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Dos miradas sobre las islas Canarias

Novedades discográficas | Díaz-Jerez

La publicación de un ciclo de siete poemas sinfónicos de Gustavo Díaz-Jerez, cada uno dedicado a una de las islas, coincide en el mercado con un CD de orquestaciones de piezas del folclor canario

El director Eduardo Portal y Gustavo Díaz-Jerez. / Andrej Grilc

La ficha

Gustavo Díaz-Jerez (1970): Maghek

1. Ymarxa (Tenerife), para orquesta

2. Ayssuragan (La Palma), para clarinete y orquesta

3. Guanapay (Lanzarote), para piano y orquesta

4. Chigaday (La Gomera), para orquesta

5. Azaenegue (Gran Canaria), para orquesta

6. Erbane (Fuerteventura), para orquesta

7. Aranfaybo (El Hierro), para orquesta

Cristo Barrios, clarinete (en 2)

Ricardo Descalzo, piano (en 3)

Royal Scottish National Orchestra

Director: Eduardo Portal

Signum Classics (2 CD)

Las fronteras musicales se han hecho líquidas. El derrumbe del paradigma de las vanguardias derivado del serialismo de la posguerra como única forma noble de afrontar el proceso creativo ha permitido no sólo que otro tipo de estéticas, mucho tiempo arrumbadas en el baúl de lo reaccionario, tengan mayores posibilidades de difusión y desarrollo, sino también una imbricación de estilos y tendencias que han traído una fertilidad nueva.

Coinciden en el mercado dos trabajos que tienen a las islas Canarias como centro de inspiración, dos miradas que podrían pensarse radicalmente diferentes, pero que puestas juntas nos ofrecen una perspectiva significativa sobre la realidad musical de nuestro tiempo. La llamada música contemporánea, el sinfonismo más clásico y el folclore se yuxtaponen y se funden así en un tapiz sonoro extraordinariamente sugestivo.

Gustavo Díaz-Jerez (Santa Cruz de Tenerife, 1970) es acaso más conocido en su faceta de pianista, pero su trabajo como compositor lo ha acompañado siempre. Presenta aquí Maghek, un ciclo de siete poemas sinfónicos que podría pensarse en la línea histórica de grandes ciclos del pasado, como estampas nacionales evocativas al modo de Mi patria de Smetana. Maghek significa en lengua guanche "la que crea resplandor" y era el nombre que se otorgaba a la diosa-sol. En él se integran siete piezas orquestales (dos de ellas de carácter concertante), cada una dedicada a un espacio concreto de cada una de las islas grandes del archipiélago.

“He querido crear con este ciclo un conjunto de obras con una coherencia musical y un sentido de unidad estética común, pero al mismo tiempo dar una personalidad diferenciadora a cada una”, dice el autor.

La música de Díaz-Jerez es sensual y comunicativa. Se apoya en elementos reconocibles en la tradición de las vanguardias de las últimas décadas, con el timbre, la textura, el ritmo y la síntesis instrumental (imitación con los instrumentos de la síntesis electrónica) como parámetros especialmente visibles, que se sustentan además en estructuras sólidas de naturaleza matemática.

El compositor habla así de los tres pilares estílísticos principales de su obra: “El primero es la corriente espectralista, donde el timbre y la dualidad timbre-armonía son elementos esenciales. El segundo, el uso de procesos matemáticos y computacionales como generadores de material musical. Esta materia prima musical es posteriormente modelada de forma mucho más práctica e intuitiva, sin que ello suponga la pérdida de la esencia original de los procesos subyacentes. Finalmente, el concepto científico-filosófico de emergencia o surgimiento. La emergencia es una característica de los sistemas complejos, donde el todo es más rico que la mera suma de sus partes constituyentes”.

Díaz-Jerez - Maghek - Portal

Las siete piezas que componen Maghek llevan nombres de topónimos guanches, y son por este orden: Ymarxa ("brillante"), que hace alusión al espacio en el que hoy se halla el Monte de la Esperanza, en Tenerife; Ayssuragan, un espacio vinculado a La Palma; Guanapay, cono volcánico donde hoy se alza el municipio de Teguise (Lanzarote); Chigaday, mítica zona de riscos de La Gomera; Azaenegue, lugar conocido actualmente como Montaña de Altavista en Gran Canaria; Erbane, el nombre primigenio de Fuerteventura; y Aranfaybo, vocablo vinculado a la isla del Hierro que significa literalmente "el que provoca la lluvia".

