Al otro lado del deseo

Desde Canadá, Simple como Sylvain se despliega como una actualizada comedia romántica adulta poniendo su foco en un personaje femenino liberado al deseo y la pasión sexual despertada por un macho alfa salido de una fantasía de calendario. Ella es una profesora universitaria de clase media en los cuarenta (Magalie Lépine Blondeau), vive en pareja con escaso entusiasmo y ve cómo se reaviva la libido dormida tras el encuentro con un fornido constructor de origen hispano (Pierre-Yves Cardinal) que le reforma la casa de veraneo.

En su primer tercio, Simple como Sylvain se despliega como una chispeante comedia de atracción y encontronazo, coqueteando con la forma como manera de distanciarse cómicamente de sus elementos-cliché. Lo que viene luego desafía todo juicio moral sobre las acciones y las decisiones femeninas: la liberación amorosa sigue su camino salvaje con la inevitable confrontación de mundos y clases, algo sobre lo que Mounia Chokri consigue pasar con elegancia sin caer en el ridículo, ni siquiera en la arriesgada escena de pedida de matrimonio. Al fin y al cabo, también hay empatía por ese hombre y esa otra familia en los que se proyecta un futuro poco probable apenas sostenido por el hilo del amor apasionado.

Modélica también en su estructura, la película se reserva para el tercer acto las consecuencias de la decisión, las dudas entre la comodidad burguesa y el salto al vacío y el inevitable desencuentro con un punto de catarsis liberadora. En sus etapas, giros y altibajos, la cinta se disfruta en su ligereza autoconsciente, su intelectualidad camuflada, su celebración de los cuerpos alterados y su retrato de una mujer que quiere representar a muchas otras.