Contra el realismo social

No terminamos de saber con certeza qué pretenden impugnar o conseguir Lise Akoka y Romane Gueret en este su primer largo, ganador en Un certain regard de Cannes 2022. Por un lado, su juego meta-cinematográfico, a saber, la trama del rodaje de un filme en un barrio desfavorecido de Boulogne-sur-Mer protagonizado por los chavales más problemáticos de los colegios e institutos de la zona, parece querer cuestionar precisamente los clichés, tópicos y abusos de ese cine con etiqueta social y comprometida que ha hecho de la marginalidad y las penurias de las clases más desfavorecidas el objeto de su mirada realista y crítica a las lacras del sistema capitalista.

Por otro, el filme busca también crear su propio correlato de aprendizaje, aventura, decepción y redención con esos jóvenes fascinados por la actuación y el simulacro del cine como una posible salida para sus vidas apaleadas, precarias y sin demasiado futuro.

Entre uno y otro, una figura problemática, la del director de la película, no nos resulta nunca del todo convincente en su escritura y la interpretación de Johan Heldenbergh, lastrada por lo explícito y ambiguo de su papel de mediador-manipulador entre lo real y la apariencia de lo real para su propósito artístico de ficción. Así las cosas, Los peores nos despista y desconcierta siempre entre su búsqueda especular de emociones verdaderas y sus pinceladas reflexivas sobre la imposibilidad del cine para conseguirlas sin provocar daños colaterales.