Al corazón de África y al corazón de los hombres
Diario de Bangui | Crítica
Carlos Pera Madrazo publica la novela 'Diario de Bangui' (editorial Universo de Letras), una historia cuya trama se ubica en la República Centroafricana y se construye en torno al amor, la muerte y la guerra
La ficha
Diario de Bangui. Carlos Pera Madrazo. Universo de Letras. Barcelona, 2024. 458 páginas. 32,55 euros.
El continente africano, con su connotación de territorio mítico, ancestral, primitivo, es un lugar atractivo para la confección de historias interesantes, ya sea en la literatura o en el periodismo. Recordamos nombres inevitables, como Conrad, y otros actuales, como el periodista español Xavier Aldekoa. A esta nómina tenemos que sumar a Carlos Pera Madrazo (Sevilla, 1935), quien acaba de publicar la novela Diario de Bangui. Profesor emérito de la Universidad de Córdoba, académico en la Real de Medicina de Sevilla, hace años jefe del departamento de Cirugía del Hospital Universitario Reina Sofía, voluntario en labores humanitarias en África, Pera Madrazo ha construido en esta entrega una historia que va directa al corazón del continente y al corazón de los hombres.
Diario de Bangui ubica su trama en la República Centroafricana –al igual que en otros lugares de África, como Tanzania o la República Democrática del Congo-. En este país se relata la vida de un funcionario de Naciones Unidas, Ignacio Aguirregomozkorta, apodado Txistu, cuya muerte suscita preguntas sin aparente respuesta. La noticia del fallecimiento de Txistu llega a la embajada española de Dar as Salaam, donde el secretario de la institución recibe un diario que perteneció a Txistu, y en el que el protagonista nos da a conocer sus memorias en el país africano.
En la República Centroafricana, Txistu conoció a dos mujeres que determinan el curso de la narración: Suzanne y Elizabeth. La primera, nativa y médico; la segunda, holandesa y cooperadora en la ONU. Con ambas mantiene una relación sentimental –o un acercamiento-. No obstante, todo se trunca con el inicio de una guerra civil en el país africano. Txistu huye al norte; Elizabeth, al Congo. La novela continúa detallando la búsqueda de nuestro protagonista, quien desea por todos los medios contactar con Elizabeth. Tras un breve retorno a España, Txistu decide volver a Bangui, donde se entera de que “una lady” ha fallecido.
Ignacio prosigue investigando, y todo apunta a que Elizabeth ha sido asesinada. Las causas de este asesinato conforman el contenido final de la trama. Donde África y su cultura ocupan un lugar fundamental. Naturalmente dejamos que los lectores descubran el desenlace.
Carlos Pera Madrazo demuestra un sólido conocimiento de la cultura africana –mitos, ritos, leyendas, costumbres, gastronomía- que sin duda suma a la arquitectura de la historia. Las páginas de este Diario de Bangui nos proponen una minuciosa descripción del paisaje africano –en la interpretación que queramos darle a eso-. En una narración en la que converge los registros de lo novelesco junto con las claves del periodismo. El resultado es un argumento híbrido de la novela y del reportaje. Podría servirnos de ejemplo el siguiente fragmento: “Por la mañana, cuando nos levantamos, acudimos al entierro. El cadáver, como era un hombre, fue colocado mirando al poniente. Si hubiera sido una mujer, lo habrían hecho hacia levante, según me dijo Suzanne. Había comida para todos los parientes, para todos los que se habían desplazado y habían cubierto grandes distancias (…). Sabía que la familia en África va más allá de los parientes de primer, segundo y hasta tercer grado. Incluye el clan. En realidad, si alguno destaca, todos creen que está obligado a ayudarlo y, si me apura, a mantenerlo”.
En otros aspectos formales de la obra, destaca el solvente ritmo de la acción. Con la dosis acertada de expectaciones, tensiones. Pera Madrazo sabe contar. Sabe cómo construir esa fuerza expresiva y argumental que da forma a una novela. En todo momento el autor mantiene despierta la sospecha, la elucubración respecto de los personajes. Unos personajes en absoluto acartonados o de una caracterización hierática. Aquí quizá ayude la viveza y agilidad de los diálogos. Los cuales se sustentan sobre una oralidad creíble, hecha con inteligencia y criterio.
En Diario de Bangui confluyen dos asuntos que han marcado la historia de nuestra ficción: la muerte y el amor. La muerte encarnada en Elizabeth, pero también en la guerra civil que interrumpe las relaciones sentimentales de los protagonistas -ese triángulo amoroso- y que por supuesto arrastra al país centroafricano a la barbarie. Los partidarios de la Seleka –una suma de partidos opositores al presidente de la República Centroafricana- se sublevan en contra del gobierno. La plasticidad de cada escena –palabra a palabra, descripción a descripción- está conseguida y nos sitúa en aquella guerra de hace ahora diez años.
Junto con la guerra –que quizá sea otra forma de amor-, los encuentros de Txistu con Elizabeth y con Suzanne. Carlos Pera Madrazo acaso nos advierta aquí de los riesgos de las relaciones sentimentales, las cuales desatan lo mejor, pero también lo peor, de la condición humana. Lo afectivo es un puente inestable en cuyos costados contemplamos un profundo precipicio. Los protagonistas de la novela, sin desvelar más ya, están ahí, en ese equilibrio desde el que uno se asoma a la fatalidad. La analogía entre guerra y amor –dos temas paralelos en la novela-, la cosa de que aquello que nos salva es lo mismo que nos condena, es una de las lecciones que extraemos de Diario de Bangui.
Son más las cuestiones que discurren por esta valiosa obra, por este retrato de la condición humana –desde un enfoque histórico y otro digamos personal-; sin embargo esa es ya tarea de los lectores que se decidan por este discurrir, como decíamos al principio, por el corazón de África y por el corazón de los hombres.
También te puede interesar
Lo último