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La conexión polaca

El pianista sevillano Francisco Soriano ha participado en la grabación en Varsovia de un disco dedicado a las versiones que la mezzo Pauline Viardot hizo de las mazurcas de Chopin.

La conexión polaca
Pablo J. Vayón

09 de noviembre 2014 - 05:00

Chopin / Viardot. Malgorzata Kubala, Ryszard Ciesla, Francisco Soriano. Dux.

Hija del compositor, tenor y empresario teatral sevillano Manuel García, Pauline Viardot (nacida Paulina García Briones, 1821-1910) fue una de las artistas más extraordinarias de todo el siglo XIX. Formada primero con su padre y luego con importantes personalidades del universo musical europeo (llegó a estudiar piano con Liszt y composición con Reicha) destacó como gran estrella de la ópera. Su voz de mezzo se impuso igual en el mundo belcantista de Rossini (hizo su debut con la Desdémona de Otello) que en la grand opéra de Meyerbeer, en las imponentes producciones de los románticos franceses (de Gounod a Fauré) que en títulos de compositores rusos. Pero Viardot fue a la vez una compositora de apreciable sensibilidad y hondura, que demostró en unos pocos títulos vocales: operetas, piezas corales y canciones.

En París, Viardot trabó amistad con George Sand y Frédéric Chopin, a quienes solía visitar en la residencia veraniega que la novelista tenía en Nohant. Allí estudió la obra del músico polaco bajo su tutela. Enamorada de las mazurcas, la cantante compuso unos arreglos para voz y piano con textos en francés de Louis Pomey, arreglos que fueron autorizados por el compositor y que interpretarían algunas veces juntos. "En el último y mítico concierto de Chopin en Londres en 1849, el mismo año de su muerte, las ofrecieron precisamente juntos", comenta el pianista sevillano Francisco Soriano, que acaba de registrarlas junto a dos cantantes polacos, la soprano Malgorzata Kubala y el barítono Ryszard Ciesla para el sello Dux, el más importante de Polonia.

Profesor en el Conservatorio Superior de Sevilla, las relaciones de Soriano con el gran país del Este europeo vienen de un posgrado y máster que hizo en la Universidad Chopin de Varsovia. "En el año 2009 se celebró allí un Festival de Música Española con motivo del centenario de Albéniz, que tuvo su continuidad en Sevilla al año siguiente, en el que coincidía una importante efeméride chopiniana, los 200 años del nacimiento del músico. Desde entonces hubo un flujo constante de actividad entre Varsovia y Sevilla. Por ejemplo, el Royal String Quartet tocó en el Teatro Central y en el Lope de Vega se pudo ver un Così fan tutte preparado desde Varsovia, proyectos que fueron posibles gracias al Cicus y al Instituto Polaco de Cultura en Madrid. Este disco es un producto más de esta actividad. Surgió de un concierto que hice en el Palacio de Verano de Varsovia con Carmen Serrano y Francisco Bernier. A raíz de eso, Malgorzata Kubala, soprano y musicóloga, cuya tesis doctoral versa justamente sobre la relación entre Viardot y Chopin, se puso en contacto conmigo y planeamos algunos proyectos juntos. Ofrecimos un concierto en Sevilla en 2012 y luego surgió la idea de este disco".

La grabación se hizo en Varsovia en febrero de este año y para ella se usó un piano de época. "Es un Pleyel de 1842 del coleccionista Andrzej Wlodarczyk, uno de los pocos Pleyel en buen uso que quedan en Varsovia. Chopin prefería los pianos de este constructor y como segunda opción los de Erard. Se trata de un instrumento muy peculiar, muy delicado, pequeño, muy ligero, que obliga a estar muy atento siempre y a controlar mucho, a ser un poco conservador en materia de tempi y dinámicas, porque si no puede distorsionar. Los dos solistas son profesores de la Universidad Chopin y unos excelentes cameristas, con una dicción francesa perfecta. Fue un placer y un honor que pensaran en mí para este proyecto".

El CD contiene las doce mazurcas arregladas por Viardot y tres dúos que hizo a partir de otras mazurcas el compositor y profesor italiano Luigi Bordese. "A finales del siglo XIX la casa Gebethner & Wolf publicó una edición con los doce arreglos de Viardot y estos tres de Bordese, y es en esta edición que se basa nuestro trabajo, porque Bordese hizo muchos más arreglos". Para Soriano, "Viardot halla en estas obras un punto intermedio entre el belcanto operístico y el mundo del lied, sintetizando su formación como cantante y como pianista en unos trabajos de música de salón en los que ella se movía con gran familiaridad. Son especies de pastiches, en los que el piano expone la primera parte de la mazurca, que luego termina el cantante y viceversa. Nos llevó mucho tiempo trabajar la coordinación, ya que esta forma de componer nos obliga a tener el mismo sentido del rubato, del fraseo: los tres salimos muy satisfechos de este aspecto de nuestra interpretación".

Aunque toca también como solista y es habitual de conjuntos de cámara (entre ellos, Zahir Ensemble), Francisco Soriano está empezando a especializarse como pianista acompañante. Miembro de una generación de músicos, la de Óscar Martín o Juan García, que asumió como normal la salida al extranjero para ampliar su formación, piensa que el nivel de profesores y alumnos ha subido mucho, pero se lamenta por el maltrato administrativo que sufren los estudios musicales: "Las carencias en los conservatorios son enormes y además se ha degradado nuestro título, que ya no corresponde ni al nivel de grado. Así que los alumnos que terminan sus estudios en España están en inferioridad de condiciones. Se está abocando a generaciones de músicos a no poder competir con el resto de graduados europeos. Y eso que en Sevilla fuimos pioneros en el intento de integración de los estudios musicales en la Universidad. Los músicos no tenemos el lugar que nos corresponde, y a pesar de eso el nivel ha subido enormemente, pero ha sido gracias al esfuerzo heroico de profesores y alumnos. Son muchísimos los niños que ingresan hoy en los conservatorios, y el talento es enorme. La cantera está asegurada, pero falta que se la mime un poco más".

Socio del Círculo de Labradores, Francisco Soriano lleva un par de años colaborando con la entidad en temas musicales. "El Círculo posee un piano Gaveau de 1911 que tiene una intensa historia detrás: en el pasado se hicieron grandes recitales en él. Gracias a la iniciativa de Concha Ruiz, vocal de cultura de la entidad, el instrumento se restauró hace unos años, y yo propuse entonces un ciclo de conciertos que se vienen realizando desde hace dos cursos: una Primavera Musical, que este año se reforzará además con un ciclo en otoño. Creo que se está haciendo un esfuerzo importante que redunda en beneficio de la ciudad, porque son ciclos abiertos a todo el público".

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