El señor de los perros

Dogman | Crítica

Caleb Landry Jones en una imagen de 'Dogman', de Luc Besson.
Caleb Landry Jones en una imagen de 'Dogman', de Luc Besson.

La ficha

*** 'Dogman'. Drama, Francia, 2023, 114 min. Dirección y guion: Luc Besson. Fotografía: Música: Eric Serra. Intérpretes: Caleb Landry Jones, Jonica T. Gibbs, Christopher Denham, Clemens Schik, Michael Garza.

Nunca hubiéramos imaginado que el francés Luc Besson (El gran azul, El quinto elemento, Juana de Arco, Valerian, Lucy) iba a hacer una película como Dogman a estas alturas de su carrera. Menos aun que fuera capaz de moverse con tanto desparpajo como convicción por unos materiales de serie B y un paisaje americano plagado de clichés que hacen de su filme un desconcertante viaje por distintos géneros y registros que lo convierten en un producto original y a contracorriente.

Y es que Dogman abraza y combina el melodrama familiar, el policiaco criminal, el burlesco musical, la fábula de redención o el discurso animalista siguiendo el trayecto de un niño apaleado que narra desde un presente terapéutico cómo consiguió salir adelante ante un padre y un hermano violentos, una irreparable lesión medular, una búsqueda incesante de modos de vida o un paso por el cabaret trans donde, Edith Piaf y Marlene Dietrich mediante, encontró a esa otra familia que, junto a sus perros amaestrados para el robo elegante o la justicia poética, hicieron de él un adulto sensible y lector de Shakespeare.

Fábula de impredecibles caminos e ingenuidad metafórica de otros tiempos, Dogman hace de sus muchas mutaciones y volantazos la esencia de su condición posmoderna, pero sobre todo nos deja a un extraordinario Caleb Landry Jones, casi siempre en registros mucho más sórdidos (Heaven knows what, Tres anuncios en las afueras, Nitran), como héroe humanizado, moral e incluso beatífico de un filme que esconde entre los pliegues de sus materiales de derribo insospechados caminos para la emoción kitsch.     

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