Tres meses con Muñoz

100 días con la Tata | Crítica

Miguel Ángel Muñoz y su tata Luisa Cantero en una imagen del documental.
Miguel Ángel Muñoz y su tata Luisa Cantero en una imagen del documental.

Ficha

* '100 días con la tata'. Documental, España, 2021, 82 min. Dirección: Miguel Ángel Muñoz. Guion: M.A. Muñoz y Jorge Laplace. Fotografía: Sergio Jiménez. Música: José David Montero. Con: Miguel Ángel Muñoz, Luisa Cantero.

Como aquellas estrellas del cine que convocaban a la prensa gráfica en sus visitas al Tercer Mundo en misiones humanitarias para Unicef, la Cruz Roja o Médicos sin fronteras, Miguel Ángel Muñoz, pequeña estrella pop milenial de nuestro audiovisual patrio, también se pone aquí en el epicentro de su particular labor social, nada menos que cuidando de su tata (no exactamente su abuela, sino la hermana de su bisabuela de 95 años) durante los duros días de confinamiento en la pandemia, entre los meses de marzo y junio de 2020.

Su documental sobre el asunto se desvía así aparentemente de otro gesto aún más noble: hacer una película sobre esa mujer que lo cuidó desde pequeño y con la que mantiene un especial vínculo afectivo, acrecentado ahora ante las circunstancias del encierro forzoso. El propio Muñoz lo narra todo con una aparente sinceridad que es sólo eso, aparente, plenamente consciente de las estrategias sentimentales que han de mover un trabajo no tanto destinado a que conozcamos a la vetusta y simpática señora extremeña como a comprobar lo buen nieto y mejor persona que es el artista.

Así, bien podada y picadita en el montaje, siempre contada desde su punto de vista, rozando lo impúdico y con abundante apoyo musical, 100 días con la Tata enarbola sus lugares comunes sobre el cariño, la convivencia, los cuidados, la ancianidad, la muerte y el poder de las redes sociales en tiempos de soledad, precariedad y aislamiento, pasando de puntillas por la biografía de la mujer para subrayar, sobre todo, su carácter rumboso amplificado en el mundo virtual en un tiempo en el que afloraron demasiado las emociones enlatadas y los lemas baratos de (auto)ayuda.

A la postre, lo que queda es un bonito ego-trip de Muñoz con crisis incluida que le va a venir de perlas para consolidar esa imagen de buen chico que le acompaña en sus empeños profesionales y apariciones mediáticas. De Luisa Cantero queda aún pendiente conocer su historia.

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