Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
Reality | Estreno en Filmin
*** 'Reality'. Drama, EEUU, 2023, 83 min. Dirección: Tina Satter. Guion: T. Satter y James Paul Dallas. Fotografía: Paul Yee. Música: Nathan Micay. Intérpretes: Sydney Sweeney, Josh Hamilton, Marchant Davis, Benny Elledge.
Heroína cívica para unos, traidora a la patria para otros, la ex-soldado Reality Leigh Winner (Alice, Texas, 1991) aún permanece en prisión por filtrar a la prensa desde su trabajo como traductora en la Agencia de Seguridad Nacional documentos confidenciales que confirmaban la participación rusa en la alteración de las elecciones presidenciales que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca en 2016.
Siete años después, esta película producida por HBO reconstruye el episodio de su detención y el interrogatorio al que fue sometida en su casa de Augusta por un grupo de agentes del FBI, respetando línea a línea, incluidos los pasajes redactados (o lo que es lo mismo, censurados por su contenido secreto), las transcripciones de aquellas largas horas que darían con la joven esposada en un coche patrulla.
Filme abiertamente político y del lado de Winner y su sentido de la justicia y la denuncia de la corrupción interna y la manipulación mediática, Reality plantea algunas interesantes ideas de puesta en escena en su condensación espacio-temporal, sobre todo en la gestión de la distancia de los cuerpos y el sentido del acoso (de un grupo de hombres a una sola mujer), más allá del carácter fidedignamente documental de sus diálogos, conversaciones y réplicas. Es en ellas donde brilla sobremanera Sydney Sweeney, cuyo registro y gestualidad oscilan entre la seguridad y la indolencia de los primeros instantes al evidente quiebro emocional de los momentos postreros tras un tenso y electrizado interrogatorio.
Con todo, la debutante Tina Satter no se contenta con la sobriedad inicial de su planteamiento y agujerea ocasional e innecesariamente el cara a cara con algunas salidas temporales y efectos visuales que buscan traducir los pasajes borrados de la transcripción sonora. También a los postres, un epílogo con imágenes del caso y su debate público extraídas de los informativos, se nos antoja redundante y explicativo, sobre todo después de que un plano a vista de drone hubiera sido más que elocuente para denunciar el estado de vigilancia, desprotección y control de los ciudadanos en las sociedades democráticas.
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