Una comedia eco-romántica

La nueva película de Nakache y Toledano, directores de aquella exitosa Intocable que aún les sigue dando rédito, conjuga con astucia oportunista y picaresca a la francesa la sempiterna crisis de las clases medias y trabajadoras con ciertas derivas del mundo contemporáneo, más concretamente las que atañen a todos esos movimientos sociales que se han levantado contra el híper consumismo y en defensa de la ecología en todos los ámbitos de la vida, como pretexto para lo que no deja de ser una vieja comedia romántica.

Dos perdedores de mediana edad cargados de deudas conforman la pareja protagonista y complementaria que encontrará en un comando de activistas urbanos el refugio perfecto para ocultar su fracaso, darle un volantazo al rumbo de sus vidas, beber y comer gratis e incluso intentar ligarse a la guapa del colectivo (Noemie Mérlant).

Un año difícil juega así la baza de la sátira del compromiso cívico y sus excesos caricaturescos como marco de actualidad en el que desenvolver su particular comedia de tipos entrañables, a los que Pio Marmaï (Yannick) y Jonathan Cohen (Énorme) prestan ese repertorio de la gestualidad clásica que los emparenta con tiempos, movimientos y gags de otra época. También entiende el tono general de farsa con mensaje un Mathieu Amalric que interpreta aquí a un peculiar terapeuta motivacional que no predica precisamente con el ejemplo. Son ellos los que rescatan a la postre un filme que, en su triple juego entre la comedia, lo romántico y la llamada a la conciencia medioambiental, se queda en tierra de nadie.