lo que hay hoy. Yo las uso sin que me vaya la vida en ello y no me creo todo lo que veo en ellas. Se confunde la información con la opinión. Hagamos un buen uso de ellas. El contacto con personas, la investigación, el acceso a internet es maravilloso, pero esa inmediatez que nos han dado tienen que tener un buen uso y no terminar siendo un patio de porteras. A mí los haters lo que me producen es lástima, yo no tengo tiempo de criticar por criticar. No lo entiendo.
–¿Ser políticamente correcto está sobrevalorado?
–Ser políticamente correcto es un coñazo. Bueno, yo es que no sé si lo soy o no. Ahora estamos en estos momentos de tanta corrección absurda y todo tan polarizado que por no estar en un sitio u otro entonces ya eres políticamente incorrecto, pero es que yo voy a seguir siendo así. No soy nada sectario ni nada dogmático, y mi amplitud de miras es múltiple y variada, y me puede gustar una cosa de un lado y otra de otro.
–¿Cree que siempre se le ha entendido o le afectan mucho las críticas?
–Me da igual, me toca el coño las críticas. Me afecta que la gente que me conoce me diga que me estoy volviendo loco o que soy un borde, incluso cuando haya cosas que no les gusta si que echo cuenta a quien me importa..., lo demás está de más, como decía la Torroja.
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