Sinuosas fantasías para bailar

Ensemble L'Inégalité | Crítica

El Ensemble L'Inégalité en el Alcázar
El Ensemble L'Inégalité en el Alcázar / Actidea

La ficha

ENSEMBLE L'INÉGALITÉ

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25 Noches en los Jardines del Real Alcázar. Ensemble L’Inégalité: Roi Fernandes y Ángela Luis Rodríguez, violines; Ricardo Huete, violonchelo; Leire de Diego, clave.

Programa: ‘Harmonia artificiosa’

Jean-Marie Leclair (1697-1764): Obertura en la mayor Op.13 nº3 [1753]

Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704): Partia V en sol menor de la Harmonia artificioso-ariosa [1696]

Arcangelo Corelli (1653-1713): Sonata en trío en re mayor Op.2 nº1 [1685]

Marco Uccellini (c.1603-1680): Aria sopra la bergamasca [1645]

Domenico Gallo (1730-1768): Sonata en trío nº7 en sol mayor [ed. 1780]

Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: Jueves, 29 de agosto. Aforo: Casi lleno. 

Un programa en torno a la suite barroca, es decir, la danza estilizada, por un conjunto joven ya conocido de la ciudad que salió airoso tanto del extremo grado de humedad de la noche como de una amplificación algo estridente y que privilegió en exceso al clave. Roi Fernandes tiene un arco ágil, fácil, todo resulta elegante y flexible en sus maneras y supo imprimir a las obras interpretadas el carácter de fantasía que anunció gracias a una articulación variada en que los acentos marcados y las rectas alternaron con perfiles más sinuosos. Sus compañeros lo siguieron con buena afinación (con pequeños problemas al inicio y en el comienzo de la passacaglia de Biber) y el mismo tipo de fraseo.

Leclair era francés pero su obertura es perfectamente italiana y el grupo lo reconoció con sus imperiosos acentos dramáticos. La Partia V de la Harmonia artificioso-ariosa de Biber, escrita en scordatura (afinación heterodoxa de los violines solistas), tiene en cambio un carácter muy francés pese a que sus ritmos apuntillados recibieran un tratamiento un punto severo, con un fraseo demasiado metronómico. L’Inégalité pareció poner el énfasis en el color e hizo una versión muy lenta y relajada de la magnífica passacaglia de cierre, con una parada justo antes para ajustar la afinación, sin duda necesaria, pero que afectó (palmas inevitables entre medias) al sentido orgánico de la obra. Fulgurante sonata da camera de Corelli, de generosa ornamentación, antes de una Bergamasca en la que glosaron a voluntad la versión que de esta famosa danza del norte de Italia hiciera ya en su día de forma imaginativa Uccellini, adelantando los recursos del stylus phantasticus (como luego repitieron en la propina con la chacona de Merula, todo muy acorde con la práctica del tiempo). Para terminar, una de esas Sonatas de Gallo que luego arreglara Stravinski para su Pulcinella sonó grácil y ligera, con un Andante lírico y afectuoso, muy en estilo galante.

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