El gran carnaval extraterrestre
El hombre que amaba los platos voladores | Estreno en Netflix
La ficha
*** 'El hombre que amaba los platos voladores'. Comedia, Argentina, 2024, 107 min. Dirección: Diego Lerman. Guion: Adrián Biniez, Diego Lerman. Fotografía: Wojciech Staron. Música: José Villalobos. Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Sergio Prima, Osmar Núñez, Renata Lerman, María Merlino.
De la misteriosa criatura aparecida en los alrededores del Trenque Lauquen de Laura Citarella al buscador de señales de vida extraterrestre de este nuevo filme de Diego Lerman, el último cine argentino le coge el pulso al lado oculto de lo real (y los hechos reales) como trampantojo para la liberación del género y la especulación con voluntad fabuladora.
Porque el José de Zer que encarna un encanecido Leonardo Sbaraglia existió, presentador y periodista de la farándula que a mediados de los ochenta consiguió fama y ratings de audiencia millonarios persiguiendo ovnis y fenómenos extraños. Un personaje excéntrico e iluminado que oscila siempre entre la parodia, el fraude de masas, la locura y el autoconvencimiento, principal atractivo de una película que monta su particular gran carnaval para hacer de un pequeño y depauperado pueblo minero de la provincia de Córdoba el nuevo foco para el peregrinaje turístico en connivencia con las autoridades locales.
Tal vez lo mejor de El hombre que amaba los platos voladores resida en su afecto por un personaje que no termina de ser un cínico a pesar de sus tejemanejes y en el tono suave y ambiguo de su sátira sobre el mundo de la televisión y la superchería en tiempos de crisis nacional. Al fin y al cabo, Lerman coquetea con el formato anamórfico como visible estilema de la ciencia-ficción de los ochenta para dejar entrar por los bordes del plano esa incertidumbre sobre el más allá que planea siempre en el horizonte. Por el camino, entre buenos golpes de humor en sordina y secundarios de antología del tebeo, Sbaraglia deja un personaje para el recuerdo por el que, a pesar de todo, no se puede dejar de tener simpatía.
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