Tres compositores para Rosas

Anne Teresa de Keersmaeker vuelve a Sevilla con su compañía de danza Rosas. En realidad, desde su apertura en 1992, el Teatro Central de la isla de la Cartuja ha sido un testigo esporádico de la evolución de esta creadora belga que fundó su grupo en 1983 junto a otras compañeras de la Escuela Mudra, a la sazón dirigida por Maurice Bèjart en Bruselas, y que, gracias al magnífico e ininterrumpido trabajo realizado a lo largo de los años, se ha convertido en uno de los puntos de referencia fundamentales de la danza contemporánea internacional.

Al contrario de lo que sucede con otras muchas compañías, que al cabo de unos años se dedican a repetir sus mejores fórmulas, Rosas posee, junto a un rigor y a un virtuosismo escénico indiscutibles, la rara capacidad de sorprender con cada nuevo espectáculo, de encontrar siempre un nuevo enfoque, una mirada diferente para cada uno de los más de cuarenta trabajos que ha realizado. Esas novedades, paradójicamente, vienen dadas por lo que constituye una de las constantes de toda su trayectoria artística y es la absoluta interrelación entre su movimiento y la peculiar estructura de cada partitura de los compositores elegidos. Desde que comenzó su carrera con Rosas danst Rosas, en la que una danza precisa y sin concesiones daba la réplica a la música minimalista de Thierry de Mey, se ha enfrentado, por citar solamente algunos de los espectáculos que nos han visitado, a la energía sin límites de Mozart en su Mozart/Concert Arias. Un moto di gioia, la pieza que, con orquesta incluida, nos presentó en la Expo de 1992; o a Miles Davis y su mítico disco Bitches Brew (Teatro Central, noviembre de 2004), con el que abrió a la improvisación su exacta geometría; o al compositor de música contemporánea Steve Reich, con el que ha mantenido una relación artística de casi veinte años y al que dedicó su última velada en Sevilla y en Granada, en mayo de 2007.

En esta ocasión, la Keersmaiker nos trae su último trabajo, Zeitung ('periódico', en alemán), una pieza dedicada a tres grandes músicos de diferentes épocas: Johan S. Bach, Arnold Schönberg y Anton Webern. Esta vez, sin embargo, no se entrega a ellos de forma separada o sucesiva, como hiciera en 1993 con Toccata, un jubiloso trabajo que recogía cinco piezas de Bach, o con La noche transfigurada de Schömberg (Teatro Central, diciembre de 1996) sino que ha seguido la propuesta de Alain Franco, un compositor y pianista que permanece todo el tiempo en escena, junto a los nueve bailarines, si bien él sólo interpreta músicas de Bach, que se alternan con grabaciones orquestales de los otros dos compositores y con grandes y no menos expresivos silencios. "Zeitung es un espectáculo muy austero -afirma la coreógrafa- y no sólo por la ausencia de escenografía sino porque aquí se ha trabajado más bien sobre el desfase y las intersecciones, entre la música y la danza por un lado y entre los tres compositores elegidos por otro. Para ellos, Alain Franco ha propuesto una perspectiva histórica que lleva a la evolución de la armonía en el pensamiento occidental. Yo, por mi parte, he querido volver a la esencia, a la sencillez del cuerpo en la danza, dejándole un espacio de libertad a los nueve bailarines. En realidad, son ellos los que han generado con sus improvisaciones los materiales que luego habrían de convertirse en coreografía escrita".

Zeitung se estrenó el 11 de enero de este año en el Théâtre de la Ville de París, dedicada al director saliente del mismo, Gérard Violette, un hombre que ha apoyado y coproducido numerosos trabajos de la que, en 1992, se convirtió en compañía residente del Teatro de la Ópera de la Moneda de Bruselas. Allí Keersmaeker dirige también una escuela de danza -la P.A.R.T.S.- de la que ha surgido una verdadera cantera de intérpretes y creadores de más de una veintena de nacionalidades.

La pieza, que pasó por el Mercat de les Flors de Barcelona el pasado mes de abril, estará en el Teatro Central de Sevilla los días 19 y 20 de diciembre.

1992