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La danza como antídoto contra la fragilidad humana

13 & 14 | Crítica de danza

Una imagen de la segunda pieza, '14', interpretada anoche por la Tao Dance Theater / D. S.

La ficha

**** ‘ 13 & 14’. TAO Dance Theater. Director artístico: Tao Ye, Duan Ni. Coreografía de 13: Tao Ye. Coreografía y concepto sonoro de 14: Ma Yue y Tao Ye. Composición de 13: Xiao He. Iluminación: Ma Yue, Tao Ye.  Vestuario: Duan Ni. Bailarines y bailarinas: huang qiqi, yan yulin, xu fujin, tong yusheng, li siyu, liu yiren, sun leirui, wu zhenkai, li jiayu, cheng leting, wan lu, lu wenchao. Lugar: Teatro Central. Fecha: Viernes 25 de octubre. Aforo: Lleno. 

Fundada en 2008 por Tao Ye, Duan Ni y Wang Hao, la Tao Dance Theater es, sin duda una de las compañías estables chinas de danza contemporánea más celebradas en Occidente, donde ha visitado ya los festivales y los teatros de danza más emblemáticos.

Una visibilidad que ha aumentado gracias al León de Plata de la danza obtenido el pasado año en la Bienal de Venecia, según Wayne McGregor, director de la Bienal Danza, “por su compromiso con una estética de danza pura, esencial, que elimina toda categorización del movimiento”.

Ciertamente, la ausencia de cualquier narrativa preside las dos piezas que la compañía pequinesa presentó anoche en el Central con carácter de estreno en España. Sus títulos, ‘13’ la primera y ‘14’ la segunda, aluden al número de bailarines y nada más, evitando así cualquier prejuicio o expectativa.

Ambas se centran en el cuerpo y en el carácter hipnótico y sugestivo de sus movimientos, amplificados por la luz y por un hermoso vestuario de reminiscencias históricas y orientales, en colores neutros la primera, sobre un linóleo blanco, y con 14 colores en la segunda.

Los ojos bajos, casi cerrados, y los círculos en grupo -sobre sí mismos en su mayoría- constituyen la base de ambas coreografías. No en vano la técnica corporal de la Tao Dance Theater es lo que ellos llaman ‘el Sistema Circular de Movimiento’.

Sin embargo, en la primera, los individuos rompen de vez en cuando ese grupo casi ceremonial para lanzarse al suelo, o encima del otro, o de los otros, con la energía medida, rápida y atlética de un arte marcial.

Caídas y brotes de violencia individual que transforman los cuerpos, exponiendo otros modos de fisicidad como el impacto o la caída, pero que terminan siempre con una vuelta al grupo y a su lentitud de ritual.

En cualquier caso, 13, la duodécima entrega de las ‘Series Numéricas’, es una hermosa pieza que da espacio al individuo, cosa que no sucede con 14: un unísono llevado a sus últimas consecuencias.

Con vestidos de colores brillantes, en la segunda pieza los catorce bailarines, sin distinción de género, en una misma posición y con el solo sonido de un metrónomo, van a interpretar una larga partitura rítmica asombrosamente coral en la que los giros y los movimientos rápidos de todo el cuerpo se alternan con largos momentos de quietud, casi siempre en el suelo, tendidos boca abajo o sentados en la posición de Buda.

El alarde de técnica y de energía es admirable. Tao ha defendido en varias ocasiones que el esfuerzo de la danza es una lucha contra la fragilidad de la naturaleza humana, y en eso la danza china, la antigua y la moderna, es un ejemplo digno de admiración.

Sin embargo, esa danza coral tan extremada, presentada como un puro objeto carente de narratividad y de contexto, no deja de revestir una frialdad a la que no estamos muy acostumbrados. Tanto es así, que gran parte del público respiró aliviada cuando en los saludos finales, tras recibir los típicos aplausos por bulerías, vio que los bailarines también eran capaces de sonreír.   

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