Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Voces
Festival de San Sebastián
El cineasta Costa-Gavras presentó el miércoles en el Festival de San Sebastián su película Le dernier soufle (El último suspiro), una dramedia luminosa y positiva en la que aborda el derecho de los enfermos terminales a morir dignamente.
Pero el director griego ha ido más allá y, en la rueda de prensa posterior a la proyección de su cinta, pidió que "los Estados y los políticos tengan la valentía de crear lugares en los que, llegado un punto, alguien a quien no le interese seguir viviendo, pueda decir quiero morir, ayúdenme a morir en las mejores condiciones, no al cabo de una semana, con una inyección, sino cuando uno lo pida", ha dicho.
Además de las actrices Ángela Molina, Charlotte Rampling y Marilyn Canto, que acompañaron al realizador, entre la prensa del Kursaal estaba sentado el doctor Claude Granger, autor del libro El último suspiro. Acompañar el fin de la vida, en el que Costa-Gavras se ha apoyado para escribir el guion, que ha saltado como un resorte para decir que no coincide en absoluto con el cineasta.
"Cada vez vivimos más años, tenemos que empezar a hablar de esto seriamente; en Francia hay comisiones en el Parlamento, llevan meses hablando, y lo que va a durar -apunta el nonagenario director, ganador de un Oscar en 1983 por Desaparecido-. "Hay una muerte que es un viaje personal y eso se tiene que hacer en las mejores condiciones, es factible", zanjó.
Entender este derecho "es cuestión de tiempo y de costumbre", ha dicho tajante, y ha puesto como ejemplo "la homosexualidad", denostada en "su época", y que ahora "hasta el Papa acepta". Entiende el director de El capital (2012) que las cosas deben llevar su tiempo, "pero los procesos se pueden acelerar", insiste.
Reprochó que la religión cristiana haya enseñado "a sufrir, a parir con dolor, ¡pero qué necesidad!, eso es lo peor de la vida". Así que, "igual que hay soluciones para parir sin dolor tiene que haber lo mismo para morir".
Por su parte, Granger detalló que su libro habla de cuidados paliativos y de acompañar, y se puso mucho cuidado en que no se pasase nunca "esa barrera".
Poética, amable, en momentos humorística y muy colorida, El último suspiro es una cinta coral capitaneada por dos magníficos actores, Kad Merad como el doctor Agustin Masset, un médico especializado en cuidados paliativos, y Denis Podalydés, el escritor y filósofo Fabrice Toussaint que merodea la muerte en sus libros.
Cuando Toussaint descubre que puede estar enfermo se obsesiona con la medicina paliativa y se pega al doctor Masset para entender mejor la vida y la muerte y con él acude a las reuniones de su equipo (no son actores, explica Costa-Gavras, son sanitarios reales).
El médico le cuenta que todo comenzó cuando una querida amiga (Rampling) le pidió ayuda para no sufrir en el último momento de su vida. Tras ella, un abanico de casos variados de enfermos y familias se enfrentan a la muerte, al derecho del enfermo a conocer la verdad, la posibilidad de morir en un centro o en casa, e incluso, el derecho de disfrutar de unas ostras antes de morir, por contraindicadas que estén.
Entre ellos, el de Molina, una matriarca gitana que engaña a su familia sobre su estado para poder despedirse de la vida "bailando y cantando". "Costa me ha enseñado hasta a morirme feliz", comentó la actriz madrileña.
Rampling ve la cinta como "una oda a la vida". Además, el director juega con los conceptos griegos "eros" y "tanathos" para burlarse de la negación absoluta de la sociedad ante la muerte, un "tabú total", dice, mientras los niños de hoy acceden sin problemas al porno.
A sus 91 años, el realizador tiene fuelle para reírse de todos cuantos le han dicho que "qué horror" el tema de su nueva película: "como si haber hecho esto fuera una catástrofe, pues no, no creo que lo sea".
"Hay que prepararnos con convicción y con una sonrisa para lo que es inevitable", concluyó.
Con la que presente este jueves Pedro Almodóvar en el Festival con motivo de la entrega del premio Donostia al manchego, La habitación de al lado, la china Bound in Heaven y Los destellos, de la española Pilar Palomero, serán cuatro las cintas que aborden la muerte digna en esta 72 edición del certamen.
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