Daniel Mata: "Me gusta que la música le dé un giro inesperado al poema"
DANIEL MATA | Cantante
El músico y poeta Daniel Mata presenta su nueva obra 'Se pierde si no se da' con un espectáculo que fusiona música, poesía y arte en vivo, mañana en el Teatro Alameda.
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Del callejón al teatro, de la canción de autor a la poesía hecha carne, Daniel Mata no ha dejado de cruzar puentes. Desde que hace más de dos décadas fundara Daniel Mata en el Callejón del Gato, su música ha sido un refugio abierto, letras que respiran compromiso, melodías que se dejan contaminar por el rock, la cumbia, el swing o la rumba. Con ocho títulos previos como equipaje, Mata regresa con Se pierde si no se da, una propuesta que se presenta como libro-disco, pero encierra mucho más que eso; es un encuentro entre la emoción escrita y la emoción cantada, un homenaje colectivo a la palabra, una celebración escénica que reunirá músicos, poetas y pintura en vivo mañana martes en el Teatro Alameda. Antes de que eso ocurra, conversamos con él sobre esta obra gestada en silencio durante años, como un río subterráneo que por fin encuentra su cauce.
Pregunta.-En 2014 publicó usted Su mal espanta, otro libro-disco a varias manos, con los poetas David Eloy Rodríguez y José María Gómez Valero y el artista plástico Patricio Hidalgo. Han pasado once años desde entonces. ¿Qué cuenta ese lapso de tiempo, que la experiencia fue tan plena que necesitó reposar, o que fue tan exigente que tuvo que tomar aire antes de volver a sumergirse en un proyecto así?
Respuesta.-Todo comenzó en 2010, cuando con mi banda El Callejón del Gato creamos un proyecto de poesía cantada con un poema que escribí y que juntos convertimos en música. Luego, Su mal espanta fue un proyecto con Eloy, Valero e Hidalgo que recogía lo que veníamos desarrollando en un espectáculo itinerante. Aún hoy seguimos activos con él, aunque lo retomamos de manera esporádica, como un viejo amigo al que siempre se vuelve. A lo largo de todos estos años, aunque no publiqué formalmente poesía musicada, nunca dejé de crear. Colaboré en un espectáculo de música y poesía con la poeta Carmen Camacho, y más tarde en otro con María Ruiz Faro. Siempre estuve en movimiento, explorando esa fusión mágica entre versos y melodías, como si cada palabra y cada nota buscaran encontrarse en algún lugar del aire. Durante este tiempo, también me dediqué a componer y grabar discos con temas de letra y música propios, pero dejé en pausa la publicación de poemas musicados. Sin embargo, seguí trabajando en ellos, casi en secreto, acumulando material sin darme cuenta. Fue este año, cuando decidí retomar la idea de publicar, que me encontré con más de 30 poemas ya musicalizados. Ahí me dije: Bueno, creo que ya es momento de compartir esto. Así que hice una selección cuidadosa, y el resultado es este nuevo trabajo que ahora ve la luz. Es una recopilación de todo lo que he estado creando en silencio durante estos años, una muestra de que, aunque no siempre esté visible, la creación nunca se detiene.
P.-¿Qué queda de aquel Daniel Mata que daba sus primeros pasos? ¿En qué ha cambiado su manera de entender la música, y en qué permanece inalterable?
R.-Supongo que los cambios siempre los percibe mejor la gente que uno mismo. Aunque, por otro lado, siento que ahora tengo las ideas un poco más claras sobre cómo hacer las cosas. Al principio, cuando eres joven, es fácil quedar atrapado en los referentes, en esas influencias que te marcan y te moldean. Pero con el tiempo, algo cambia, vas encontrando tu propia voz, esa manera única de expresarte a través de la música, de contar historias que solo tú puedes contar y de darle forma a las canciones que llevan tu sello; como si, poco a poco, la brújula interna se ajustara y te guiara hacia tu verdadero norte.
P.-Siempre ha transitado el camino de la canción de autor. ¿Nunca le tentó desviarse por otros senderos estilísticos?
