Náufragos detrás del velo

El mago | crítica

Instante de una representación de 'El mago' de Juan Mayorga.
Instante de una representación de 'El mago' de Juan Mayorga.
Alfonso Crespo

23 de enero 2019 - 00:00

La ficha

***** 'El mago'. Dirección y texto: Juan Mayorga. Escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer, EstudioDedos. Ayudante dirección: Carlos Martínez Abarca. Intérpretes: Clara Sanchís, José Luis García-Pérez, Ivana Heredia, María Galiana, Julia Piera, Tomás Pozzi. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Martes 22 de enero. Aforo: Tres cuartos.

La primera impresión recién subido el telón es la que queda: teatro de cámara con techo a la vista; interior de vodevil (con puertas en ambos límites) pero extrañado, al quedar sometido a un marco, a una caja. Puede que la sugerencia de Mayorga vaya por que la escena, antes de convertirse en un continente de historias, responde siempre a una arquitectura, es decir, a volúmenes, perspectivas, ritmos..., un receptáculo que acoge fuerzas, energías (además de y junto a los cuerpos). Podría ser éste el esqueleto de El mago, obra entre-dimensiones, entre-géneros, donde la diferencia entre presencias y ausencias resulta determinante para sentirla, indistintamente, como un pequeño drama o una gran comedia (y viceversa).

Obra montada, según confiesa el propio dramaturgo, con rapidez, en ella los personajes sueltan, por turnos y con igual prontitud, la fantástica situación de partida, como si mediante este “paso por la palabra” pretendieran reducir el pasmo ante esta nueva Nora, extraviada y desdoblada en la hipnosis del prestidigitador y el imán de la familia. Tensión entre el cielo y la tierra, el vuelo y el aterrizaje, la magia y el truco, que nos trajo a la cabeza el primer y tragicómico cine de Brisseau (en especial aquel telefilme, Les ombres), y que en Mayorga se traduce en un fértil tira y afloja entre lo cerebral y lo físico, como si al movimiento expansivo de lo discursivo y autoconsciente (las vidas posibles que acumulan, comparten e intercambian intérpretes y espectadores en todas las escenas del día a día) le siguiera, sin solución de continuidad, el divertido regreso a las mismas tablas de siempre, donde el teatro se reinventa repitiéndose.

No sabemos si El mago homenajea o condena a los demiurgos, si se compadece o celebra a estos náufragos por partida doble que son los actores. Sí que no creo que veamos nada mejor este año.

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