El duende y el ‘feeling’

Bienal de Flamenco

En una Bienal consagrada al cante se cuela la expresividad de una nueva generación de instrumentistas que conjuga los lenguajes del jazz y el flamenco

La Bienal recupera el pellizco de las sevillanas

Sergio de Lope y Chico Pérez presentarán ‘Con acento XL’ el 4 de octubre en el Auditorio Cartuja.
Sergio de Lope y Chico Pérez presentarán ‘Con acento XL’ el 4 de octubre en el Auditorio Cartuja.

En el principio fue Paco. De Lucía, claro. También en eso fue pionero el algecireño, quien con la creación de su sexteto formalizó definitivamente las dinámicas del jazz en el concierto flamenco. Así, en el olimpo de lo jondo se instalaron nuevos instrumentos: el bajo de Carles Benavent, los vientos de Jorge Pardo y la percusión de Rubem Dantas; y con ellos la improvisación y libertad expresivas genuinamente jazzísticas. Dos generaciones después, los instrumentistas flamencos se sienten herederos de una tradición consolidada. Algunos de ellos estarán en la Bienal. 

“Nosotros tenemos en quién fijarnos, ellos empezaron casi de cero”, explica el flautista cordobés Sergio de Lope. “Jorge Pardo o Carles Benavent eran músicos de jazz que se empaparon de las frases de Camarón y de Paco, y a partir de ahí crearon un lenguaje”. Una herencia que no se cansa de celebrar: “Nosotros hemos nacido como instrumentistas nativos en el flamenco, gracias a lo que hicieron ellos no hemos tenido que andar ese camino”. Su paisano y amigo, el pianista Chico Pérez, amplía el espectro de influencias que alumbraron el piano flamenco: “Chano Dominguez es más jazzero, pero Dorantes tiene más impronta clásica y Diego Amador es muy flamenco. Hay muchos otros precedentes, como Arturo Pavón o Felipe Campuzano, que eran muy personales. Como no había nada hecho, cada maestro ha sido libre de desarrollar sus propias ideas”. 

El 4 de octubre Chico y Sergio estrenarán en la Bienal Con acento XL, un concierto junto a la big band del Conservatorio Superior de Música de Sevilla en el que se proponen hacer aquello que les ha consagrado como músicos internacionales: tocar jazz con dicción jonda: “El reto es hacerles entender a los chavales del conservatorio que el fandango no es un compás 6x8, sino un soniquete que tienen que extraer de una partitura que puede ser una guía, pero no un fin”, enfatiza De Lope. “Cuando les pasamos nuestras composiciones a los músicos de pentagrama, flipan. Ya nadie mira por encima del hombro al flamenco”, añade Pérez, quien glosa el efecto vigorizante que el jazz ejerce sobre el flamenco: “El jazz tiene muchos recursos, armónicos, de improvisación y estructura que se pueden aplicar a cualquier música”. 

No será la única oportunidad de disfrutar de ese festín musical durante la Bienal. En una edición consagrada al cante tradicional, brilla el nombre de un maestro que toca el saxo, el del sevillano Gautama del Campo. Un referente que gestó su estilo durante los diecisiete años que pasó actuando en La Carbonería –otro hervidero cultural disecado en forma de apartamentos turísticos–, donde convivió con flamencos como Pansequito, Carlos Heredia o Pepe Romero. Gautama radiografía los puntos de encuentro entre jazz y flamenco: “Considero que en su origen no se deben nada el uno al otro, ahora bien, tienen en común que comparten una esencia vibrante que se manifiesta en su capacidad de improvisación y en la riqueza de sus ritmos. Se nutren de la emoción y la creatividad, aparece mágicamente el duende –o el feeling– permitiendo al artista explorar nuevas sonoridades en cada interpretación”.

Gautama del Campo estará el 15 de septiembre en el Teatro Alameda con ‘Elementos’.
Gautama del Campo estará el 15 de septiembre en el Teatro Alameda con ‘Elementos’.

Para su actuación en la Bienal el próximo 15 de septiembre, Del Campo ha compuesto expresamente Elementos, un concierto en el que invoca “la profundidad del flamenco, la energía del rock y el alma de la música afroamericana” liderando una banda formada por gente tan importante como el percusionista Tino di Geraldo, el bajista Pepe Bao, el cante con flow de Caraoscura y la guitarra de Ezequiel Reina, coautor del repertorio. Un grupo con potencial para desplegar un abanico de sonoridades que hurgan en el rico espectro emocional de lo jondo. “Con el saxo noto que puedo expresar rabia, dulzura, amor y locura; es más, a veces he sentido para mis adentros, como si fuera la voz de un cantaor abrigada por el resto de los instrumentos”.

Emular el cante es un punto de partida recurrente entre los instrumentistas. Así lo confirma Sergio de Lope, que aunque toca también el saxo, siente que con la flauta se aproxima más a los giros de una voz. Por su parte, Chico Pérez advierte sobre la tentación de copiar a los guitarristas con el piano: “Es comprensible, pero nuestro trabajo es desarrollar una técnica propia para que el piano suene flamenco de por sí”. 

En este punto la conversación encalla en el viejo debate que enfrenta academicismo y naturalidad. Entre dos músicas que presumen de espontaneidad, de origen callejero, en el flamenco existe un prejuicio que no sufren los jazzeros: “Estudiar es igual a más recursos”, aclara tajante Pérez; “no te va a quitar la frescura. La frescura te la da escuchar mucha música y tocar con otra gente”. Sergio de Lope aprovecha para reivindicar una educación musical reglada en flamenco más allá de la guitarra: “En Andalucía puedes titularte en el conservatorio como pianista o percusionista en jazz, pero no en flamenco”. Su colega Pérez ilustra esa contradicción con una anécdota sonrojante: “Mi trabajo final de carrera consistió en un estudio de acompañamiento al cante desde el piano. La noche antes de la exposición me llamó el jurado para saber qué me podían preguntar, porque no tenían ni idea de flamenco”. 

Con el saxo puedo expresar rabia, dulzura, amor y locura”, dice Gautama del Campo

Los tres músicos coinciden en que los instrumentistas dejaron de ser unos convidados exóticos en los recitales jondos hace tiempo, por ejemplo acompañando a cantaores y bailaores: “Es cada vez más habitual encontrar otros instrumentos que enriquecen el momento haciéndolo más sorprendente y único”, se congratula Gautama Del Campo. Por delante, infinidad de estímulos. “Hay que invertir en orquestar bien el flamenco, nos hemos saltado ese paso y ahora se escuchan bases de claquetas en los discos”, se lamenta De Lope, que una vez más recurre al ejemplo de los maestros para enfilar el futuro: “Morente, Paco o Camarón entendieron que el flamenco es sobre todo música, a todos los niveles. Su obra habla por ellos”. 

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