El prestigio de la sordidez
La chica de la aguja | Crítica

La ficha
** 'La chica de la aguja'. Drama, Din-Pol-Sue, 2024, 122 min. Dirección: Magnus Von Horn. Guion: Line Langebek Knudsen, Magnus von Horn. Fotografía: Michal Dymek. Música: Frederikke Hoffmeier. Intérpretes: Victoria Carmen Sonne, Tryne Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup.
El sueco-polaco Magnus Von Horn se posiciona con su tercer largometraje como nuevo autor de referencia en esa primera división del cine de la crueldad con pretensiones artísticas para el prestigio internacional y las nominaciones y premios de temporada.
Tras seguir el descenso a los infiernos de una influencer en Sweat, viaja ahora, a partir de un caso real, a la Dinamarca de la primera posguerra mundial para hundirse en el fango y la miseria de los callejones estrechos y los apartamentos insalubres y, con un ojo en el Lynch de El Hombre elefante y otro en la severidad de Haneke, dibujar un retrato de época y barbarie a través de los ojos de una joven empleada en una fábrica de costura (Victoria Carmen Sonne) arrastrada por las circunstancias a un no menos sórdido descenso a los abismos de la amoralidad, el clasismo y la violencia como motores de relaciones e intercambios entre unos personajes literalmente atrapados por el melodramático blanco y negro en formato cuadrado y el olor a podredumbre que los rodea.
Todo y todos son feos, desfigurados, sucios, mezquinos o siniestros en este recorrido que aspira a fundir naturalismo y expresionismo empeñado en subrayar siempre el lado oscuro de la humanidad como consecuencia de las circunstancias. No hay lugar para la esperanza ni la respiración de aire fresco en un espacio y un tiempo construidos como laberinto de formas cerradas, eco de gritos sordos y fatalismo de manual masoquista del que, por supuesto, ni siquiera pueden escapar las criaturas inocentes.
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