"El flamenco no puede ser un cementerio"

David Lagos | Cantaor

El jerezano publica 'Hodierno', un disco que responde a su búsqueda de "jugar con todos los recursos que un cantaor tiene a mano en el presente"

El cantaor David Lagos (Jerez, 1973), retratado en la calle Tetuán de Sevilla.
El cantaor David Lagos (Jerez, 1973), retratado en la calle Tetuán de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Camero

01 de diciembre 2019 - 06:00

En las artes, unas revoluciones se pregonan con estridencia, casi a grito pelado, y otras, por lo general más profundas y duraderas, sobre todo si hablamos de un territorio tan peculiar y esencialista como el flamenco, se hacen discreta, humilde, pacientemente. En esta segunda vía hallamos a David Lagos, cantaor jerezano con el expediente rigurosamente lleno de escenarios y tablaos de pura cepa, que, tras haber asumido la necesidad expresiva de encontrar una voz plenamente suya, está empeñado ahora en ese tipo de búsqueda que tan hermosamente expresó Enrique Morente: "Se trata de traducir la tradición, la memoria de nuestros antepasados, sonidos que no existen porque sólo están en el oído de quien los ha escuchado de quienes ya no viven. ¿Cómo traduces eso a un tiempo como el que vivimos?".

Su tercer disco, tras El espejo en que me miro (2009) y Mi retoque al cante jerezano (2014), lo presentó primero en la última Bienal de Flamenco y después, tras aplicarle otro meticuloso pulido tras haber aprendido del roce de las creaciones con la vida del directo, lo ha publicado recientemente. Se llama Hodierno, término formal que la RAE define así: "Que pertenece o está relacionado al día de hoy o al tiempo presente". "David necesitaba en este momento hacer una obra muy propia, muy personal. Desde el primer momento planteó que quería jugar con los sonidos de ahora, con todos los recursos que puede tener un cantaor a mano en 2019", explica Daniel Muñoz, alias Artomático, músico electrónico y productor que ha guiado al cantaor en la modelación del concepto sonoro del trabajo.

No ha estado solo. El mono de trabajo se lo pusieron también Alfredo Lagos, hermano y cómplice artístico insustituible del cantaor, amén de uno de los guitarristas más finos e intimistas del flamenco actual, y Juan Jiménez, saxofonista y miembro de Proyecto Lorca, formación a caballo entre la música contemporánea y la clásica que ya protagonizó otra memorable incursión en el flamenco acompañando a Rocío Márquez en su álbum Firmamento. El resultado de la colaboración de los cuatro es un disco que hunde jondo sus raíces inequívocas en un sonido que se vale de timbres, texturas y atmósferas contemporáneas para arropar y redoblar el impacto emocional del cante de Lagos.

"Yo llevo cantando muchísimos años ya y he participado en producciones de compañeros como Israel Galván, Mercedes Ruiz, Isabel Bayón... Con compañías de baile en las que se me han pedido muchas cosas dispares, como cantar en euskera o versionar Je ne regrette rien de Edith Piaf, como hice en La Francesa de Pastora Galván", dice Lagos sobre el proceso personal que lo ha conducido a este camino explorador pese a proceder de un contexto artístico más bien tradicional.

"Si pureza es cantar igual que hace cien años, caemos en la mera imitación, y es entonces cuando se pierde la pureza"

"Es decir –continúa–, que había en mi persona distintas caras y facetas. Para este disco quería aunar esa versatilidad de tantas cosas que he hecho y mi manera personal de enfocar el cante. No es un disco fortuito, eso seguro, mi intención era reflejar quién soy yo ahora. Esto va por etapas, es inevitable, y cuando eres joven tienes que demostrar tu talento, tu conocimiento, tus fuentes, y a veces no sabes si estás cantando tú u otro cantaor al que imitas. Pero creces y te vas quitando capas de cebolla. Bueno, pues yo ahora me he preguntado dónde está, quién es David Lagos como cantaor. Y a algunos les gustará y a otros no, pero éste soy yo".

El comienzo de este "largo y a veces difícil" proceso de reafirmación personal y artística se remonta al año 2014, cuando el jerezano, después de 20 años de trayectoria, veterano ya por tanto, se subió al escenario del Festival de Las Minas, lo dio todo y se bajó con la Lámpara Minera. Fue, dice, "la última vez" que se propuso "demostrar algo a los demás". "El público conocía a un David Lagos concreto, relacionado con el cante para atrás, y todavía hay quien entiende eso como algo peyorativo. Entendí que había que darle a mi currículum eso que le faltaba. Ahora ya todo el mundo sabe que David Lagos también canta delante. A mí no me hacía falta, y a muchos compañeros tampoco, pero otros sí parecían necesitar ese aval para verme de otro modo. Tras ganar el concurso decidí que se acabó lo de demostrar cosas a los demás. Para bien o para mal ya me he quitado todas las capas de cebolla".

"Teníamos claro –tercia Daniel Muñoz, volviendo a Hodierno– que no queríamos hacer fusión en el sentido de forzar la mezcla. No se trataba de meter un saxo o una base electrónica para quedar como muy modernos y ya, sino de plantear plantear un disco en torno al cante como si fuera un folio en blanco, por eso nos ha llevado tanto tiempo, más de dos años. Si el flamenco se acerca a otras músicas u otras músicas se acercan al flamenco, todas deben profundizar entre sí. No vale con echar los ingredientes en la mesa, hay que cocinarlos y matizarlos, ver lo que hay que poner de cada ingrediente y eso implica dedicar mucho tiempo a ese proceso de ensayo y error", explica el productor.

El músico y productor Daniel Muñoz, 'Artomático', con David Lagos.
El músico y productor Daniel Muñoz, 'Artomático', con David Lagos. / Juan Carlos Vázquez

A su lado, Lagos asiente. Porque se trataba también, claro, de no dar ningún resbalón en el muchas veces deslizante terreno de la experimentación. "El cante debe tener una base muy firme, hay que conocer muy bien sus raíces. Pongamos los cantaores de los que uno ha bebido y que ya no están son el cementerio; bien, pues el cementerio es un lugar de visita obligada, pero al mismo tiempo, tal como yo lo concibo, no te puedes quedar a vivir en el cementerio. Porque entonces lo único que demuestras es que tú también estás muerto. El flamenco no puede ser un cementerio ni un museo al que vas para ver obras acabadas... El flamenco es una expresión viva y de algún modo tiene que quedar siempre una última pincelada en el aire. Por eso pureza es una palabra a la que yo trato de referirme siempre entre comillas. Primero habría que definir qué entiende cada cual por pureza. Para mí, en todo caso, es la verdad, la honestidad. Si vamos a entender por pureza cantar igual que cantaban hace cien años, creo que entonces caemos en una mera imitación, y si depende de eso, entonces la pureza está condenada a perderse. Yo lo que defiendo es que uno se tiene que abrir en canal y aquello que decía Camarón: que escuelas en el flamenco hay sólo dos, transmitir o no transmitir".

Parece, por lo demás, que este camino abierto no ha hecho más que comenzar para Lagos. "Esa es la idea al menos –explica el cantaor–. Me gustaría que Hodierno no fuera un trabajo acabado. No digo que vaya a estar con esto toda mi vida, pero me apetece dedicarle el tiempo que haga falta. De hecho ya hemos creado una obra que nace de Hodierno: David Coria [bailaor y coreógrafo] estuvo en la presentación de la Bienal y le gustó tanto el concepto que quiso coreografiarlo. De ahí nace Fandango, un espectáculo en el que estamos trabajando ahora, con lo cual de momento Hodierno ha encontrado ya una continuidad".

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