R.-Antes de ser músico fui un gran oyente. Escuchaba mucha música de distintos géneros, pero fue la canción de autor lo que realmente me impulsó a decir: ¡Esto es lo que quiero hacer! Fue esa chispa la que me llevó a coger una guitarra, agarrar un cuaderno y empezar a escribir. Aunque es cierto que otros géneros también me interesan, la canción de autor siempre ha sido un cajón de sastre en el que han cabido muchos estilos musicales bajo una misma etiqueta. Históricamente, lo que consideramos canción de autor ha abarcado una gran variedad de sonidos y formas de expresión. Por eso me sentía tan cómodo dentro de ese espacio; me permitía beber de otros estilos, explorar otras formas musicales y fusionarlas con mi propia voz, como si cada nota y cada palabra fueran piezas de un rompecabezas que solo yo podía armar.
P.-En Se pierde si no se da las canciones nacen de poemas, pero hay muchas formas de habitar un poema. ¿Pensó primero en los versos como un punto de partida, y luego llegó la música como un modo de vestirlos, o ya tenía en la cabeza una idea melódica que reclamaba ese texto concreto? ¿Cómo fue ese cruce entre la emoción escrita y la emoción cantada?
R.-Cuando compongo letra y música, el proceso puede tomar distintos caminos hasta llegar al resultado final de la canción. Sin embargo, cuando pongo música a un poema siempre parto del texto. Lo leo y releo, tratando de descubrir la música inherente que ya lleva dentro. Los poemas tienen su propia musicalidad, y yo juego con esa cadencia, leyéndolos en voz alta una y otra vez hasta encontrar el ritmo que siento que les pertenece. Pero no se trata solo de la estructura rítmica o formal del verso; también está el contenido. Aquí es donde me gusta jugar con la música como si fuera una banda sonora que acompaña una escena de película. Ese enfoque me permite transformar el texto original, alterar su sentido o enfatizar aspectos que, en una lectura sin música, podrían pasar desapercibidos. Me gusta que la música aporte algo nuevo al poema, que lo enriquezca o le dé un giro inesperado, sacándole más partido a las palabras y explorando posibilidades que quizás no estaban tan claras al principio, como si la música y la poesía se entrelazaran para crear algo más grande que la suma de sus partes.
P.-En este trabajo suenan voces lejanas y cercanas, poetas de distintos tiempos que parecen confluir en un mismo cauce. ¿Hay un hilo emocional que cose todo este universo en torno al dar y al recibir?
R.-Sí, todo está ligado a mi propio recorrido vital. Durante estos años, la poesía ha sido una compañera inseparable, y al seleccionar los textos me dejé guiar por aquello que me conmovía profundamente, versos que resonaban en mí como si hubieran salido de mi propia pluma. Elegí poemas que me hicieron sentir cómodo, pero también aquellos que despertaron en mí el deseo de haberlos escrito yo mismo, como si fueran un reflejo de mi propia voz. Creo que, si hay alguna unidad en esta selección, es precisamente esa, haberme sentido identificado con textos que considero emocionantes, relevantes y que, de alguna manera, han dejado huella en mí. Con la esperanza, claro, de que a otras personas les puedan resonar de la misma manera intensa y significativa que lo han hecho en mi caso. Cada poema es un espejo en el que me he visto reflejado, y ahora espero que otros también puedan encontrar en ellos un pedacito de sí mismos.
Queremos tres intervenciones de poesía desnuda en la voz de sus propios autores, como un momento de conexión directa entre el poeta y el público"
P.-Lo presenta en el Teatro Alameda con una propuesta escénica que rebasa el concierto convencional. ¿Qué le empujó a idear este espectáculo coral y multidisciplinar?
R.-Ya tenía experiencia previa trabajando con otros poetas, como le mencionaba: con Eloy, Valero, Camacho y Faro. Siempre me ha parecido una propuesta muy atractiva mezclar distintas disciplinas artísticas. Con Hidalgo, además, ya había colaborado en el espectáculo de Su mal espanta, y como él ha sido el ilustrador de Se pierde si no se da y su conexión con el proyecto era natural, me parecía imprescindible que estuviera presente. Es maravilloso verlo trabajar, algo que hace con frecuencia tanto en colaboración con otros artistas como en solitario, creando pintura en vivo. Y, tratándose de un libro de poemas musicados, también me parecía fundamental invitar a poetas para que recitaran sus versos. No quería que fuera simplemente un concierto al uso, sino darle espacio a la palabra desnuda, a la poesía en su estado más puro, resonando en el aire mientras el poeta la comparte con el público. Era una manera de honrar tanto la música como la palabra, creando un diálogo entre ambas, con cada verso y cada nota entrelazándose para contar una historia más grande.
