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pilar eyre. periodista y escritora
Sevilla/"¿Tiene algún cotilleo de la ciudad para mi columna en Lecturas?". La entrevistada, periodista que no se cansa del oficio, intenta sonsacar aun estando de promoción de su libro Carmen, la rebelde (Planeta), en el que relata el tórrido idilio del rey Alfonso XIII y la actriz Carmen Ruiz Moragas. Pilar Eyre (Barcelona, 1951) combina sus colaboraciones como plumilla del corazón con su faceta de escritora, distinguida en 2014 como finalista del Premio Planeta por Mi color favorito es verte.
-La condición de solitarios de Alfonso XIII y de la actriz Carmen Ruiz Moragas facilitó su idilio. ¿Lo tienen más difícil quienes no lo son?
-Los que no son Borbones, los que no son reyes. A Alfonso y Carmen los anudaba una infancia solitaria, con carencias, y se dieron todo; de ahí que se enamoraran tan locamente.
-¿En qué se asemejan Felipe VI y su bisabuelo?
-Hay algo común a los reyes: creen que son España y asumen los aspectos mesiánicos de su papel. Respecto a las mujeres, no se parecen nada. Aunque Felipe nos dio una soltería alegre, desde que se casó no ha tenido ninguna infidelidad, ni Letizia se lo hubiera consentido. Los Borbones siempre han tenido al lado a mujeres sufridoras que aguantaron de todo, excepto Letizia, que de sufridora no tiene nada.
-Josep Pla dijo que "quien después de los 40 años aún lee novelas es un cretino". ¿Cree que pensaría lo mismo de quien las escribe pasados los 40?
-El género rey es la novela, los grandes premios literarios son a las novelas y los libros que arrasan son novelas.
-Para escribirla se ha documentado sobre los años 20 y 30 del siglo pasado. ¿Se contó mejor la crisis de entonces que la de ahora?
-¿La monárquica o la económica...?
-O la catalana. Las crisis.
-La documentación sirve para dar verosimilitud al relato, pero no quiero que ciegue la acción, aunque reflejo el marco histórico y la actitud de los catalanes en los años 20. Miguel Primo de Rivera tuvo a su lado a la burguesía y a los nobles catalanes en la dictadura. Si hubiera una dictadura hoy, quizás las grandes fortunas catalanas también la apoyarían.
-¿Qué fue más decisivo para el advenimiento de la II República: las elecciones municipales de 1931 o la pusilanimidad de un monarca que quería salir pitando?
-Hay una confluencia de varios factores. Las elecciones se celebraron en domingo y los votantes de las candidaturas monárquicas se fueron de fin de semana: unos a cazar, algunos a sus cigarrales de Toledo, otros a sus fincas de Córdoba... Desaparecieron del mapa y no fueron a votar, hasta el punto de que en el distrito del Palacio Real los propios servidores palaciegos votaron república. Y los lugares de veraneo del Rey, Santander y San Sebastián, también optaron por candidaturas republicanas. O sea, que los que se desentendieron fueron los propios monárquicos. De hecho, cuando Alfonso XIII se fue del palacio lo despidieron los criados, no había un solo grande de España allí. También los monárquicos fueron cobardes: primero sacaron su dinero de España y luego dejaron solo a don Alfonso.
-¿De noche todos los reyes son pardos?
-Las noches las carga el diablo. Las grandes aventuras de Alfonso XIII eran en la noche. Su única experiencia como un ciudadano normal fue en Florencia, donde Carmen dio a luz a su primer hijo, y le decía: "Vamos por la calle como un chulo y su manola". Me recuerda a la duquesa de Alba cuando me dijo: "Me gustaría mucho ir en Metro".
-Muchos echan en falta en el conflicto catalán más gestos, afectos, más sensibilidad... ¿Si los políticos hicieran más el amor estaría ya resuelto?
-Me da cosa imaginarme a Rajoy y a su mujer, tan seria, haciendo el amor. Pero a los catalanes sí los veo alegres, los conozco y salen de noche, tienen novietas.
-Defina, como burguesa que es usted, a la burguesía catalana.
-Acomodaticia, algo cobarde, culta y egoísta.
-¿Era usted una bala perdida?
-Nací para ponerme de largo, casarme, y nada, he sido muy revolucionaria. En la Universidad estaba en primera fila tirando cócteles molotov y haciendo barbaridades. No me acomodé nada a los usos de las mujeres de mi generación. En el colegio éramos tres o cuatro muy malos. Estaba con Gay Mercader, Pau Riba...
-¿A qué equivale hoy el cortejo de antaño?
-Espero que no sea Hombres, mujeres y viceversa. Desde niñas nos enseñan que si te resistes, el varón se interesa más, tienes que hacerte la dura. Los jóvenes reproducen esos patrones y funciona. Es una lata porque llevo 60 años haciéndome la dura, pero no me ha ido mal.
-¿Está con el movimiento feminista #MeToo o con las intelectuales francesas antipuritanas?
-Con el #MeToo. He aguantado muchas cosas, a directores que cerraban la puerta y le decían a la secretaria que no nos molestaran. Lo que determina los abusos es la situación de poder. Cuando un tío tiene poder sobre ti, ya no estás ligando entre iguales. A muchas mujeres de mi generación nos han dado por todos lados.
-¿Y usted nunca ha tenido poder?
-No. He intentado ligar muchas veces, pero poder no he tenido. Yo no he sido jefa de nadie jamás.
-¿Sería un bombazo si publicara un libro de sus amantes famosos?
-Me he movido en un ambiente artístico con gente popular y he sido joven, juerguista. A mí me gustan mucho los hombres; bueno, me han gustado porque tengo pareja desde hace tres años. Sí he tenido relaciones con hombres conocidos, pero no las voy a contar nunca.
-¿La prensa rosa de antes tenía más corazón y menos vísceras?
-Entrevisté hace mucho a Nadiuska en su casa, llamé al timbre y estaba desnuda de pies a cabeza. De esa guisa hizo la entrevista, cruzando las piernas, descruzándolas, pasándome una copa, yendo a la nevera... y yo impertérrita. Luego la publiqué como si hubiera estado vestida sin mencionar nada.
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