Una canita (de mujer) al aire

Fiel al espíritu de la época, Iris le cambia la perspectiva y el punto de vista al viejo asunto de la crisis y el desgaste de la pareja pequeñoburguesa resuelto en una infidelidad emancipadora y catártica. Se trata ahora de liberar y empoderar (sin juzgar) a la esposa deseante (Laure Calamy, siempre en forma y tono justo) para acompañarla en su búsqueda de aventuras de una noche en tiempos de aplicaciones y matchs que desentumezcan el cuerpo y ensanchen el espíritu, siempre sin salirse del redil y con ánimo de recuperar la autoestima y pasión conyugal perdidas.

Caroline Vignal (Vacaciones contigo… y tu mujer) apuesta en principio por el tono de comedia clásica (incluso musical) de situaciones y gags autoconscientes para ir abriéndose poco a poco a un cierto realismo tragicómico donde no faltan varones peripatéticos y amantes comprensivos de distintas edades y tipos en el juego mutuo del consentimiento, tampoco escenas de la vida en familia que nos recuerdan que, a pesar de todo, se está hablando aquí de cosas serias, políticas incluso, y que en el juego de la mascarada siempre queda un último resorte para la salvación o la reinvención de la pareja como sacrosanta institución para el amor, el deseo y el progreso.