Emociones de urgencia

No cabe duda de que Léa Fehner (Les ogres) y su co-guionista Paillé han hecho los deberes, se han documentado bien y han pasado muchas horas y turnos en los paritorios de los hospitales franceses antes de escribir y hacer su película, que reivindica apasionadamente la Sanidad Pública, la labor esencial de las matronas y sus justas peticiones de mejora de condiciones de trabajo.

Porque en Matronas todo se condensa en ese intenso y a veces extenuante efecto realista y en ese estado límite que acompasa la vida entre salas de dilatación, pasillos, monitores, oxitocinas y epidurales, y donde nuestras heroínas en equipo intergeneracional y multicultural, veteranas y recién llegadas, expertas y principiantes, también algunos hombres, luchan codo con codo en una casuística que va de las buenas prácticas al fracaso o la fatalidad pasando por todas las etapas intermedias de la ansiedad, la euforia, la culpa y el estrés laboral.

El problema es que esa intensidad resulta a veces algo excesiva y artificiosa a pesar del buen trabajo coral salido de un laboratorio de interpretación, como lo es también la calculada rebaja de humor para dar respiros, el uso de la música para calmar tensiones, el perfil de algunos personajes complementarios que se disuelven en el caos y una cierta flaqueza a la hora de mantener el concepto inicial del encierro que nos termina sacando del hospital para empatizar un poco más si cabe con la causa reivindicativa.