Cáncer y canciones cursis

El bus de la vida | Crítica de cine

Dani Rovira, Susana Abaitua y Elena Irureta en una imagen del filme. / David Herranz

La ficha

* 'El bus de la vida'. Dramedia, España, 2024, 92 min. Dirección: Ibon Cormezana. Guion: Eduard Sola, I. Cormenzana. Fotografía: Albert Pascual. Música: Paula Olaz. Intérpretes: Dani Rovira, Susana Abaitua, Elena Irureta, Antonio Durán, Pablo Scapigliati, Andrés Gertrúdix. 

No ha tenido mucha fortuna el cáncer en su tratamiento cinematográfico patrio, casi siempre recargado de una sensiblería o un buenismo que terminan echando por tierra las mejores intenciones de empatía, optimismo y comprensión con los enfermos y sus circunstancias. Le pasaba a aquella Planta 4ª de Mercero y Espinosa, y le pasa también a este Bus de la vida donde no es difícil proyectar la experiencia vital de Dani Rovira en el personaje que interpreta, un profesor de música que llega a un pequeño pueblo vasco (esta vez sin apellidos) y al que a las primeras de cambio le diagnostican un tumor en el oído.

Si el arranque atropellado y esquemático desafía ya nuestra paciencia en sus aseadas formas televisivas, lo que viene no contribuye demasiado a levantar el ánimo: la misma chica (Susana Abaitua) que le alquila el piso a nuestro profesor taciturno es también la conductora de un autobús solidario que recorre semanalmente la ruta desde el pueblo al hospital para que sus pasajeros reciban sus correspondientes sesiones de quimio y radioterapia, pretexto para el retrato de variantes, generaciones y perfiles (Irureta, Durán, Scapigliati) de la enfermedad con la música como horizonte de esperanza para los más jóvenes, también para nuestro profesor, rockero frustrado que, en la subtrama más endeble del filme, intenta recuperar la autoestima perdida y vencer su miedo escénico.

A El bus de la vida le caben además un par de historias de amor y pena, un repertorio pop-rock de segunda categoría, un pintoresquismo de film commission, un alegato en favor de la hierba paliativa, chistes de pedos y piernas biónicas y la aparición inevitable de la muerte para recordarnos lo serio del asunto. La película ya tal.  

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