Manuel Gutiérrez Aragón: "El cine y las series nos imponen una forma de hablar"
Congreso de las Academias de la Lengua Española
Director de cine, guionista, escritor y académico de la RAE, repasó los encuentros y desencuentros entre el cine en español que se ha rodado a ambos lados del Atlántico.
Ocurre en la creación literaria, el periodismo y también en el cine y la televisión: el español, que en teoría une a cientos de millones de hablantes a ambos lados del Atlántico, es a menudo un factor de disonancia y no de armonía. Ese fue el hilo conductor de la intervención del académico de la RAE Manuel Gutiérrez Aragón en el Congreso de Academias de la Lengua Española, donde repasó los orígenes de esos desencuentros y cómo se han ido con el paso de los años si no resolviendo, sí al menos atenuando.
Durante mucho tiempo se nos hizo creer que el habla común era un tesoro para el cine, que nos acercaba. Pero la verdad es que no siempre es así", comenzó el cineasta y escritor, que desveló las reticencias de las distribuidoras a traer a las salas españolas filmes mexicanos o argentinos, por ejemplo, "porque el público no los iba a entender".
Y se culpaba de ello a la lengua sin pensar que, quizás, según Gutiérrez Aragón, el problema estaba en otras cuestiones. El caso es que las películas no llegaban y los españoles, antes de internet y del streaming, solo podían ver lo que se les ofrecía en los cines, por lo que "no se les acostumbraba el oído" a esas otras formas de hablar.
A todo ello contribuyó la larga y perniciosa tradición de doblar todo lo que llegaba del exterior, sobre todo si estaba en inglés y venía de EEUU. "Los actores parecían tener el don de lenguas de los apóstoles y todos hablaban español". Y se doblaba de una manera muy concreta, que pretendía ser neutra y que creó un problema dentro del propio mercado español. "Durante mucho tiempo los acentos regionales solo se aceptaban en las comedias: el catalán de Saza cuando interpretaba a un viajante de paños de Tarrasa o el gallego de un sereno o tabernero, por no hablar del andaluz, que siempre tenía que ser un gracioso", desgranó el director, que recordó las comedias de Vizcaíno del Siglo de Oro o al propio personaje del Quijote que lleva ese nombre y al que no se le entendía.
De ahí el académico pasó a un caso "excepcional" de mexicano que sí triunfó a ambos lados del charco, un "éxito panhispánico": Cantinflas. Un fenómeno que "fue una manera de ser y de hablar, que trascendió sus películas y se convirtió en un hecho social abigarrado, cínico y a la par generoso" sobre todo por su forma de hablar, "destructiva y trituradora de la lógica imperante".
Cantinflas, continuó Gutiérrez Aragón, es "demolición del sentido, subversión del lenguaje y del pensamiento. Se sustituyen los significantes pero se mantiene la base del significado. Se sirve de esta confusión babélica para contagiar el caos".
El éxito aquí de Cantinflas fue también excepcional porque México y España no mantenían relaciones diplomáticas. Pero ello no fue óbice para "que tuviese el cariño de la gente, a pesar de que no lo entendía del todo bien o justo por eso".
'Lo que el viento se llevó' y su "señorita Escarlata"
Gutiérrez Aragón repasó decisiones de los dobladores como trasladar el habla de personajes negros (Lo que el viento se llevó y su "señorita Escarlata") con una "jerga cubana-venezolana con un deje melódico". Un ejemplo de "manipulación del lenguaje no para mejorar la comunicación, sino por cuestiones comerciales".
El cineasta insistió en que el lenguaje hablado llega a los ciudadanos principalmente "por el cine y las series, que nos imponen una forma de hablar".
Entre esas formas popularizadas por la pantalla citó el "vale" tan frecuente en el español de España (en buena parte porque así traducen los dobladores el "ok" anglosajón) que se ha trasplantado a Latinoamérica por el cine. O el "claro" tan popular ahora aquí porque es como los dobladores plasman el "sure" inglés.
Con los años, la relación entre el cine de aquí y el de allí ha ido normalizándose, sobre todo desde los 70, con la llegada de argentinos exiliados por la dictadura. Héctor Alterio primero, y más tarde Federico Luppi o Ricardo Darín fueron acostumbrando a los españoles a escuchar otras formas de hablar en la pantalla. Luego llegaron La tregua, Fresa y chocolate y muchas otras.
Lejos quedaron los días en los que los exiliados Bardem o Berlanga veían en las salas españolas dobladas al español de España sus películas rodadas en Latinoamérica: "Ahora aceptamos a personajes y acentos diferentes pero que en definitiva hablan nuestra misma lengua. Eso hace al español más vivo, más rico y más libre".
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