Nacida para triunfar

Jazz

Una exhaustiva y ambiciosa biografía repasa la vida y la obra de Ella Fitzgerald, una de las voces decisivas de la crónica jazzística

Ella Fitzgerald (Newport News, Virginia, 1917-Beverly Hills, 1996).
Ella Fitzgerald (Newport News, Virginia, 1917-Beverly Hills, 1996). / D. S.
Salvador Catalán

31 de marzo 2024 - 06:11

La ficha

Ella Fitzgerald. La cantante de jazz que transformó la canción norteamericana. Judith Tick. Libros del Kultrum, 2024.

Cuenta la autora de esta obra que fue su madre quien le inculcó su pasión por la "excelsa belleza" de la voz de Ella Jane Fitzgerald (1917-1996). Aquellos discos apilados en la consola de su salón enamoraron a una Judith Tick que, en 1956, con tan solo trece años, ya había memorizado el legendario doble Ella Fitzgerald Sings The Cole Porter Song Book (1956) a modo de inicio de una relación emocional que décadas después desembocaría en Ella Fitzgerald. La cantante de jazz que transformó la canción norteamericana, la ambiciosa biografía que Libros del Kultrum publica ahora en España; la primera disponible en habla hispana, producto de más de una década de investigaciones.

No fue Fitzgerald una mujer con vida sencilla. Desde sus pobres inicios en Yonkers (Nueva York), marcados por el abandono de su padre, la muerte de su madre cuando solo tenía 15 años y un duro internado en un reformatorio, hasta su muerte el 14 de junio de 1996 en su casa de Beverly Hills, California, a los 79 años, después de que le amputaran ambas piernas, Ella tuvo que sufrir, como tantos otros ciudadanos afroamericanos, ingratas experiencias de discriminación racial y abuso sexual, acentuadas por su condición femenina y su papel como vocalista, una faceta postergada durante décadas por el predominio del jazz instrumental. Su vida íntima tampoco fue una balsa de aceite. Refugiada en un habitual hermetismo, su segundo y breve matrimonio con el gran contrabajista Ray Brown y la educación de su adoptado único hijo, Ray Jr (en realidad, hijo de su hermanastra Frances) fueron hitos que terminaron por forjar un perfil recluido donde el público fue el esencial asidero, sin olvidar su compromiso político y actividad filantrópica.

Cubierta del libro.
Cubierta del libro.

En lo artístico, Ella siempre se preocupó por adoptar un punto de reinvención que no la llevara a perder vigencia. De su primera audición de 1934 en el neoyorquino Teatro Apollo –donde su director musical, Benny Carter, pudo certificar que aquella nerviosa chica era "una cantante que había nacido para triunfar"– a las aplaudidas alianzas con gigantes de la talla de Louis Armstrong o Duke Ellington e instituciones como el Jazz at the Philharmonic (JATP) del productor Norman Granz, pasando por su años de swing junto a Chick Webb o su conexión bebop, Fitzgerald hizo méritos suficientes para convertirse en la First Lady of Song capaz de reinar en el jazz con su brillante voz pero también de insertar su cultura expresiva afroamericana en villancicos, contextos sinfónicos o versiones de grupos de rock, pop o soul, no siempre con plausibles resultados.

Judith Tick desbroza y contextualiza con minuciosidad todo este entramado vital y artístico, sus interminables y sobrecargadas giras, algunas de ellas a la cabeza de su propia big band o junto al citado JATP, las a menudo complejas relaciones con familiares, managers o secretarias, el paso por sellos como Decca, Verve –sin duda su fase más lustrosa, con sus modélicos Song Books en el epicentro–, Capitol o, ya en su ocaso, Pablo, una superflua faceta cinematográfica, el menosprecio de elitistas colegas y de ciertos críticos del jazz, o los problemas de salud derivados de una diabetes diagnosticada a principios de los años setenta del pasado siglo.

Un profuso catálogo de anécdotas, citas y notas a pie de página, reseñas, críticas, declaraciones y un breve álbum fotográfico jalonan las 552 páginas de este imprescindible volumen. El remate lo pone un apéndice con una lista de sencillos más vendidos más la consiguiente bibliografía y en el que solo se echa en falta un apartado discográfico que seleccione y desmigaje lo primordial de su obra. El extraordinario legado de una voz que conquistó trece premios Grammy y vendió más de cuarenta millones de discos pero que, en realidad, siempre quiso ser bailarina.

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