Crónica de una medalla anunciada
42 segundos | Crítica
Ficha
** '42 segundos'. Drama, España, 2022, 106 min. Dirección: Dani de la Orden y Álex Murrull. Guion: Carlos Franco. Fotografía: Pau Castejón. Música: Óscar Araujo. Intérpretes: Álvaro Cervantes, Jaime Lorente, Tarik Filipovic, Alex Maruny, Roger Casamajor, Pep Ambròs, Cristian Valencia, Santos Adrián, Alfons Nieto.
En plena era de la Nadalización, el audiovisual español busca ya en el baúl de los recuerdos de las grandes gestas deportivas y el esplendor patrio el material para nutrir ficciones de consumo rápido que catalicen la memoria y levanten la moral.
Es el caso de esta 42 segundos que viaja a aquella Barcelona olímpica del 92 para reconstruir con todas las licencias propias de la épica deportiva y los lemas del esfuerzo, la superación y la cohesión del grupo el periplo de la selección de waterpolo que llegaría hasta la final contra Italia, de la mano de un combinado madrileño-catalán pre–procès y un deslenguado entrenador serbio, Dragan Matutinovic (al que Tarik Filipovic presta una percha de lo más caricaturesca), convertidos en materia dramática de la mano de un guion plagado de clichés y dialécticas de manual, sobre todo la que separa en el carácter y une en el objetivo final a los trasuntos de Manel Estiarte (Cervantes) y Pedro García Aguado (Lorente) como puntales de un equipo que apenas unos meses antes de la competición no daba ni para panda.
De los roces de la preparación andorrana a la final perdida, y con un epílogo exitoso para que nadie quede con mal sabor de boca, 42 segundos machaca en sus diálogos explicativos toda la información histórica y de contexto más sustancial, carga de traumas, adicciones y afán de superación a sus dos machos alfa y pasa con celeridad y mucha música por cada entrenamiento y cada eliminatoria para desplegar el arsenal de cámaras lentas y el montaje paralelo entre la piscina y los periodistas en un último tramo que revela ya sin disimulo el alcance de plataformas de un filme de valores básicos y testosterona mojada al que sólo le falta un toque de homo-erotismo de vestuario para ser un verdadero producto de su tiempo.
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