Peligro: 'Amélitis'

Adiós, idiotas | Crítica

Virginie Efira y Albert Dupontel en una imagen de 'Adiós, idiotas'.
Virginie Efira y Albert Dupontel en una imagen de 'Adiós, idiotas'.

Ficha

** 'Adiós, idiotas'. Comedia, Francia, 2020, 87 min. Dirección y guion: Albert Dupontel. Fotografía: Alexis Kavyrchine. Música: Christophe Julien. Intérpretes: Virginie Efira, Albert Dupontel, Nicolas Marié, Adèle Galloy, Grégoire Ludig, Michel Vuillermoz, Kyan Khojandi.

Gran ganadora en los Premios Cesar de 2020 con siete galardones, entre ellos los de mejor película y mejor dirección, lo que da una idea algo mustia de cómo anda el nivel industrial por el país vecino, Adiós, idiotas viene a resucitar el viejo fantasma de la amélitis veinte años después del éxito de la cinta de Jeunet, a saber, convocando en una fábula contemporánea protagonizada por perdedores, solitarios, discapacitados o enfermos todos esos elementos bienintencionados que abocan cualquier propuesta a los límites de la cursilería, el infantilismo o el empacho.

Comandado por la siempre radiante Virginie Efira, a la que estamos deseando ver ya en la Benedetta de Verhoeven, el entrañable trío protagonista de la cinta, una peluquera enferma terminal, un informático frustrado con tendencias suicidas (el propio Albert Dupontel) y un funcionario ciego relegado a los archivos municipales (Nicolas Marié), emprende una aventura en fuga para encontrar al hijo de la primera, dado en adopción cuando ésta era apenas una adolescente insensata. Una aventura revestida de colores vivos, tonos saturados y escenografías urbanas artificiales que distancian todo sesgo realista sobre una historia de azares, accidentes y persecuciones de tebeo que busca denodadamente la empatía con sus criaturas sin suerte en una sucesión de cándidas secuencias (de acción) encaminadas a la catarsis liberadora.

Dupontel (Bernie, Nos vemos allá arriba) no consigue empero que el trazo de comedia caricaturesca de su primera parte se mantenga vivo a lo largo del trayecto y cae pronto en brazos de la blandenguería y los excesos que emborronan lo que de simpático y complementario podía haber en el trío y sus circunstancias para abrir la película a un último e ingenuo tramo final en el que el romanticismo y la sensiblería se imponen sobre el humor negro (más bien gris) incluso en su desenlace.

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