Canciones desde México
Mapa de Músicas | Emiliana de Zubeldía. Canciones
Elena Rivera y Jorge Robaina culminan en IBS la grabación de las canciones de la compositora navarra Emiliana de Zubeldía
“La única vez que vi a Emiliana de Zubeldía yo tenía diez años, ella era ya mayor y aún dirigía el Coro de la Universidad de Sonora. Y así la vi, en la inauguración de la iglesia del barrio donde crecí conduciendo su agrupación coral el verano de 1985.” Así comienza el Prólogo que Elena Rivera ha escrito para un libro con la edición de las canciones de Emiliana de Zubeldía que acaba de publicarse en México y en febrero se presentará en Madrid.
Elena Rivera es cantante. Llegó a Madrid en el año 2001 para estudiar en la Escuela Superior de Canto y después de trece años en España se volvió a Hermosillo, su ciudad natal, capital del estado mexicano de Sonora, desde donde me habla. “Cuando Emiliana llegó a Hermosillo, la ciudad tenía 45.000 habitantes, que se dedicaban mayoritariamente a actividades agropecuarias. Corría el año 1947. La Universidad de Sonora se había fundado hacía un año y medio o así. El rector de la universidad le ofreció crear la Academia de Música y ella, que vivía en México, se aventuró a venirse aquí y aquí estuvo hasta su muerte. Creó todo un movimiento cultural y se convirtió en una verdadera institución”.
Emiliana de Zubeldía había nacido en la localidad navarra de Salinas de Oro en 1888. Estudió en Pamplona y en Madrid antes de marcharse en 1904 a la Schola Cantorum de París, donde fue discípula de Vincent D’Indy y Désiré Pâques. En 1910 estableció la Academia Zubeldía de Música en Pamplona y en 1920 obtuvo plaza de profesora de piano en la Academia Municipal de Música de Pamplona. Se casó, pero el matrimonio (un agujero negro de su biografía) no duró mucho, volvió a París en 1922 y seis años después se marchó a América, donde residiría el resto de su vida, los últimos cuarenta años en Hermosillo, donde hoy el Teatro Municipal y una Fundación llevan su nombre.
En Hermosillo vivió siempre en un hotel , en una habitación ínfima, que parecía una celda de castigo.
“En Hermosillo vivió siempre en un hotel –me cuenta el pianista Jorge Robaina desde Madrid–, en una habitación ínfima, que parecía una celda de castigo, vestida de negro de arriba abajo, en una ciudad que en invierno llega a 32 grados y en verano puede alcanzar 52, te lo digo yo, que he ido en invierno y en verano. Era el prototipo de mujer navarra, bajita, pequeñita, pero con un carácter tremendo, a la vez muy exigente, muy perfeccionista, y con mucho amor por la música. Ella quería que todo el mundo estudiara música, a sus alumnas les decía que no se casaran, para que no dejaran la música. Allí en México tuvo contacto con Casals y con la cultura española del exilio, aunque ella en realidad no se exilió por la guerra, se fue mucho antes. Era un personaje. Se quitaba años. Nadie sabía cuántos tenía, pero murió con 98, así que cuando Elena la conoció debía de tener 95 o 96”.
