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Jazz

El pianista Brad Mehldau publica con la editorial Berenice una cruda autobiografía centrada en su etapa de formación.

Brad Mehldau, en el centro, repasa sus primeros años en un libro.
Salvador Catalán

20 de octubre 2024 - 06:30

“En este primer libro he seguido el ejemplo del género Bildungsroman, inaugurado por Goethe en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister. Este tipo de novela (Bildungsroman significa en alemán “novela de formación”) cuenta la historia de una persona joven, y de cómo se convierte en un adulto. Una vez que ha alcanzado la madurez, la novela termina”. Instalado desde hace años en la primera línea del jazz internacional, el pianista Brad Mehldau adopta este formato para suscribir Un canon personal (Colección Sinatra – Berenice; 2024), la primera parte de un relato personal y artístico donde el músico norteamericano se desnuda sin ambages ni coartadas. 

Partiendo de la infancia, Mehldau hace balance “en un esfuerzo por encontrar sentido a los acontecimientos” que jalonaron aquella fase vital. El libro trenza con profundidad tanto su vertiente musical –haciendo hincapié en el ambiente musical de Nueva York a finales de los ochenta y primera mitad de los noventa del pasado siglo, donde el pianista y compositor aterrizó tras un itinerario familiar por varias ciudades– como una rama personal, condicionada por una personalidad solitaria, abusos infantiles y el descubrimiento de su bisexualidad. 

Ya en la veintena, su refugio fue la heroína mientras cargaba en su bagaje con un ecléctico cuadro de pasiones musicales que iban de Billy Joel a Bach pasando por Bob Dylan, David Bowie o Rush, y otras literarias, con James Joyce y Thomas Mann en el epicentro. El jazz llegó a su vida durante sus años en el instituto para quedarse y convertirlo en músico, con un ojo en las teclas de su piano y otro en la visita del camello de turno, mientras veía como amigos se iban quedando por el camino a causa de la droga. A algunos de ellos –“Bill, James, Kevin y todos los ángeles”– está dedicado un volumen que se antoja terapéutico para su autor, como si quisiera dar carpetazo en sus 425 páginas a esas dolorosas experiencias que en ellas se describen sin tapujos, con toda su crudeza.

Pero, obviamente, Un canon personal también habla, y mucho, de música, conectándola con una ideología que lo ayudó a ubicarse en la sociedad como persona y como artista. Tras debutar en el sello Warner Bros. de la mano de Introducing (1995) a la cabeza de su luego célebre trío, el año 1996 marcó el final de este Bildung, abriendo paso a una brillante crónica documentada en un segundo volumen que se espera con los brazos abiertos. 

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