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Disidencia, humanismo, vanguardia: Florence Noiville nos descubre a Milan Kundera

Milan Kundera. Un retrato íntimo | Crítica

La periodista francesa publica una significativa biografía del autor checo

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Milan Kundera / DS

La ficha

Milan Kundera. Un retrato íntimo

Florence Noiville

Traducción de Mayka Lahoz

Tusquets. Barcelona, 2024. 304 páginas. 21.90 euros

Cuando casi se cumple un año de la muerte de Milan Kundera, la editorial Tusquets publica una sustanciosa biografía que acierta en dos cuestiones: esclarece episodios de la vida del autor checo, también los controvertidos, y detalla las claves de una producción –en la novela, en el teatro, en la poesía- fundamental para comprender la Europa del siglo XX –en su historia literaria y en su historia, sin más-. La periodista Florence Noiville, jefa redactora adjunta en Le Monde des Livres, es la encargada de esta tarea: descubrirnos ese «retrato íntimo» de Milan Kundera. Relatar lo personal, sin aburrirnos con nimiedades morbosas, y desvelar los numerosos interrogantes acerca de un hombre que durante más de cuarenta años no concedió una entrevista.

La última ocasión en la que Kundera atendió a los medios fue en el programa de televisión Apostrophes, en 1984, justo el año en el que apareció en Gallimard La insoportable levedad del ser. La biografía de Florence Noiville recoge una llamativa imagen de un Kundera que se tapa la cara con sus manos, evitando la foto. «¡Bastante he conocido yo a esos pájaros!», decía Kundera al hablar de los periodistas, un gremio al que no tenía en consideración alguna. El escritor acusaba a los periodistas de malinterpretar –incluso tergiversar deliberadamente- los asuntos de novelas como La broma o de los relatos de El libro de los amores ridículos. «Después de unas cuantas entrevistas desastrosas (en las que algunos periodistas estadounidenses ponían en su boca cosas que él no había dicho, de ahí su odio visceral a la palabra rewriting), [Kundera] tomó una decisión. Quiso dar un paso atrás», cuenta la biógrafa.

Florence Noiville estructura este volumen en breves artículos, dispuestos en una cronología desordenada –ahora 2020, ahora la década de los sesenta-, que sin embargo nos ofrece una delimitada panorámica de la vida del escritor checo. Toda historia personal es así: una memoria fragmentada, algo confusa, cuyas piezas encajamos como buenamente podemos. Entre las piezas que la periodista Florence Noiville reúne, destacamos la desconocida primera mujer de Milan Kundera –antes de su matrimonio con Vera Hrabanková-, la poesía que el checo escribió en su primera juventud -en el fervor comunista- y los posibles motivos por los que nuestro autor no recibió el Nobel.

"El autor checo pertenece a ese linaje de la ruptura, la experimentación, la vanguardia; a la genealogía de los que apostaron por una literatura contestataria y disidente"

Según Noiville, son dos las causas que pudieron interferir en la concesión del Premio Nobel: la primera, la misoginia que algunos lectores deducen de las novelas de Milan Kundera; la segunda, la publicación en la revista checa Respekt de «un documento de la policía checoslovaca y el informe de un interrogatorio» que señalaba a Kundera como delator de un paisano –desertor del ejército checo- que marchó a Occidente a finales de los años cuarenta –tras el Golpe de Praga- y regresó a Checoslovaquia como espía. Explica la biógrafa, sin aparente pretensión hagiográfica, que jamás se ha demostrado esta acusación. «Fue un tal Dlask, él mismo acabó confesando su culpa y se demostró que en aquella época estaba en contacto con la policía secreta».

Otra de las razones por las que Kundera no recibe el Nobel, así lo cree Florence Noiville, se debe al retrato que el autor construye de la mujer en novelas como La ignorancia. Cuenta la periodista -en ese estilo de artículos breves, y en apariencia circunstanciales, que tejen el libro- que una amiga, lectora de Kundera, le comentó la sospechosa diferencia entre los personajes masculinos y femeninos en las obras del escritor. Esta amiga, escribe Florence Noiville, «incluso creía que Kundera maltrataba [a los personajes femeninos]». Esta anécdota personal le sirve a la periodista para confeccionar uno de los textos más destacados de esta biografía. Noiville recuerda en este apartado que el crítico Sainte-Beuve –en el XIX- censuraba las novelas de Flaubert porque en estas «el bien está demasiado ausente». Flaubert –continúa explicando Noiville- respondió al crítico con un argumento lúcido –y realmente crítico-: la novela consiste en «llegar al alma de las cosas». Kundera coincidía con el criterio del autor de Madame Bovary. Para el checo, lo literario no es un testimonio ejemplar ni una declaración de intenciones, sino un ejercicio con el que se desvela «un aspecto de lo humano». Conviene subrayar esta lección en una época en la que abundan las interpretaciones literales –torpes, añadimos- de nuestras novelas.

Por las páginas de este trabajo conocemos cómo se desencadenó la persecución política a Milan Kundera –y a su entorno- tras la publicación de La broma; cómo el escritor pasó del fervor comunista al desencanto escéptico –él jamás habla de disidencia-; cómo fue su relación con autores coetáneos, Philip Roth o Salman Rushdie, entre otros; o cómo es, incluso después de su muerte, la vinculación de Kundera con su país natal. Afirma Florence Noiville que el escritor aún despierta antipatías y suspicacias entre paisanos, quienes consideran a Kundera un hombre oportunista que renegó de su cultura –en el mejor de los casos- y un traidor –en los peores-. En varios capítulos de la biografía se relatan episodios que dan buena cuenta de esta áspera relación. Un dato: hasta el año 2006 no se tradujo al checo La insoportable levedad del ser.

Aunque se trata de una publicación soberbia -sobre todo para el lector kunderiano, claro está-, en lo formal la edición presenta un par de deficiencias que no hubiese estado de más tener presente: se hubiese agradecido un índice onomástico, más cómodo para la consulta aleatoria, y otro índice con los apartados del volumen, que es un recurso que siempre facilita la lectura -sobre todo la relectura-.

Pero al margen de estos detalles en la edición, este «retrato íntimo» de Milan Kundera es también un reflejo del novelista, del dramaturgo, del ensayista y del poeta. De un autor que dominó todos los géneros, los cuales sintetizó en eso que llamó la «archinovela». «Casi podría decirse que hay dos tipos de escritores –reflexiona Noiville-. Los que celebran la belleza del mundo, de Homero a Baudelaire, de Verlaine a Saint-John Perse… Y los que lo sienten en términos de disonancia: Cervantes, Rabelais, Beckett, Kafka, Cioran… Kundera pertenecía a la segunda categoría». Es así: el autor checo pertenece a ese linaje de la ruptura, la experimentación, la vanguardia; a la genealogía de los que apostaron por una literatura contestataria y disidente; a la estirpe de esos nombres de vocación humanista que nos alumbran, aunque sea señalando a la oscuridad. En el caso de Milan Kundera con el mérito de no incurrir en solemnidades ni homilías, sino desde el humor y el absurdo. Desde ese carácter afable y cómico, inteligentísimo, que en su caricatura acierta a precisar los contornos de una época. 

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