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David Linde: "A lo mejor dejando el hueco, evidenciando la ausencia, se puede activar que el público reclame un espacio similar al Nocturama"

Nocturama 2024

Hoy da comienzo la última edición de Nocturama

Durante las próximas cuatro noches tendrán lugar once conciertos en diferentes espacios escénicos de la ciudad

Nocturama 2024 dice adiós a Sevilla después de 20 años

Presentación de la XX edición de Nocturama en Sevilla

David Linde durante esta entrevista / Antonio Pizarro

Mientras estemos en los conciertos de Nocturama entre hoy y el domingo tendremos una sensación agridulce. Por un lado, sentiremos la llama dulce con que nos abrasan los artistas, mientras a veces nos asaltará la acerba sensación de que estamos ante algo que no se va a repetir. Después de veinte ediciones, el festival no volverá. David Linde, su director, programador y factótum tras quedarse como único responsable de LaSuite, la productora que lo organiza, nos cuenta por qué se ha terminado un proyecto tan ilusionante y nos ayuda a analizar las propuestas musicales que nos vamos a encontrar en esta última edición.

-El año pasado dio mucho que hablar su frase sobre que si metía a 1.000 personas en un concierto se preocuparía. Dígame este año otra frase con tintes de boutade, que vienen muy bien para darle vidilla a nuestras redes sociales.

-Siempre he reivindicado, y este año estoy poniendo mucho acento en ello, que en Nocturama no tratamos al público como si fuese una masa, un ente. No programamos pensando en 100, 200 o 10.000 personas, sino pensando en una sola de ellas, la que va a ver el concierto. La colectividad no me interesa; en realidad es una consecuencia de la programación. En ese aspecto, tratando al público como un solo individuo, lo que intento es que haya una transmisión real, profunda y lo más agradable posible entre el espectador y el músico, sin interferencias, con el mejor sonido posible y el espacio más cómodo posible. Cuando metes en él a mucha gente eso se rompe y ya entramos en otra experiencia. No puedo darle otra frase gorda, pero sí que seguimos tratando al público tirando del liberalismo del siglo XIX; apuntamos a la inteligencia del espectador, la experiencia que se la traiga de casa.

-Cuando el 9 de diciembre se levante por la mañana y pensando en Nocturama dé un suspiro, ¿va a ser de nostalgia o de alivio?

-De alivio. La nostalgia me entrará cuando pase un año, si es que me da. No soy nada nostálgico y, por fortuna, ahora tengo entre manos un proyecto que me tiene felizmente muy ocupado, que es Microclima, y me tiene tan ilusionado como cuando empecé Nocturama. El suspiro del día siguiente será de alivio porque termina la responsabilidad. No es lo mismo un festival joven, que tiene cierto margen, que un festival con veinte años. No soy una institución, pero en Sevilla no hay un festival que lleve tanto tiempo y eso implica una responsabilidad que, más que querérmela quitar ya, quería arrojar en otro espacio.

-¿Esas canas que tiene usted estarían también ahí de no haber estado veinte años preparando algo como el Nocturama?

-Estas canas las tengo prácticamente de siempre, son de familia. Nocturama no da estrés porque se hace con mucho cariño. Cuando diseño una edición lo hago casi con un año de antelación; entonces, cuando llega, para mí Nocturama ya ha pasado, solo hay que realizarlo y que lo que he pensado se ajuste a la realidad, pero no da estrés.

Sería delicioso que el relevo de Nocturama fuese el de las salas, que la gente volviese a ellas a descubrir bandas"

-Aparte de las múltiples cosas que hace usted al frente de LaSuite, ¿tiene pensado algo que de alguna forma pudiese ser un relevo de Nocturama?

-Microclima no es un relevo; en lenguaje televisivo sería un spin off, porque en Nocturama siempre le hemos dado sitio a ese tipo de música que ahora mismo, en lo personal, son las que más motivan mi curiosidad. El formato que siempre ha tenido Nocturama no va a tener ningún relevo en la ciudad, ni creo que en el país, ya que este tipo de formato tiende a desaparecer porque el negocio musical lo está arrasando. Sería delicioso que el relevo de Nocturama fuese el de las salas, que la gente volviese a ellas a descubrir bandas sin el estrés de tener cinco bandas delante y cinco detrás, con cambios cada media hora. Eso sería lo ideal. Nosotros siempre hemos tratado de programar sin hacerle la competencia a las salas, que para mí es la primera trinchera del melómano, de la música, de la cultura; las salas son las que se la juegan normalmente y ahí es donde debe estar el público.

-Estando por un lado el PopCAAC y el Interestelar y por otro el Monkey Week, ¿el Nocturama ya no tiene sentido, como cuando nació o, por el contrario, tiene ahora más sentido que antes?

