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"Me dicen que mi literatura es ambigua desde el punto de vista político, pero es que la vida es ambigua"

Manuel Vilas | Escritor

El finalista del Planeta con 'Alegría' considera que la literatura debe ser "una exploración inteligente de la realidad y no un juicio de la actualidad"

Javier Cercas y Manuel Vilas dan el 'sorpasso' en el Planeta con el perfil más literario en años

El escritor oscense Manuel Vilas. / Efe
Alicia García De Francisco (Efe)

16 de octubre 2019 - 13:38

Barcelona/La literatura debe ser "una exploración inteligente de la realidad y no un juicio de la actualidad". Es lo que opina Manuel Vilas, que con sus libros intenta comprender lo que tiene delante y hacer que el lector ponga la última piedra del edificio.

"A veces me dicen que mi literatura es ambigua desde el punto de vista político, pero es que la vida es ambigua", explica Vilas tras proclamarse finalista del Premio Planeta 2019 con Alegría, un libro que es una continuación de Ordesa, que es igualmente autobiográfico y que contiene mucha política aunque sea una historia personal.

Habla Vilas en la sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde se ha celebrado la entrega del Planeta, en lo alto del Parque de Montjuic, a cuyos pies está una Barcelona envuelta en unos días de violentas protestas tras la sentencia del procés. Lo que ocurre en Barcelona, en su opinión, es un reflejo "de un problema secular español de convivencia". "He venido a Barcelona al fallo del Planeta y me encuentro con que no puedo salir a la calle", lamenta Vilas (Barbastro, Huesca, 1952), para quien es un "mal presagio" y un ejemplo de que cómo está el mundo y no sólo España.

Cita los problemas en Francia, donde el movimiento de los chalecos amarillos ya no se sabe ni por qué es, o de Ecuador, pero cree que en el caso español se une la complejidad de un pasado marcado por las guerras. Y es esa ruptura de la convivencia lo que ve más peligroso. "Me parece subdesarrollo", asegura. Porque lo que amenaza es la supervivencia de las clases medias, algo que le preocupa mucho.

La crisis económica primero y ahora estos enfrentamientos sociales desestabilizan la clase media, que es el sistema sociológico, económico y cultural que se debería mantener, porque es lo que ha impulsado el progreso. "La gente que veníamos de las familias más pobres, de repente hemos tenido acceso a la educación. Mi padre vio esa transformación social de España, le quitaron de estudiar a los 12 años y me vio entrar a la universidad".

Eso es lo que contaba en Ordesa y continúa en Alegría, un libro "sobre la búsqueda de sentimientos puros en un tiempo de desesperación colectiva". Una novela sobre la familia, sobre los afectos y contra la desesperanza, que le ha valido un premio que ha sido toda una sorpresa. "Estoy muy contento, pero también un poco asustado porque sé lo que se me viene. Aún no he terminado la promoción de mi anterior novela, Ordesa, y ahora empiezo con ésta. Es un estrés laboral", reconoce con una media sonrisa.

Resalta orgulloso que Ordesa se ha convertido ahora en un boom en Italia y en Francia y asegura que su vida "se complica para bien". Aunque reconoce que esa complicación puede ser para bien o para mal y es de esos misterios de la vida de los que habla en Alegría, un tema que le obsesiona. En ambos libros se centra en la relación con sus padres y han supuesto un punto y aparte en una larga carrera como escritor. Ordesa por el éxito que tuvo, y que hizo de Vilas un autor muy conocido, y ahora Alegría, por ser finalista del Planeta.

Reflexiona Vilas sobre por qué han sido estas dos novelas y no otras que escribió antes las que han conseguido el éxito. "Llevo escribiendo toda mi vida y mis libros anteriores los escribí con la misma pasión que Ordesa, pero en la literatura también existe el azar".

A él, como escritor, lo que le interesa es "la idea de acercarse a un peligro, a un abismo" y es lo que siempre ha tratado de hacer con cada una de sus obras. Aunque reconoce que en los últimos años ha cambiado y mucho su visión del mundo, debido principalmente a los cuatro años que pasó como profesor en la Universidad de Iowa. "Si no hubiera estado esos cuatro años en Estados Unidos miraría el mundo de otra manera. Vivir allí me cambió. Me hizo darme cuenta de muchas cosas. Sobre todo entendí mucho la política global y entendí lo que es la globalización y entendí qué es el capitalismo y algo que yo llamo la complejidad del capitalismo", explica.

No basta con decir que el capitalismo destruye la vida y nos hace infelices, señala el escritor. "Hay que saber más cosas, hay que saber que cuando un chaval de 12 años se compra un smartphone, ya es un capitalista".

Pero también que fuera del capitalismo "no hay nada", que no sabemos vivir con él ni sin él y que es el capitalismo el que nos ha llevado a la "desesperación colectiva" de la que habla su libro. "Por eso yo lo que pido a los escritores y a los intelectuales es que lleguen hasta sus últimas consecuencias en el análisis, que no basta con condenarlo. Hay que conocerlo", afirma.

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