Dos días de mayo

Se publican sendas entregas en vivo de dos de los intérpretes más importantes del cante actual, las voces dulces de Arcángel y Antonio Reyes, en sus mejores discos hasta la fecha.

Arcángel cuenta en su nuevo disco, 'Tablao', con el compás de Antonio Saavedra y Manuel Saavedra.
Arcángel cuenta en su nuevo disco, 'Tablao', con el compás de Antonio Saavedra y Manuel Saavedra.
Juan Vergillos

06 de diciembre 2015 - 05:00

TABLAO. Arcángel. Producido por Arcángel. Universal.

DIRECTO EN EL CÍRCULO. Antonio Reyes y Diego del Morao. Producido por C. Ballester. El Flamenco Vive.

Fue en la primavera pasada, entre mayo y junio, cuando se realizaron las grabaciones en directo que ahora ven la luz. El disco de Antonio Reyes con Diego del Morao se registró en una sola toma el día 7 de mayo, en el Círculo Flamenco de Madrid. El de Arcángel se grabó durante varios días de mayo y junio en tres espacios emblemáticos para el flamenco como son los tablaos de El Arenal, en Sevilla, El Corral de la Morería en Madrid y El Cordobés en Barcelona. De ahí el título del disco, Tablao, que es sin duda la mejor entrega discográfica del cantaor.

La publicación de un disco de Arcángel es noticia, porque nos encontramos ante uno de los grandes del cante actual. Y si además se trata de una obra en vivo, la noticia es doblemente feliz. Lo mismo cabe de decir de Antonio Reyes; pese a que éste es tan sólo su segundo disco en solitario, tiene una carrera más que consolidada.

Azucena es una zambra de Manolo Caracol con la estética y la ideología de la época en la que fue compuesta por Quintero, León y Quiroga, esto es, la posguerra española. La modernidad la aporta aquí la frescura de la voz del cantaor, el compás de bulerías y el gran arreglo instrumental a dos guitarras. En la misma línea otro de los grandes éxitos de Caracol, La niña de fuego, que hizo furor en su interpretación con Lola Flores, y que se nos ofrece con arreglos pianísticos de Jesús Cayuela. Lo que en Caracol era una voz oscura, afillá y nocturna, en Arcángel es lirismo, claridad, frescura, nuevo día. En el juego del querer es una bulería por soleá rotunda, fenomenal, con la guitarra enjundiosa de Diego del Morao y los textos de Isidro Muñoz. Y con un Arcángel pletórico, lleno de energía y verdad cantaora. Albora son unos fandangos de Alosno sin fisuras. El directo aporta una ferocidad y una entrega desconocida hasta el momento en la discografía del cantaor. Podemos decir, por tanto, que Tablao se convierte desde este momento en el disco de referencia de Arcángel. El cantaor demuestra que es uno de los grandes intérpretes flamencos de hoy. Por dominio rítmico, conocimiento de los estilos, fraseo seguro, belleza tímbrica, emoción y entrega sin reservas a la melodía. Aunque ésta es una obra tradicional en la música, aunque en los créditos se indique otra cosa, todos los cantes tradicionales se presentan con nuevas letras, firmadas además por uno de los grandes compositores y poetas del flamenco contemporáneo, Isidro Muñoz. Es decir, que Tablao ofrece un buen ramillete de letras nuevas para los cantes tradicionales que pronto se harán populares, como suele ocurrir en el caso de Muñoz.

Al filo de la alegría son unas cantiñas restallantes, plenas de compás, con baile. Fuenteherida son unas bulerías frenéticas tradicionales, que remata el cantaor con las melodías de Manolito de María para letras de nuevo cuño. Inacabao es una pausa en la vorágine que supone este nuevo disco de Arcángel. Malagueñas que Arcángel perfila y talla con oficio y mano segura de paciente artesano para una letra lacerante de Muñoz.

En la plaza alta son los tangos de esta obra, uno de los estilos recurrentes de Arcángel. Tangos con estribillo, tangos extremeños, con las sobrias guitarras de Dani de Morón y Miguel Ángel Cortés, por lo que no falta alguna falseta típicamente granadina. Cruz de mayo son unas sevillanas de Alosno con estribillo, coros y panderetas, popularizadas en su día por los hermanos Toronjo. Una delicia. El disco acaba con una nueva fiesta, un nuevo derroche de energía, otras bulerías tradicionales con la vibrante guitarra de Dani de Morón, más de Morón que nunca. Cantes pastueños, de Lebrija a Utrera, pasando por Morón. Olor a tierra, sabor a campo. Con su cuplé y todo. En la cubierta del disco de Arcángel no se señala que esté grabado en directo aunque, por supuesto, se escucha el sonido ambiente y los jaleos de los lugares en los que fue grabado. Quizá este hecho, el que no se señale en la portada del disco que se trata de un directo, se debe a que hay algún material de estudio incluido en la obra. Un disco muy hermoso en el que echo de menos algunos de los estilos graves característicos del cantaor como soleá, caña y seguiriyas. Y es que Tablao, obedeciendo a su nombre, es básicamente un disco festero.

La guitarra de Diego del Morao, junto a su condición de disco en vivo, es un elemento en común de Tablao y Directo en el Círculo Flamenco de Madrid, con la voz de Antonio Reyes, que se abre con un cante por soleá, precisamente. Toque demorado, pastueño, con la energía y la tensión propia de los Morao pero con esa condición estática que aporta Reyes a sus interpretaciones. Voz dulce, muy afinada y sentimental. Un llanto dolorido y largo. Reyes canta con convicción y técnica depurada las melodías y letras tradicionales del cante jondo. Tradicionales, es decir, firmadas por Joaquín el de la Paula, Paquirri, etcétera. Y esas falsetas demoradas, sutilísimas, de Diego del Morao, son el complemento perfecto. Diez minutos de soleá y casi 13 de seguiriyas. El disco, como decía más arriba, es testimonio de una sola noche, la del pasado 7 de mayo. Una noche de inspiración en la que la energía del público se percibe en la entrega de los intérpretes. Diego responde a la seguiriya de Manuel Torre Manuela de mi alma con una de las falsetas bandera de la casa Morao. El silencio de la seguiriya se puede cortar, de la intensidad.

La entrega alcanza sus máximas cotas de emoción en los cantes "de Santiago y Santa Ana", también de Manuel Torre. Por fandangos, donde se acuerda de Antonio el de la Calzá, el Pinto y, por supuesto, de su ídolo Manolo Caracol, son de larga duración. En los tangos hacen acto de presencia las palmas del Chícharo y Diego Montoya que acompañan a los intérpretes también en alegrías, y bulerías de casi 20 minutos, en donde Reyes vuelve a acordarse de Caracol. Tangos lentos, con estribillos al gusto de los años 70. Y alegrías con enorme sabor gaditano, en la mejor línea del Mellizo, Aurelio y Camarón, aunque hace algunas letras por Córdoba. Un gran disco con Reyes y Del Morao muy inspirados.

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