Escenas de la joven democracia en Bután

Un pintotesquismo amable, costumbrista y pedagógico preside esta cinta venida de Bután que, entre otras cosas, nos da a conocer los contornos y la historia reciente de aquel país asiático situado al Norte de Bangladesh, al Sur del Tíbet y China y al Este del Nepal. Y no se trata aquí tanto de emular el clásico tono festivalero de autor sino más bien de componer una fábula con toques de comedia sobre las consecuencias del devenir de la democracia (otorgada al pueblo por el monarca Jigme Khesar Namgyel Wangchuck en 2008 con la celebración de sus primeras elecciones) en una pequeña comunidad rural apartada del mundo donde la televisión, los teléfonos móviles o internet son también novedades recién llegadas.

Hasta allí llegamos acompañando a un monje budista que carga la bombona de butano por las montañas para ir conociendo poco a poco a sus protagonistas, gentes del pueblo a las que el simulacro electoral de prueba alterará el comportamiento y el carácter mientras que el lama local busca un rifle para un ritual purificador y un coleccionista norteamericano se interpone en su camino para adquirirlo dado su valor histórico.

Así, la cinta de Pawo Choyning Dorji cruza a sus personajes entre estampas de la vida cotidiana y pequeños conflictos familiares y vecinales llevados siempre con suavidad, ternura y un peculiar sentido del humor que parodia tanto la incipiente democracia adquirida o las propias tradiciones como los avances del mundo moderno que vienen a alterar siglos de concordia, libertad y comunión con la naturaleza.

Simpática sin más, con escasa mordiente satírica y algo inocente en sus planteamientos, El monje y el rifle nos permite al menos acercarnos por un rato a un lugar y una cultura distantes para poner en el espejo las propias contradicciones del mundo moderno y proyectarnos en las utopías humanistas de ciertas esencias perdidas.