Ayssuragan es en realidad un concierto para clarinete y orquesta, que estrenó Isidro Barrios, quien lo toca también en esta grabación; y Guanapay puede considerarse un concierto para piano estrenado y tocado aquí por Ricardo Descalzo. El resto de piezas son puramente orquestales. Es la Royal Scottish National Orchestra el conjunto que las interpreta bajo la dirección del maestro burgalés Eduardo Portal, muy vinculado a los conjuntos ingleses y al sello discográfico Signum, que ha recogido este interesantísimo trabajo gracias también a la concesión de una de las becas Leonardo de la Fundación BBVA.

MAGHEK EN SPOTIFY

La Orquesta Sinfónica de Las Palmas en el Auditorio Alfredo Kraus. / Nacho González

La ficha

Cantos isleños

1. Popular: El Sorondongo (arreglo de Peter Hope)

2. Popular: Malagueña (arreglo de David Masperi)

3. Popular: El baile del vivo (arreglo de Peter Hope)

4. Néstor Álamo: Tamadaba (arreglo de Manuel Bonino)

5. Popular: Algo de lo nuestro (arreglo de Rafael Sánchez-Araña)

6. José Antonio Ramos: Chipude (arreglo de Eduardo Puriños)

7. Manuel Melián: Gran Canaria (arreglo de Manuel Bonino)

8. Néstor Álamo: Sombra del Nublo (arreglo de Eduardo Puriños)

9. Francisco Chirino / Benito Cabrera: Navidad canaria (arreglo de Eduardo Puriños)

10. Pedro Elías Gutiérrez: Alma llanera (arreglo de Rafael Sánchez-Araña)

Alba Pérez e Iván Quintana, voces (en 2)

Pancho Corujo, tenor (en 4)

Celso Albelo, tenor (en 8)

Benito Cabrera, timple canario (en 3)

Germán López, timple canario (en 6)

Juan Carlos Sierra, cuatro venezolano (en 10)

Mario Ferrer, maracas (en 10)

Orquesta y Coro de la Sinfónica de Las Palmas

Director: Enrique Sánchez-Araña

IBS Classical

Casi paralelamente a la aparición de este doble álbum con el ciclo de poemas sinfónicos de Díaz-Jerez, el sello granadino IBS Classical publicaba Cantos isleños, un entrañable trabajo en torno al folclore canario, con arreglos de piezas populares o de compositores cercanos a ese mundo, como Néstor Álamo, Manuel Melián, José Antonio Ramos o Francisco Chirino y que llega hasta la famosa Alma llanera de Pedro Elías Gutiérrez, que, arreglada por Rafael Sánchez-Araña, cierra el álbum.

Además de Sánchez-Araña, que dirige a la Orquesta y Coro de la Sinfónica de Las Palmas, otros arreglistas son Peter Hope, David Masperi, Manuel Bonino y Eduardo Puriños. Colaboran además en el registro solistas vocales como Alba Pérez, Iván Quintana, Pancho Corujo y Celso Albelo, quien pone lírica voz a la Sombra del Nublo de Álamo, e instrumentales, en concreto, Benito Cabrera y Germán López, con el timple canario, Juan Carlos Sierra con el cuatro venezolano y Mario Ferrer con las maracas.

Por estas diez piezas circulan diversos aires asociados al folclore canario, como los sorondongos, que en diversas formas, son tradicionales de las tres islas orientales. El sorondongo está quizás vinculado al zorongo andaluz y en la lejanía a la jeringonza, un canto-juego infantil del siglo XVI que floreció en diversas zonas de España y llegó a ser recogido por Miguel de Fuenllana en su Orphénica Lyra.

Cantos isleños - Sánchez-Araña

Los Aires de Lima, característicos de La Palma, o el Baile del Vivo, tradicional baile de difuso origen sefardita de la isla del Hierro, conviven con la Malagueña, una variante dulcificada del fandango andaluz, que arraigó especialmente en las islas occidentales.

Un par de canciones de uno de los máximos exponentes de la canción popular canaria, Néstor Álamo (1906-1994), un acercamiento a la Navidad a través de un breve popurrí de villancicos y esa Alma llanera como forma de hermanamiento con la siempre cercana Venezuela completan esta miscelánea canaria.

CANTOS ISLEÑOS EN SPOTIFY

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