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Emmanuelle | Crítica

Noémie Merlant protagoniza esta nueva versión de 'Emmanuelle'.

La ficha

● 'Emmanuelle'. Drama / Erótico, Francia, 2024, 117 min. Dirección: Audrey Diwan. Guion: Audrey Diwan, Rebecca Zlotowski. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Fotografía: Laurent Tangy. Intérpretes: Noémie Merlant, Naomi Watts, Will Sharpe, Chacha Huang, Carole Frank. 

A finales de los años 50 circuló por Francia en ediciones clandestinas la novela erótica Emmanuelle, presunto relato autobiográfico de Emmanuelle Arsan. En los años 60 se publicó legalmente y conoció un éxito inmediato. Pronto se supo que el nombre era un seudónimo que ocultaba el de la franco-tailandesa Marayat Bididh, casada con el diplomático francés Louis-Jacques Rollet-Andriane, que en este juego de muñecas resultó ser el autor de la novela en parte basada en experiencias vividas con su mujer (y con unos cuantos más, en la mejor y más sofisticada tradición libertina francesa de sexo y lujo).

En 1974 el mediocre realizador de películas eróticas Just Jaeckin y la sensual Sylvia Kristel la convirtieron en la primera película de porno blando con distribución en los grandes circuitos de estreno (menos en España, por supuesto, que entonces lo verde empezaba en los Pirineos) y un inmenso éxito de taquilla que originó una interminable lista de secuelas.

Dos años antes Garganta profunda había sido el primer porno distribuido por una gran compañía, Columbia, fuera del circuito X en Estados Unidos. Y ese mismo año Pasolini finalizaba Saló o los 120 días de Sodoma cargando con furia contra la utilización consumista de la libertad sexual, pervirtiéndola, convirtiendo el cuerpo en mercancía y utilizándola como sustitutivo de toda verdadera libertad. Eran tiempos confusos en las que películas de un cierto interés, pero muy sobrevaloradas como Último tango en París (1972), o mamarrachos como Portero de noche (1974) y el porno blando de Emmanuelle (1974) o de Bilitis (1977), se tomaban por ejercicios liberadores.

No funciona ni como deconstrucción feminista del mito erótico de los 70 ni como porno-chic con mensaje

Cincuenta años después Audrey Diwan (El acontecimiento: singular este salto de la novela de Annie Ernaux a la de Emmanuelle Arsan) vuelve a la novela y al personaje para hacer una lectura se supone que feminista, distante y fría. Lo primero no lo consigue, pese a darle la vuelta al personaje que ya no es un juguete sexual de los hombres sino una inspectora o controladora de calidad del servicio de un lujoso hotel de Hong-Kong en busca de su propio placer. Lo segundo tampoco, pese al esteticismo y el estilismo con un cierto aire de anuncio de revista de lujo. En cambio, lo tercero sí lo consigue, por lo menos en lo que se refiere al espectador al que deja frío y aburrido (y no porque no sea poderosa la presencia de Noémie Merlant).

No funciona ni como deconstrucción feminista del mito erótico de los 70 ni como porno-chic con mensaje. Y además se trata de un ejercicio estéril: ¿alguien dudaba del carácter machista, cosificador y por ello convencional de aquella mala película de porno blando del 74?

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