Incómodos en un salón de IKEA

El influjo de Ruben Östlund (Fuerza mayor, The circle) se deja sentir en esta comedia dramática sueco-noruega que pone a la pareja, la clase media acomodada, la hipocresía de las relaciones sociales y el nuevo universo profesional post-capitalista patas arriba con una dosis de sátira en sordina que desestabiliza a los personajes que la pueblan tanto como a su propio espectador, tan incómodo por momentos como sus protagonistas ante situaciones inesperadas y embarazosas.

André y Vera conforman una doble alianza sentimental y emprendedora con la creación de una app de salud femenina que intentan sacar al mercado a través de una de esas sesiones de pitching destinadas a captar fondos e inversores. Una pareja en crisis en la que él (Herbert Nordrum, lo recordarán de La peor persona del mundo) ejerce un liderazgo descompensado y donde ella (extraordinaria y repleta de matices Asta Kamma August) ha decidido acudir a sesiones de hipnoterapia para recuperar su identidad subyugada y su autoestimada perdida en el proceso.

Una madre castradora, un coach engreído y las jornadas de trabajo echan la madera restante a esta hoguera de diseño nórdico, vanidades, egos, inseguridades y dinámicas de grupo que el debutante Ernst de Geer satiriza en su propio ridículo sin subrayar más de la cuenta, creando poco a poco situaciones incómodas donde el juego performativo de ella sabotea y amenaza siempre la normalidad y las apariencias de juego de los demás, como si el personaje de Vera nos estuviera recordando en sus contadas apariciones (hubiéramos deseado alguna más) que el mundo ante sus actos no deja de ser un ritual de convenciones. A la postre, Hipnosis se aparta del habitual camino cínico de Östlund con un final original donde se atisba una posibilidad de redención masculina y un escape honroso para la pareja.