Aprendices de la muerte
Pirañas: los niños de la camorra | Estreno en Movistar+
Ficha
*** 'Pirañas: los niños de la camorra'. Drama, Italia, 2019, 112 min. Dirección y música: Claudio Giovannesi. Guion: C. Giovannesi, M. Braucci, Roberto Saviano. Fotografía: Daniele Cipri. Intérpretes: Francesco Di Napoli, Viviana Aprea, Ar Tem, Pasquale Marotta. En Movistar+.
El cine y la televisión italianas han encontrado un nuevo filón en el retrato realista de las distintas mafias locales y su entorno juvenil, al rebufo del éxito y las formas de aquella Gomorra (2008) de Matteo Garrone que adaptaba el libro de Roberto Saviano. Títulos recientes como Suburra, Una historia siciliana de fantasmas, La mafia sólo mata en verano o series como Gomorra o ZeroZeroZero dan buena fe de ello.
El autor napolitano, que reside en Estados Unidos y vive bajo constante amenaza de muerte, es también el guionista de Pirañas: los niños de la camorra, que se adentra en el retrato de los vástagos y aprendices del oficio mafioso, nuevos ragazzi di vita que recorren las calles de Nápoles en sus motorinos, siempre ávidos por emular la vida de lujo hortera y extorsión violenta de sus mayores, jóvenes que asumen los gestos y rituales de una vida adulta sin que apenas les hayan asomado los pelos del bigote.
Claudio Giovannesi (Fiore) asume la impronta neorrealista y dinámica del modelo Garrone, recorre y hace guiños a algunos lugares sagrados del mejor cine italiano (Rossellini, De Sica) y pone cierta distancia en la crónica fatalista de este grupo de chavales cuya escalada hacia la extorsión y la guerra con otros clanes viene guiada por la mirada de Nicola (Francesco di Napoli), un quinceañero decidido a imponer una nueva ley con la fuerza de las pistolas al tiempo en que vive una relación amorosa con una adolescente de un barrio enemigo.
Todo resulta aquí familiar, reconocible e incluso previsible, también ese pequeño guiño shakesperiano que hace de nuestros protagonistas unos Romeo y Julieta a la escapada entre amenazas de muerte, días de playa y tiroteos al anochecer. Con todo, la película mantiene cierta energía y pulso veristas (no se atisban actores profesionales en el horizonte) y consigue sostener su mirada pseudo-documental, seca y desapasionada hacia el inevitable destino trágico de sus criaturas, carne de cañón, desamparo e imitación en un universo sin demasiada posibilidad de escape ni redención.
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