Alhambra Monkey Week
Más allá del tópico de cansados pero satisfechos
Apostaron por trabajar colectivamente y de forma anónima en un paréntesis en el que los grupos y equipos habían dejado de formar parte de la escena; encontraron sus modos de expresarse en instalaciones, performances, vídeos, grafitis o incluso discos en una etapa en la que triunfaba entre sus contemporáneos la pintura. Con una mirada crítica a la realidad, "a la andaluza, con mucho humor", como señala el director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Juan Antonio Álvarez Reyes, el movimiento de Agustín Parejo School lanzó sus dardos contra las instituciones de la sociedad pero también contra la narración convencional y los criterios asentados del arte. En una muestra que tiene como comisario al especialista Jesús Alcaide y que se podrá visitar hasta el 22 de mayo, el CAAC repasa la historia de esta iniciativa que, desde Málaga y entre las décadas de los 80 y los 90, cuestionó a través de la poética y la política el estado de las cosas.
Aunque obras de este colectivo se habían visto en estos años en el propio CAAC, el Centro José Guerrero, el Macba de Barcelona o el Reina Sofía de Madrid, se pensaba que "no quedaban muchos documentos de Agustín Parejo School, por lo que en principio íbamos a hacer una exposición de pequeño formato", cuenta Álvarez Reyes. Los sucesivos descubrimientos llevaron a cambiar la concepción de una muestra que "no es una retrospectiva al uso, no se plantea de forma cronológica, sino temática: analiza distintas cuestiones que interesaron a sus integrantes", matiza Alcaide, que en la inauguración de la cita estuvo acompañado por uno de los miembros de Agustín Parejo School, el artista Rogelio López Cuenca.
Apenas perdura el material promocional de la primera exposición que llevó a cabo este grupo "que no tiene fecha de constitución ni una nómina de sus componentes". En Agit-Pop de octubre, celebrada en el Ateneo de Málaga en 1982, con el triunfo del PSOE de Felipe González como trasfondo, y más tarde en Du côte de l'URSS (Costa de la URSS), que albergó en el malagueño Colegio de Arquitectos en 1985, los artistas integran la propaganda y la estética soviética en su trabajo y juegan con ironía con la posibilidad de una invasión rusa de la Costa del Sol, una burla que con el tiempo se revelará casi como un augurio clarividente. Entre sus actividades, en esta etapa publican las casetes de U.H.P. (nombre que responde a las siglas de Uníos, Hermanos Proletarios), una banda ruidista y afterpunk que distribuyen de manera artesanal. "Ahora, con las redes sociales, parece fácil un intercambio al margen del mercado, pero entonces las circunstancias eran muy distintas", expone López Cuenca.
Junto a esa atracción por la URSS y su imaginario, la producción de APS se caracteriza por una preocupación por el lenguaje como arma para derribar las verdades oficiales e incomodar al espectador, una vertiente a la que pertenecen mensajes desconcertantes como la pintada Poezía, el lema Merde Pour la Poésie o el proyecto La Sábana Santa, que en su búsqueda de nuevos significados pasa, en un brillante juego de palabras, de Star Wars a John War, traducción al inglés del nombre de Juan Guerra.
El activismo de APS, que se implicó en las manifestaciones por una vivienda digna o se rebeló contra la visión idílica del sur en otra propuesta musical, Peña Wagneriana, que editaría el disco Hirnos de Andalucía, se sumó a las conmemoraciones de 1992 con la serie Lenin Cumbe, que el colectivo expuso en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla y en la que un ficticio artista ecuatoriano proponía en televisores recuperados de la calle escenas reveladoras de la conflictiva y desigual relación de hermandad entre España e Hispanoamérica. Del mismo año, 1992, es Sin Larios, una obra que partía de un hecho histórico, la sustitución de la estatua del Marqués de Larios por una figura alegórica del trabajo, y que no pudo materializarse por la negativa del Ayuntamiento de Málaga. "El fracaso de ese proyecto fue precisamente su éxito. No se trataba tanto de materializar la obra, sino de rescatar un trozo de la memoria histórica de la ciudad", asegura López Cuenca, para quien Agustín Parejo School se enfrentó, desde "el hedonismo y la irreverencia", tanto a "los popes de la Iglesia como a los de los movimientos sociales y artísticos". Tal vez por esa "mezcla de compromiso y guasa" su legado aún se mantiene joven. "Mientras otras obras de los 80 han envejecido mal", sostiene el comisario, Jesús Alcaide, "eso no ocurre con Agustín Parejo".
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