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Moneyboys | Crítica

'Moneyboys': cualquier parecido con Hou Hsiao Hsien no es casual.

Ficha

*** 'Moneyboys'. Drama, Aus-Fra-Tai-Bel. Dirección y guion: C.B. Yi. Fotografía: Jean-Louis Vialard. Música: Yun Xie-Loussignan. Intérpretes: Ko Kai, Chloe Maayan, Yufan Bai, J.C. Lin, Qiheng Sun, Yan-Ze Lu, Daphne Low, Mu Chen.

El debutante C.B. Yi viene a sumarse a esa séptima generación del cine chino que se abre paso en un país atrapado entre su imparable transformación entregada a las fauces del capitalismo y los vestigios de un viejo orden social y familiar que, en el caso que nos ocupa, estigmatiza a un joven homosexual que se gana la vida prostituyéndose.

Como tantos otros cineastas de su quinta, C.B. Yi se tiene visto y asimilado el mejor cine de los Hou Hsiao Hsien o Wong Kar Wai que ensancharon los caminos de la (pos)modernidad y la autoría asiática, y a su estilemas de luces neón, ambientes urbanos, músicas y tiempos dilatados se aplica en una puesta en escena que aspira a observar con cierta distancia ese conflicto íntimo que atenaza a nuestro protagonista, cuyo viaje de ida y vuelta al hogar viene delimitado por las secuencias largas, el plano fijo o los sutiles movimientos de cámara.

Concebida más para un circuito internacional que para el censor mercado propio, Moneyboys apela a cierta memoria cinéfila al tiempo en que se adentra en la homosexualidad en la cultura y la sociedad chinas como discurso político, al que cabe unir también, como en el cine de Zhangke, el de la descomposición moral de un país que ha entregado a sus jóvenes a jornadas laborales de 16 horas o al desplazamiento continuo.

Con todo, la película es el retrato algo estanco de un padecimiento íntimo y dos amores truncados entre escenas ritualizadas que nos hablan de un tiempo y unos lugares donde ya no es posible la felicidad. Tal vez demasiado diseñada y explícita en sus referencias y modos, Moneyboys no deja de ser un buen retrato generacional tocado por el desencanto y la melancolía.

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