P.-¿Qué presencia tendrán en escena Carmen Camacho, María Ruiz Faro y David Eloy Rodríguez? ¿Harán lecturas, intervenciones dramatizadas, un diálogo con las canciones?
R.-La propuesta que les hice fue invitarlos a subir al escenario y, antes de cantar los poemas respectivos de cada uno que hay en el libro, que leyeran otro poema que sintonizara o dialogara con lo que iba a interpretarse después. La idea no era que recitaran mientras sonaba música de fondo, sino crear un espacio íntimo, puro, para la palabra. Queríamos esas tres intervenciones de poesía desnuda, tal cual, en la voz de sus propios autores, como un momento de conexión directa entre el poeta y el público. Que sea como abrir una ventana al alma de cada poema, permitiendo que las palabras resuenen en el aire, libres y desnudas, antes de que la música las envuelva y les dé un nuevo sentido.
P.-Músicos, poetas, pintura en vivo; el escenario se convierte en una especie de cruce de caminos artísticos. ¿Cómo ha sido el trabajo de ensamblaje de todas esas voces y miradas?
R.-En este caso, todo fluye con naturalidad, ya que son compañeras y compañeros con los que llevamos mucho tiempo compartiendo y viviendo la labor artística, así como una amistad que se remonta a años atrás. Si fueran poetas o artistas a los que no conociera, quizás me sentiría más incómodo, pero como llevamos haciéndolo prácticamente toda la vida, resulta muy natural y, sobre todo, muy gozoso. El tiempo ha tejido un hilo invisible entre nosotros, que nos permite entendernos sin necesidad de palabras, creando juntos algo que trasciende lo artístico y se convierte en pura complicidad.
P.-Hábleme de su banda habitual. ¿Quiénes son sus compañeros de viaje y por qué ha querido sumar para esta cita a Gautama del Campo, Virginia Moreno y Graci Rodríguez? ¿Qué aportan sus voces e instrumentos a este tejido común?
R.-Respecto a la banda habitual, está a la batería, Luis Carlos Curiel; al bajo, Enrique Mengual; a los teclados, Rafa Arregui y a la guitarra, Ale Rodríguez, el Kanishe. Algunos llevan conmigo desde el principio de este proyecto, y el que menos tiempo lleva, ya suma al menos 15 años tocando juntos. Es como una familia musical, donde cada uno aporta su esencia y juntos creamos algo que va más allá de las notas y los versos. A los otros ya los conocía de antes y los considero amigos. Cada colaboración surgió de manera natural durante la producción del disco. Por ejemplo, Virginia, una acordeonista y clarinetista excepcional, era la persona ideal para darle ese toque especial a una de las canciones. ¿Quién mejor que ella, una gran amiga, para hacerlo? Lo mismo pasó con Gautama, cuya generosidad y talento siempre han sido un regalo y me alegró mucho que aceptara sin hacer preguntas, incluso antes de escuchar las canciones que le proponía. Eso me llenó de alegría. Y Graci, que también canta, aporta unos coros impresionantes en el poema de Carmen Camacho.
P.-La imagen también tiene un lugar central en Se pierde si no se da. ¿Qué papel juega la obra de Patricio Hidalgo en el proyecto? ¿Es el libro también una experiencia visual?
R.-Sí, el libro es mucho más que un simple disco. En sus páginas, las ilustraciones de Hidalgo cobran vida, acompañadas por las fotografías de Stefanía Scamardi, una artista cuyo ojo captura la esencia de cada momento. Además, cuenta con el prólogo de Fernando González Lucini, una figura emblemática en el mundo de la canción de autor en España, cuyo respaldo es un honor para nosotros. También incluye una entrevista de David Eloy Rodríguez, entre otras cosas. De hecho, el proyecto original iba a ser un disco con un cuadernillo adjunto, a modo de cancionero, donde aparecieran las letras y los acordes para que cualquiera pudiera cantarlas y tocarlas en casa. Pero, con el tiempo, la idea fue creciendo y terminó convirtiéndose en un libro de más de cien páginas, como si las palabras y las notas hubieran decidido expandirse, buscando más espacio para respirar y llegar a más gente, convirtiendo un simple proyecto en algo mucho más grande y significativo.