-Es posible que pudiera tener más sentido que nunca. No termina por agotamiento, podríamos seguir muchos años más, el apoyo institucional existe, el apoyo de la ciudad también, pero consideramos que el ciclo se ha cumplido. Hay una tendencia a perdurar siempre en el tiempo y nada es eterno. El contexto puede quitarte de en medio perfectamente. A lo mejor dejando el hueco, evidenciando la ausencia, se puede activar que el público reclame, exija, un espacio similar al Nocturama. Era diferente al Interestelar y al PopCAAC, estaba en una línea difusa; su público sí que es similar al del Monkey, aunque ellos han articulado muy bien el concepto de fiesta de la música y Nocturama no era una fiesta, sino algo más íntimo. Y creo que esa intimidad no se va a conseguir por ahora en otro festival; insisto en que tiene que ser en las salas. Puede que se consiga en algunos ciclos que haya, pero el formato de festival va en contra de esa intimidad.

-En veinte años ha lidiado con dos y casi con tres generaciones, ¿era más fácil sacar adelante el festival con la gente de antes o con la de ahora?

-A nivel de público, no sabría decirle. Es verdad que en los públicos más jóvenes el concepto de descubrimiento está enfocado a otras cosas, y a nivel de bandas, las que me interesan están más en la línea de lo que es Microclima: música experimental, improv, dron, electrónica. En el pop y el rock veo monotonía, un revival de los 2000 que no me interesa nada. Y tirar de clásicos tampoco; toda la gente que hace cosas que me pudiesen interesar tienen más o menos mi edad y no me interesa hacer un festival maduro.

En el pop y el rock veo monotonía, un revival de los 2000 que no me interesa nada"

-¿Se hubiese celebrado esta edición si no hubiese sido la número 20?

-La decisión de acabar con Nocturama se gestó hace tres años, y en firme está desde hace dos. Materia prima para seguir más años tenemos, y motivación también, pero ya que decidimos terminar vamos a hacerlo en el 20, que es un número muy bonito y redondo. Si esta hubiese sido la edición número 18 o 19 hubiese habido una 20. Hasta la 25 no, aunque ha habido gente que lo ha pedido. Pero sí hasta la 20.

-Pues centrémonos ya en esta edición. Al ser la última podría haber sido una especie de autohomenaje, resumen de toda la vida, un ejercicio de nostalgia; pero no ha sido así.

-No, porque eso hubiese ido además en contra de la filosofía de LaSuite. Hay un par de guiños con Sr. Chinarro, que fue el primero que abrió Nocturama, y Guadalupe Plata, que representa esa veteranía, pero sigue siendo un grupo incómodo al que se la suda agradar al mainstream o a nadie. Son solo guiños a nuestro público de siempre, el resto sigue la filosofía de LaSuite de buscar la diferencia.

Guadalupe Plata

-Dejando aparte la velada del Colectivo Brecha, que difiere conceptualmente de los otros ofrecimientos en las cuatro noches de duración, vemos una dualidad en los artistas de cada una de esas noches a las que podríamos aplicarle lo de la canción de Chencho Fernández: este matrimonio no casa. Muévase usted hacia un lado u otro según sus preferencias: la innovación de Ruido Clavel vs. el clasicismo pantanoso de Guadalupe Plata…

-Y sin embargo tienen un poso en común muy interesante: los dos son dúos, los dos trabajan en la guitarra, percusión, voz y los dos navegan dentro de una autopista muy similar, porque Ruido Clavel, aunque se base en la copla, está tocando música surf con un poquito de post punk, diría yo; no me son tan ajenos, solo que uno es nuevo y el otro lleva años. Formalmente hablando, el espectador se va a ver interpelado de igual manera. Justamente este día yo veo mucha coherencia. Es cierto que Ruido Clavel es eminentemente andaluz y aunque Guadalupe Plata tiene también mucho de andaluz, pero al ser de Jaén, podemos decir que son andaluces orientales e incluso un poco castellanos, y allí no hay flamenco, lo que hay es jota. Guadalupe Plata bebe mucho de eso y se le nota.

-¿Cortarse las venas con Sr. Chinarro o dejárselas largas con Ana Chufa?

-Ana Chufa, desde que estaba con La Chufa Lisérgica, también lleva muchos años y creo que tiene el mismo público que Sr. Chinarro. Con Ana intento dulcificar un poquito la noche, pero si se pone a mirar lo que ella hace, también es cortavenismo, creo que esa noche nadie se va a dejar las venas largas. Las trayectorias son diferentes porque Chinarro es un referente y Ana no, pero el público es el mismo.

-¿Echarle luz a las raíces del flamenco, como hace Rocío Guzmán, o echarle oscuridad como hace Frente Abierto?

