The Köln Concert | Crítica de danza
El placer de escuchar a Keith Jarret
arqueología
Seguro que la historia le suena: alguien ve en Twitter la noticia del fallecimiento de tal o cual actor, músico o escritor y la retuitea sin observar la fecha. O sea, sin reparar en que el actor, músico o escritor lleva muerto uno, cinco o diez años.
Algo así ocurre ahora con una cuestión mucho menos lúgubre y, en cualquier caso, bastante curiosa: el hallazgo de una daga de cristal de miles de años de antigüedad en el impresionante tholos de Montelirio, en Castilleja de Guzmán, uno de los monumentos megalíticos más relevantes de la península.
La noticia del llamativo descubrimiento vuelve a correr por las redes sociales adobada con referencias un poco friquis a las lanzas y espadas de los caminantes blancos de Juego de tronos, aunque en realidad no se trata de un hallazgo actual, sino que se remonta en el tiempo casi tres lustros atrás. En concreto, hasta 2007, cuando científicos de las universidades de Sevilla y Granada -Antonio Morgado, José Antonio Lozano Rodríguez, Miriam Luciañez y Carlos Odriozola- iniciaron unas excavaciones arqueológicas en la zona que se prolongaron durante tres años.
Y justo un lustro después, en 2015, publicaron los resultados de su investigación. Se trata de un informe académico en el que sobresale el descubrimiento de la mencionada daga de cristal de roca -material no tan inusual para la elaboración de herramientas en la época-, así como su mango de marfil y hasta 25 puntas de flechas, entre otros muchos objetos.
En su investigación, los científicos apuntaban también que la inexistencia de minas de cuarzo en la zona lleva a concluir que el cristal de roca tuvo que ser importado desde lugares distantes. También que el uso de la daga probablemente fuera ritual y reservado a las élites.
En resumen, que es mucho lo que todavía esconde la fascinante historia de la imponente tumba megalítica de Montelirio, aunque el descubrimiento de la enigmática daga no sea, precisamente, una noticia de última hora.
También te puede interesar
The Köln Concert | Crítica de danza
El placer de escuchar a Keith Jarret
Ensemble Sonido Extremo | Crítica
Las manos del (buen) maestro
Desmontando a Lucía | Crítica
Jugarretas de la memoria (cinéfila)
Afines | Crítica de danza
La compleja y emocionante belleza de la dualidad