Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
La desconocida | Crítica
** 'La desconocida'. Thriller, España, 2023, 88 min. Dirección: Pablo Maqueda. Guion: Pablo Maqueda, Haizea G. Viana, Paco Bezerra. Fotografía: Santiago Racaj. Música: Elena Hidalgo. Intérpretes: Manolo Solo, Laia Manzanares, Eva Llorach, Blanca Parés.
Dejamos a Pablo Maqueda en busca de los pasos de Herzog en el diario viajero Dear Werner y lo reencontramos ahora, en este su primer largo de ficción presentado en el pasado Festival de Málaga, tras la estela de Haneke o Vermut y sus universos de fábulas perversas y perturbadoras nacidas de las patologías de la contemporaneidad.
Por cortesía, respetaremos el deseo del director y sus publicistas de no hacer spoilers, aunque este pacto no exime a su película, que se adentra, a partir de la obra teatral Grooming de Paco Bezerra, en el tema de la pederastia y los engaños a menores a través de Internet, de una cierta artificiosidad destinada a impactar y descolocar al espectador con giros, flash-backs y revelaciones que se nos antojan tan efectivos en su modulación del suspense como algo efectistas en sus bifurcaciones y desarrollo.
En su primer tercio, un estupendo Manolo Solo y una ambigua Laia Manzanares interpretan al casposo depredador de mediana edad y a la presa adolescente en un juego del gato y el ratón que transcurre a plena luz del día en un parque de la periferia urbana entre citas a Hitchcock y Julio Iglesias. La palabra afinada conduce la tensión y la incomodidad crecientes mientras que la puesta en escena juega al extrañamiento y la elipsis y la noche se echa encima.
Lo que viene luego, entre agujeros explicativos no del todo confiables, es un quiebro y un reposicionamiento del filme y su dinámica verdugo-víctima en nuevos terrenos igualmente incómodos donde las parafilias y el chantaje conviven con irregulares escenas de costumbrismo de barrio y metáforas sobre el lado siniestro de los cuentos infantiles (Alicia) que se quieren ya el verdadero sustrato simbólico de un relato que tiende a desequilibrarse dilapidando la intensidad de su primer acto hacia un final tan apresurado como fallido.
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