-Estamos hablando también de lo mismo. La luz de Rocío Guzmán la pongo entre comillas poque me parece su planteamiento más duro que el de Marco Serrato. Frente Abierto se ha diseñado mucho para Israel Fernández y Lela Soto y las partes de esta cantaora son impresionantes. Es donde más riesgo puede haber y ahí hay muchísima luminosidad. Es una noche muy coherente, incluso a mi pesar, que me gusta mucho jugar con los contrastes; pero yo jamás diría que Rocío es luminosa, en todo caso sería de luz negra.

Julia de Arco

-La última noche sí veo más homogeneidad entre la frescura de Julia de Arco y el torbellino de Rosana Pappalardo, de Salvar Doñana.

-Ese día es la fiesta. Igual ahí si llegaré a sentir un poquito de nostalgia. La noche antes con el Colectivo Brecha habré abierto un paréntesis que manifiesta que LaSuite va a seguir trabajando con el ayuntamiento en una serie de mentorías para que se produzca ese cambio de liderazgo que llevo reivindicando varios meses, y este último día tiene mucho que ver con eso. Julia de Arco porque es muy afín a ese colectivo tanto por edad, generación, como por la forma y lugar de donde trae su música; y Salvar Doñana porque es otra maravilla con la que Curro no para de reinventarse; si no fuera porque sé que es él, pensaría que estaba detrás un chaval de veinte años. Y lo que han logrado, con toda la frescura que tiene, lleva añadido el poso de alguien con muchos años de productor y es tan andaluz como, a la vez, cosmopolita. Quiero cerrar con fiesta y ellos van a conseguirlo.

-En esta última noche están precisamente los dos nombres que hace menos tiempo que hemos visto en carteles locales: Julia de Arco en el Monkey Week y Salvar Doñana en Som València. Y a la vez son los dos nombres más nuevos en la escena de todos los del festival. ¿Esto quiere decir algo?

-Es la filosofía de Nocturama: no miramos corrientes ni modas. A Nocturama no hace falta venir con carrera, sino aportando algo distinto y con calidad. Pensamos que así se enriquece el panorama.

Si hay saturación de producciones electrónicas siempre se abre una ventana a un artista con una guitarra de palo delante de seis o diez personas"

-Teniendo en cuenta la deriva que está tomando la música, ¿cree que cuando sus sobrinos nietos estén viendo algo en la pantalla de su gadget favorito podrá decirles aquello de: he visto cosas que vosotros nunca hubieseis podido imaginar? ¿O todo es cíclico realmente y vuelve de nuevo?

-En lo personal espero que lo que ahora llaman indie desaparezca. Creo que la música que se elabora en lo que ahora se llama indie, aunque no lo sea propiamente dicho, está hecha abogando a la emoción del público, a la épica, y no tanto al criterio, por lo que está haciendo trampas y espero que desaparezca, Espero que el público que viene sea más inteligente. Tengo esperanzas en la música urbana que, aunque haya en ella mucha paja, tiene gente muy interesante; también la hay en el hip hop, incluso en el trap. El rock nunca va a desaparecer, no debe hacerlo. Ni la necesidad de expresión que da la guitarra va a desaparecer tampoco nunca. Si hay algo que vuelve cíclicamente es el folk; si hay saturación de producciones electrónicas siempre se abre una ventana a un artista con una guitarra de palo delante de seis o diez personas. El folk siempre vuelve de una u otra forma para refrescar esa saturación. Tengo mucha curiosidad por lo que venga, como también mucho interés por lo que está pasando ahora mismo. Julia de Arco se pone con un laptop a producir y aparentemente está haciendo los mismo que los Chemical Brothers hace veinte años, pero desde donde lo hace es muy distinto. En esto de la música nos van a salvar los que ahora tienen quince años.

-¿Hablamos de futuro, entonces? ¿O en vista de lo que hace Putin y del equipo de gobierno que está formando Trump no vale la pena siquiera pensar en él?

-El futuro dependerá mucho de nosotros, si es que lo hay. Mi generación ha sido muy egoísta con los que vienen detrás, nos hemos agarrado a una falsa juventud. Que se quite de en medio Nocturama tiene mucho que ver con ese compromiso hacia las generaciones que vienen. Si hay futuro y nosotros colaboramos en ese cambio de guardia, será un futuro mejor. Y digo nosotros porque somos los que ocupamos los espacios de poder, los espacios de decisión; mi generación, en música, en cultura, en política, está ocupando los espacios donde se deciden las cosas. Si pretendemos vivir de las rentas del pasado habrá un futuro sin nosotros. Pero si entendemos que el momento ahora mismo de la sociedad es de ellos, no nuestro, habrá un futuro más rico. Y con nosotros dentro de él.

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