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Gulliver y el microscopio

El subsuelo | Crítica

'El subsuelo' es una excelente obra de divulgación, donde lo que se descubre al lector es una nueva perspectiva sobre el origen y la evolución de la vida en la Tierra

El biólogo David W. Wolf, profesor de la Universidad de Cornell. / D. S.
Manuel Gregorio González

09 de febrero 2020 - 06:00

La ficha

'El subsuelo'. David W. Wolfe. Trad. Javier Calvo. Seix Barral. Barcelona, 2019. 352 páginas. 19 euros

Al comienzo de estas páginas, el biólogo David W. Wolfe establece una comparación entre la revolución copernicana y el cambio perspectivo que aquí se ofrece con respecto al subsuelo; esto es, respecto a la profundidad y riqueza de la vida subterránea, en su mayor parte desconocida, y cuyo estudio sólo ahora se empieza. Dicha comparación quizá pudiera acompañarse de otras, más próximas al cambio de magnitud que Wolfe propone: ya sea la revelación que, en el XVII, supuso la utilización del microscopio y el hallazgo de una extraordinaria fauna (recuérdese la pulga que reproduce Hooke y los espermatozoides dibujados por Leeuwnehoek), así como la sugerencia, ya en el XVIII, debida a Herschel, desde su observatorio de Bath, y en la que postulaba la existencia de infinitas galaxias, orbitando oscuramente en un espacio infinito...

Buena parte de aquel carácter fantasmático atribuido al Barroco se debe, precisamente, a que nada era como parecía y a que la realidad se había disuelto, literalmente, a ojos del espectador. Lo que aquí revela Wolf es, en buena medida, parejo. No sólo la profusión de vida subterránea, ignorada por todos, sino las condiciones en que dicha vida se da y lo que implica tal descubrimiento, en términos de regeneración del suelo y del planeta, asunto crucial, pero también en cuanto al concepto que, hasta ahora, teníamos del origen de la vida. Según explica Wolf, la vida se originó en el subsuelo, en esa otra "biosfera profunda y caliente", mucho más acogedora que el agua originaria propuesta por Darwin. Y dentro de ese subsuelo, en un fondo arcilloso, propicio a la creación de criaturas complejas, capaces de vivir en condiciones extremas.

Lo cual implica, inopinadamente, una vuelta al mito del Génesis y la creación del hombre desde el barro. Asunto éste que ahora se revela como verdad científica y que nos recuerda, en palabras de la bióloga Mónica Fernandez Aceytuno, autora del prólogo, que nos hallamos ante algo así como la Última Thule: "la última tierra por descubrir dentro de la Tierra". Fascinante.

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