El último verano de la inocencia

Paradise is burning | Crítica

Una imagen del filme de Mika Gustafson.
Una imagen del filme de Mika Gustafson.

Ficha

*** 'Paradise is burning'. Drama, Sue-Ita-Din, 2023, 110 min. Dirección y guion: Mika Gustafson. Fotografía: Sine Vadstrup Brooker. Música: Giorgio Giampa. Intérpretes: Bianca Delbravo, Marta Oldenburg, Dilvin Asaad, Mitja Siren, Safira Mossberg, Ida Engvoll.

Como aquellos niños de Nadie sabe de Kore-eda, las tres hermanas de esta premiada cinta sueca de Mika Gustafson viven solas en la casa familiar sin presencia del padre o la madre, de los que nada sabemos, autogestionadas y libres en un feliz caos que tiene algo de juego continuo y de coqueteo con la suplantación de la vida adulta.

Al frente, la hermana mayor ejerce el rol de madre a un tiempo protectora, organizadora y permisiva, guía de aventuras y travesuras callejeras, instigadora de pequeños hurtos y asaltos a casas vacías donde poner música, bailar y bañarse en las piscinas ajenas.

En ese pequeño paraíso veraniego sin reglas ni rumbo los adultos también asoman como figuras marginales o con taras, incapaces de ejercer una tutela moral o una protección que tampoco nadie les ha pedido. Acecha sobre todo el filme la visita anunciada de los servicios sociales, elemento que pone en perspectiva un relato de celebración y despedida que se anuncia a cada nueva escena, en el encuentro con una posible madre sustituta, cómplice de nuevas aventuras furtivas y a la postre vía muerta para una posible solución que nunca termina de llegar.

Gustafson dota al filme de un aire impresionista de instantes fugaces detenidos en un puñado de canciones pop, también deja ver algunos trazos de violencia y crueldad infantil, delineando etapas de revelación y (auto)descubrimiento que anuncian el final de un ciclo para esas tres hermanas inseparables que han crecido demasiado deprisa aferradas a su propia utopía libertaria.

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