“Recuerdo perfectamente que aquel día hacía mucho calor y yo la vi enojadísima. Había ido con su coro universitario a la inauguración del templo de la Virgen del Pilar, justo en mi barrio, y estaba muy enfadada porque la ceremonia se retrasó. Recuerdo la energía que desprendía”. En aquel momento, la niña Elena Rivera no sospechaba que ella acabaría dedicándose profesionalmente a la música y grabando las canciones de Emiliana. “Conocí a Jorge en la Escuela de Canto. Uno de los premios que gané fue el de la Fundación Guerrero. Yo gané como mejor cantante y Jorge ganó como mejor acompañante de piano. Pero él no era mi pianista acompañante. Sin embargo, en algún momento nos hicieron actuar juntos. Ahí empezó nuestra colaboración”. “Elena me invitó a acompañarla a Hermosillo para un concierto, y ahí actuamos en el teatro Emiliana de Zubeldía. ¿Quién es esa señora?, le pregunté”. “Me sorprendió que un músico español no supiera de Emiliana, pero fue él quien insistió en conocer su música. Prácticamente toda está en el Archivo de la Universidad de Sonora, y no fue fácil conseguirla.” “El asunto es –comenta Robaina– que Zubeldía no dejó herederos, sus dos hermanos eran curas, por lo que tampoco había familiares cercanos, así que los derechos de su música pertenecen a la comunidad de Navarra, y hubo que convencer de eso a la Universidad de Sonora. Por suerte, Leticia Varela, alma máter de la Fundación y autora del único libro monográfico sobre su figura, ha hecho un trabajo excelente. Elena consiguió una ayuda de una institución pública de Sonora para la publicación de un libro con la edición de sus canciones y este segundo disco, ya que hicimos hace años un primer álbum con las canciones que estaban ya publicadas. Estas se conservaban en forma de manuscrito y no tenían difusión”.
En efecto, en 2017 IBS publicó Soles y brumas, un álbum con canciones de Emiliana de Zubeldía, y ahora acaba de editar un segundo volumen, que incluye cuatro secciones: Fábulas infantiles, un ciclo con canciones sobre textos de Iriarte y Samaniego; Poetas de América, piezas no agrupadas en ciclo sobre textos de poetas (sobre todo, mujeres) americanos, algunas en inglés; Poemas mínimos, sobre miniaturas, auténticos haikus, de Juan José Tablada; y Canciones de cuna, una tradicional vasca y otra con texto inglés. “Está toda su música para voz y piano, al menos que conozcamos. El primer álbum –dice la soprano mexicana– es más serio, representa más esa fuerza, ese carácter que mostraba ella; en el segundo, hay más ternura”. “También está su parte pedagógica –me añade Robaina–, pero a mí lo que más me llama la atención es su espiritualidad. Era una mujer muy religiosa, y eso se filtra en muchas de sus canciones. Esperamos que la edición física de esta música permita una mejor y mayor difusión de su obra, porque merece realmente la pena”.
La ficha
SOLES Y BRUMAS II
Emiliana de Zubeldía (1888-1987)
Fábulas infantiles
[1] La ardilla y el caballo [Tomás de Iriarte]
[2] La pulga y el camello* [Félix María de Samaniego]
[3] La abeja y el cuclillo* [Tomás de Iriarte]
[4] Los gatos escrupulosos* [Félix María de Samaniego]
[5] La zorra y las uvas* [Félix María de Samaniego]
[6] La rana y la gallina [Tomás de Iriarte]
[7] El burro flautista* [Tomás de Iriarte]
[8] El oso, la mona y el cerdo* [Tomás de Iriarte]
Poetas de América
[9] Padre nuestro [Julio Mercado]
[10] Haced el bien sin mirar a quién [Emiliana de Zubeldia]
[11] La roca [Arturo de Capdevila]
[12] Y los niños oyeron hablar del arco iris [Pedro Juan Labarthe]
[13] La manca [Gabriela Mistral]
[14] El buen día [Juana de Ibarbourou]
[15] Mi corazón fue una hoguera [Rosario Sansores]
[16] When The Orange Blossom time [Ellen McGrath de Galbán]
[17] Cada uno [Antonio Medis Bolio]
[18] Viaje eterno [Luisa Luisi]
[19] In old Havana [Ellen McGrath de Galbán]
Poemas mínimos [José Juan Tablada]
[20] La abeja
[21] El sauz
[22] El caballito del diablo
[23] El pavo real
[24] Mariposa nocturna
[25] Peces voladores
Canciones de cuna
[26] Loa loa [Tradicional vasca]
[27] Lullaby [Ellen McGrath de Galbán]
Elena Rivera, soprano
Jorge Robaina, piano
*Javier Castilblanque, flauta
IBS Classical
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