La música y la poesía se entrelazan para crear algo más grande que la suma de sus partes"
P.-Aunque la gran presentación será en el Teatro Alameda, Se pierde si no se da ya está disponible desde el Día de la Poesía, que fue el pasado viernes.
R.-Efectivamente, el libro está disponible a través de la web librosdelaherida.es y en librerías, aunque por ahora hay que solicitarlo debido a los retrasos causados por las lluvias recientes. Sé que llevamos unos días de retraso, pero confiamos en que el libro estará en las estanterías en cuestión de horas. Es como si las palabras y las notas estuvieran a punto de cobrar vida, listas para saltar de las páginas y resonar en los corazones de quienes las lean.
P.-¿Qué acogida espera? ¿Qué emoción le provoca esta celebración, tan simbólica?
R.-Al principio imaginé la presentación para el día 21, pero cuando surgió la oportunidad de hacerla en el Teatro Alameda, un espacio que siempre me ha emocionado, no pude resistirme. Aunque no estaba disponible para la fecha inicial, me ofrecieron el día 25 y no lo dudé ni un momento. Prioricé ese escenario porque es un lugar muy vinculado a la Alameda y lleva años formando parte de mi historia, y esta ocasión merecía un marco tan especial. La verdad es que estoy muy ilusionado con el evento. Aunque nunca se sabe cuánta gente puede acudir, especialmente porque no somos una banda especialmente mediática, saber que habrá amigos y personas cercanas ya hace que todo valga la pena. Y, por supuesto, ojalá se sume mucha más gente. También quiero agradecer a todos los que nos están echando una mano para dar difusión a este proyecto, como es el caso del Diario de Sevilla. Cada apoyo es una nota más en esta melodía que estamos creando juntos.
P.-¿Qué le gustaría que se llevara el público del Teatro Alameda? ¿Qué se pierde si no se da, pero también si no se acude?
R.-Nuestro objetivo es simple pero profundo: ofrecer palabra bien dicha, poesía en su estado más puro y esencial. En un mundo que a veces parece olvidarse de lo importante, queremos reivindicar la magia que nace cuando la poesía y la música se encuentran. Esperamos que quienes nos acompañen se lleven algo más que un recuerdo, una dosis de versos que resuenen, un latido de alegría y esa chispa que nos recuerda por qué vale la pena celebrar la vida. Porque, al final, lo que nos mueve es compartir lo que nos emociona, lo que nos hace vibrar y lo que nos une.
P.-No es habitual verle en un recinto como el Teatro Alameda. su hábitat son espacios más cercanos, más a ras de tierra, como esa jam session que organiza justo después de esta entrevista. ¿Cómo ha sido la oportunidad de actuar en un espacio así y cómo es, en cambio, su manera más cotidiana de compartir su música?
R.-Soy un animal de garito. Los bares han sido mi segundo hogar durante años; lugares donde la música fluye entre vasos y risas, casi a diario. Pero también hemos pisado salas de conciertos, teatros y festivales, espacios que nos han regalado momentos inolvidables. La verdad es que me siento cómodo en cualquier escenario, porque la magia de un concierto no depende del tamaño o el brillo del lugar, sino de la conexión que se crea entre la música y el público. Ya sea en un bar pequeño o en un teatro majestuoso, la emoción es la misma. Lo importante es hacer música junto a los compañeros con los que conectas, disfrutar del público y que el público disfrute contigo. En el caso del Teatro Alameda, es un espacio al que estamos vinculados emocional y vitalmente desde siempre. Cuando surgió la oportunidad de presentar el proyecto al Ayuntamiento les propuse hacer la presentación allí y el ICAS nos dio luz verde. Ellos sabrán por qué, pero para nosotros es un honor y una gran alegría. El teatro, con su historia y su magia, es el escenario perfecto para dar vida a este proyecto que tanto significa para nosotros.
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